Fernán González: tierra y leyenda. Notas sobre el Poema de Fernán González



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En los versos iniciales del Poema de Fernán González, el autor declara su propósito de escribir un relato sobre el conde de Castiella:



En el nombre del Padre que fizo toda cosa,

del que quiso nasçer la Virgen preciosa

e del Spiritu Santo, que igual dellos posa,

del conde de Castiella quiero fer una prosa.

(1)



Si bien la elección de un personaje histórico como sujeto literario no es extraña en un texto de clerecía, sí resulta novedoso, en cambio, el hecho de que el protagonista sea un héroe local, y que sus hazañas, divulgadas con anterioridad por los juglares, se hagan en pleno siglo XIII merecedoras del más elaborado y erudito discurso de los clérigos.

Aunque el Poema nos ha llegado anónimo, se cree que su autor fue un monje relacionado con el monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza, y que se escribió entre 1250 y 1252, coincidiendo con el impulso de la guerra de reconquista llevado a cabo por Fernando III. Se trata, pues, de un texto presumiblemente escrito en Castilla, en un período de expansión castellana, y cuyo tema son las hazañas de un héroe castellano.

Castilla es el espacio narrativo en que se desenvuelve la biografía del protagonista. La mayor parte de la acción transcurre en el territorio de la Castilla condal, si bien el poema, de una sobriedad radical en materia descriptiva, contiene pocos datos geográficos, explayándose solo en el relato de las gestas del héroe, así como en digresiones y oraciones varias. Pues lejos de limitarse al recuento de batallas, el autor indaga en las causas históricas, remontándose hasta los supuestos orígenes de España en tiempos de las invasiones godas, y fundando en las virtudes cristianas y guerreras de los germanos un modelo utópico de sociedad, cuya restauración encarnan el héroe y Castilla. Se trata por lo demás de una historia que transciende de lo estrictamente castellano, lo que obliga al autor a adoptar una perspectiva general “española”. El héroe castellano y Castilla, convenientemente recreados por el clérigo del siglo XIII, se nos presentan como adalides de un proceso político en curso que ha de culminar en la restauración de la monarquía goda.

Tenemos entonces una Castilla que es marco referencial y una Castilla que es sujeto histórico; pero también una utopía castellana, síntesis de fe y virtudes, vinculada a un destino imperial.

Cuando el autor se dispone a fer una prosa del conde don Fernando, contaba con una tradición oral que, según todos los indicios, hubo de convertirse en materia juglaresca. De acuerdo con la hipótesis tradicionalista, un testimonio indirecto de esta tradición oral serían las referencias generalmente breves que, insertas en las crónicas medievales, desarrollan motivos épicos. Desde la Crónica de Sampiro (hacia 1000), pero sobre todo a partir de la Crónica Najerense (hacia 1160), encontramos algunos de los temas relacionados con la antigua Castilla condal: la rebeldía de los condes, la proclamación de los jueces y las hazañas de Fernán González, entre los que nos importa destacar ahora. En el mismo siglo XIII otro poeta del mester de clerecía, Gonzalo de Berceo, evoca en su Vida de San Millán los votos del conde castellano al santo de La Rioja. Por otro lado, la versión eclesiástica de la leyenda sirvió de base para la prosificación de la vida del conde contenida en la Primera Crónica General (hacia 1270-1289), mientras que la Crónica de 1344 parece seguir más de cerca el primitivo cantar juglaresco. 

 
La Montaña oriental de León


En lo esencial, el PFG asume las convenciones genéricas del mester de clerecía: la erudición histórica, el peso del componente religioso y el didactismo moral son algunos de sus rasgos. En la extensa introducción que precede al relato de las gestas del conde castellano, el autor esboza una historia de España desde la llegada providencial de los visigodos, cuya monarquía califica de luz e estrella de todo el cristianismo (23b). Marruecos (71), por el sur, y Francia (129), por el norte, son los lindes de la tierra, concebida como unidad geográfica (España toda de mar a mar, 19a) y política (Era la corte toda en uno ayuntada, 57a).

