Una librería de Urueña

 
Si hacéis la ruta del noroeste, yo os recomiendo un desvío a Urueña. Si sois amantes de los libros, yo os recomiendo la librería Alcaraván.
Lo primero que me gusta de la librería Alcaraván es el nombre. Ello por afición a los pájaros, pero también porque es una palabra bonita, de origen árabe, y porque me recuerda la novela Alfanhuí, de Rafael Sánchez Ferlosio: Alfanhuí se acordó de su maestro: “Tú tienes los ojos amarillos como los alcaravanes”. Los alcaravanes repetían su nombre. Alfanhuí lloraba... Yo no he avistado alcaravanes en los páramos de los Torozos, pero sí avutardas en las cercanas lagunas de Villafáfila. Y es que otra cosa que me gusta de la librería Alcaraván es el sitio; quiero decir, el país de tesos y campiñas, el pueblo puesto en lo alto de una loma y todo amurallado, y la casona antigua donde se ubica la librería, en el centro de la villa. Me gustan los libros que atesora: libros de cultura tradicional, naturaleza, viajes, literatura, lingüística, arte...; y me gusta ver rodeado de sus libros al librero, en la helada tarde invernal, cuando arrecia el viento y no hay nadie en las calles, y es un milagro esa resistencia de la palabra entre tanto abandono. Es una lástima que yo siempre vaya de camino y no pueda demorarme en Urueña, el lugar donde van a morir las arias de Händel, como escribió Antonio Colinas. ¿Existe la nostalgia de los lugares que solo conocemos de paso? 


Muralla de Urueña, Valladolid

Si sentís la llamada de los libros y los caminos, yo os recomiendo un desvío a Urueña. Qué buen sitio para los libros, Urueña, y qué libresco destino para un librero; qué campos hermosos para labrar la tierra, soñar aventuras y escuchar el al-fan-huí, al-fan-huí... de los alcaravanes.

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