Lo
bueno de las lecturas imprescindibles es que, gracias a su
existencia, los profesores de literatura prescindibles nos volvemos
imprescindibles, pues ¿quién, si no nosotros, se desvive por que
los jóvenes las lean, comenten y rindan acatamiento? Por ello damos
las gracias a los críticos literarios que, también prescindibles,
se hacen imprescindibles decretando quién entra dentro y quién
queda fuera de esa lista de honor llamada canon.
P.S.
Otro asunto es por qué los autores elegidos se agrupan bajo el
nombre de una conocida marca de fotocopiadoras, en vez de incluirse
en un Libro Bloom de los récords, que indudablemente
alcanzaría la gloria como un best seller internacional.
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