La caída de España bajo el poder musulmán focaliza la historia en Castilla. Según el texto, solo Asturias (88) y Castilla la Vieja (87) se salvan de la ocupación. De ahí a atribuir a Castilla todo el protagonismo de la resistencia y el considerarla legítima heredera de la España goda hay un peculiar recorrido causal. Se evoca el desamparo de los primitivos castellanos y la leyenda de los jueces, en que aparece latente la rebeldía del futuro condado. Una fantasiosa relación de parentesco vincula a los jueces con Fernán González.

Esta Castilla inicial era un pequeño rincón del norte de España:



Estonçe era Castiella un pequeño rincon,

era de castellanos Montes d'Oca mojon,

e de la otra parte Fitero el fondon,

moros tenien Caraço en aquesta sazon.

(171)



Sabemos, sin embargo que estas fronteras no se corresponden con las del condado castellano hacia 931, cuando comenzó el gobierno de Fernán González. En aquel tiempo la repoblación alcanzaba ya la línea del Duero, si bien se trataba de unos límites inestables debido a las frecuentes incursiones musulmanas. Se diría que el autor, exagerando la pequeñez de Castilla la Vieja, quiere magnificar el contraste con el posterior engrandecimiento del condado y del reino: ca conquirieron mucho maguer poco convento: / bien lo podedes ver en el acabamiento (158).

Tras la crianza del conde en la montaña, el poema cuenta la historia de sus primeras campañas militares. La acción se traslada a la frontera meridional de Castilla según los límites anteriormente consignados. Carazo, a unos seis kilómetros al suroeste de Salas, es la primera conquista del héroe, aunque lo cierto es que fue el padre de Fernán González quien tomó esta plaza a principios del siglo X: una de las muchas inexactitudes históricas que se detectan en la obra. Lo que nos importa destacar es que el protagonista, criado en la montaña, se confirma como héroe en la Castilla del Arlanza. Ocurren en esa zona dos episodios fundamentales de la leyenda: la primera victoria contra los musulmanes y la experiencia iniciática en San Pedro de Arlanza, donde se le revela al héroe su destino glorioso (estrofa 237 y sig.).

A la toma de Carazo sigue un contraataque musulmán. Los castellanos se concentran en Muñó, localidad que debió de ubicarse sobre el curso inferior del Arlanzón, esto es, al noroeste de los escenarios anteriores. Desde Muñó las huestes castellanas se desplazan hacia Lara, en cuyas proximidades tiene lugar la persecución del jabalí y el hallazgo providencial de la ermita de San Pedro (226 y sig.). A pesar de su inferioridad, el ejército cristiano alcanza una gran victoria con la ayuda de los poderes sobrenaturales y se inicia el enriquecimiento de la pobre alcaldía. A partir del nuevo equilibrio de fuerzas -con un héroe en pleno apogeo y una Castilla cada vez más poderosa- la acción traspasa las fronteras condales.

La localización de las primeras gestas del conde en la zona meridional de Castilla nos revela a un héroe empeñado en la lucha contra el Islam y a un territorio en proceso de afianzamiento de sus fronteras. El fortalecimiento del condado provoca la entrada en escena de las potencias cristianas hegemónicas. Los enfrentamientos de Castilla con Navarra y sus malas relaciones con León tienen como consecuencia una ampliación de los horizontes geográfico e histórico del Poema: ya no es la "España toda", pero tampoco el pequeño rincón de Burgos. La pequeña Castilla que logra derrotar a Almanzor deberá afirmarse como pueblo elegido para la defensa de la fe y la reconquista de la tierra. Ello convierte a Castilla en víctima de agresiones y asechanzas de reinos hermanos en la fe, pero enemigos en su proyecto de España.

