Disquisiciones léxicas: Austeridad.


Austeridad significa cualidad de austero; adjetivo que equivale, según el Diccionario de la Real Academia Española, a agrio, astringente y áspero al gusto; también a retirado, mordaz y penitente; también a severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral; también a sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes.

Sinónimos de austeridad pueden ser sobriedad, moderación, templanza, mesura y otros. Antónimos: ligereza, frivolidad, despilfarro...

La voz latina austerus procede del griego austerós. El término castellano se documenta desde el siglo XVI.

La raíz indoeuropea es SAUS-, seco, presente en el sánscrito SUSYATI, albanés THANJ, anglosajón SEAR o eslavo antiguo eclesiástico SUCHI. El remoto origen indoeuropeo del latín siccus (castellano, seco) hay que buscarlo, por el contrario, en la raíz SEIKW-, que tenía el significado de fluir, como se manifiesta en el sánscrito de la India SEKA-: chorro, o en lenguas germánicas, tal el sueco SIKKLA: babear.

Tui, Pontevedra

Si buscamos en Google austeridad, aparecen 31.200.000 resultados en 0,37 segundos. Ya en la primera página predominan las acepciones económicas.

En el inestimable Manual de civismo de Victoria Camps y Salvador Giner, hay un capítulo dedicado a la templanza y la austeridad. Se apunta que la templanza nos inclina a conducirnos con mesura. La austeridad -ojo, la que se autoimpone cívicamente, no la que nos dictan los ogros del capitalismo- se desvincula de la miseria. Los autores, aun a riesgo de ser vapuleados por radicales y utópicos, sostienen que una sociedad relativamente austera puede ser también una sociedad en la que la vida sea amable para sus habitantes. Imaginemos un país con una buena red de transportes públicos, excelentes servicios hospitalarios, grandes y abundantes terrenos públicos, montes y costas protegidos, escuelas para todos los niños, uso intensivo de energías renovables. Se trataría de un país orientado por la sobriedad y la templanza, pero no sería un país necesariamente pobre, ni mucho menos (p. 67).

Recapitulando:
  • Ahorrar en escuelas y hospitales, ¿es aspereza, penitencia, severidad o sencillez?
  • Rescatar bancos arruinados por banqueros sinvergüenzas, ¿denota austeridad o sus antónimos: ligereza, frivolidad y despilfarro?
  • Los defensores del civismo ¿ hablan en sánscrito, tocario o un dialecto olvidado del país de Jauja?

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