No en vano, el primer ataque navarro se produce mientras Fernán González sirve a la causa de Dios lidiando con los moros e todo su poder (284b): los navarros, a quienes se acusa de alianza con los infieles, son los desencadenantes de la guerra y por tanto los responsables de que las mesnadas castellanas les invadan en represalia el territorio. Los combates se desarrollan en la Era Degollada, topónimo que puede referirse a algún lugar entre Nájera y Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja. Como consecuencia de la batalla, muere el rey navarro don Sancho, lo que incita al conde de Tolosa a vengarse de Castilla. La expedición franca cruza los puertos de Getarea y llega hasta la orilla del Ebro, donde es derrotada: muere el conde tolosano; los suyos escapan por una grand montaña (370a).

De La Rioja la acción vuelve a Castilla. Una confederación de pueblos musulmanes liderados por Almanzor avanza desde África hacia el norte, reclutando efectivos en Andaluzia y Almaria (390); el objetivo explícito de esta invasión es la conquista de España y la prisión del conde castellano (391). Los moros se sitúan en Hacinas y los castellanos en Piedrahita de Muñó. Antes de la batalla, el conde se retira a la ermita de San Pedro para invocar la ayuda divina: allí se le aparecen en sueños los santos Pelayo y Millán, que le auguran la victoria. Por primera y única vez el autor detalla la disposición de las fuerzas cristianas y señala sus lugares de procedencia (en la Castilla condal). Como estaba anunciado, la lucha se mantiene durante tres días; al último, con el auxilio de Santiago, se consuma la victoria de los castellanos, que persiguen a los moros hasta Almenar, en las proximidades de Hacinas, y llevan a enterrar a sus muertos a San Pedro de Arlanza.

La convocatoria de cortes por el rey de León Sancho Ordóñez introduce en el relato un nuevo frente conflictivo: la capital del reino. Desde los primeros versos queda clara la antipatía del conde castellano por la autoridad leonesa:



Ovo ir a las cortes, pero con grand pesar,

era muy fiera cosa la mano le besar...

(571)



Frente a las reticencias del conde, los leoneses reciben con gozo al héroe castellano: la excepción es la reina, hermana de Sancho de Navarra, muerto en combate. En este ambiente tenso se produce el legendario episodio del caballo y el azor, que tan beneficiosas consecuencias tendrá para la causa de las libertades castellanas. La traición propiciada por la reina doña Teresa nos muestra un León que es escenario de intrigas palaciegas y aliado de Navarra en su hostilidad a Castilla. La reina promete al conde que le entregará en matrimonio a su sobrina, hermana del rey García de Navarra, a cambio de la paz. En secreto, doña Teresa escribe a García dándole cuenta de la traición. Las vistas se convocan en Cirueña (La Rioja): Fernán González acude con los cinco caballeros acordados, pero se topa allí con más de treinta navarros que lo hacen prisionero en la ermita donde busca refugio. El conde es encarcelado en Castro Viejo, cerca de Nájera.

La acción pasa, pues, de León a Navarra, del occidente al oriente de Castilla, bajo el signo de la conjura contra el conde. Mas en sus relaciones conflictivas con Castilla, León y Navarra representan modelo diferentes de inestabilidad. Repárese en que mientras el Poema cuenta cuatro guerras entre castellanos y navarros, en León los castellanos y los leoneses combaten juntos contra el enemigo común musulmán. En la sede regia el contencioso castellano-leonés se resuelve por vía de la intriga, hasta el punto de que el belicoso condado alcanza su exención de forma contractual y no militar.

 
Belorado


La prisión del conde en Castro Viejo lleva a un desdoblamiento del relato en dos acciones y espacios narrativos paralelos: en Castilla, asistimos al duelo popular y a la partida en busca del cautivo; en Navarra, a la liberación y fuga de Fernán González. El episodio está novelescamente ligado a la ruta jacobea: por el "camino francés" llega el conde lombardo y por el mismo camino huyen Fernán González y la infanta doña Sancha. Los castellanos, por su parte, cruzan la frontera de los montes de Oca; cerca de Belorado, ahora en cabo del condado (687b), se encuentran unos con otros. Desde esta localidad se dirigen todos a Burgos, donde se lleva a cabo el matrimonio del conde castellano y la infanta navarra.

Unos ocho días después de iniciadas las bodas, los navarros vuelven a atacar Castilla. Las huestes de Fernán González salen a su encuentro en un lugar indeterminado de la frontera del condado (693c). El desarrollo de este conflicto es similar al de otros ya referidos: vencen los castellanos y, como novedad, el rey es hecho prisionero. Luego obtendrá la libertad por mediación de su hermana doña Sancha.

Más tarde llegan noticias de un ataque musulmán contra León, y el rey don Sancho solicita la ayuda de Fernán González para romper el cerco. El castellano acude sin dilación. El rey moro de Córdoba, enterado de la presencia del conde, levanta el sitio de León, ataca Sahagún y saquea la Tierra de Campos. Fernán González consigue expulsar a los invasores pero, al rechazar la ayuda de las mesnadas leonesas, causa gran malestar en la Corte. Cuenta el poema que los castellanos no vuelven a ser convocados a las Cortes por dos años(estrofa 737).

Desde Castilla, Fernán González reclama el pago del caballo y del azor vendidos al gallarín al monarca leonés. Pero el monto adeudado se ha incrementado tanto que ni siquiera todos los de Europa non lo podrien pagar (741d). El pleito queda sin resolverse de momento.

Los últimos versos conservados del manuscrito cuentan una nueva agresión navarra mientras Fernán González se halla en León. Los navarros saquean tierras de Burgos y llegan hasta las puertas de la capital castellana antes de retirarse a su tierra. Cuando el conde regresa a Castilla, envía mensajeros para desafiar al rey. La batalla se libra en Valpierre, en la orilla del Ebro; Fernán González permanece invicto.

Por la Primera Crónica General sabemos que el desenlace de la historia tiene lugar en León. Allí el conde, acusado de rebeldía, está preso. La condesa obtiene su libertad haciéndose pasar por una peregrina. Después el castellano reclama al rey el pago de la deuda. Al no obtener respuesta, saquea tierras leonesas y obliga al monarca a conceder la exención del condado.

Observamos, en definitiva, que el Poema relaciona las hazañas de Fernán González y el engrandecimiento de Castilla con una historia de España que tiene su principio en la llegada de los godos. La pérdida de España por la invasión musulmana provoca la entrada en liza de Castilla, a la que salvan de la destrucción su orografía abrupta y las virtudes de sus habitantes. Es precisamente en la montaña donde se cría el conde Fernán González, que se confirma como héroe en las tierras del Arlanza y el Arlanzón, donde se ubica el cenobio de San Pedro. Carazo, Lara y Hacinas representan en el Poema el frente de guerra entre castellanos y moros. Por otra parte, el progresivo fortalecimiento del condado suscita la hostilidad de los reinos cristianos de Navarra y de León. Se refieren, según decíamos, cuatro conflictos entre Navarra y Castilla, a los que hay que añadir la prisión del conde en Castro Viejo. El teatro de operaciones de estos enfrentamientos es la zona fronteriza de La Rioja (Era Degollada, vado del Ebro, Cirueña, Castro Viejo, Valpierre) y la Castilla burgalesa. Por lo que se refiere a León, con la excepción de la intervención castellana en ayuda de los leoneses sitiados (y un presunto saqueo por el impago de la deuda del caballo y el azor), los sucesos que acaecen en la capital del reino tienen relación con la actividad política o con intrigas palaciegas.

Ayllón



La inestabilidad de la frontera meridional de Castilla en los primeros tiempos de Fernán González es histórica. En 933 los ejércitos de Abd al-Rahman III lanzaron un ataque contra Osma y San Esteban de Gormaz, que se saldó con la victoria en Osma de los castellano-leoneses. Sin embargo, al año siguiente, una nueva acometida de los musulmanes obliga a las fuerzas de Ramiro II a refugiarse en Osma mientras los atacantes devastan Burgos. Al localizar las principales batallas en Lara y Hacinas, el autor del PFG desplaza la zona de conflicto al norte, a las proximidades de San Pedro de Arlanza, lo que le permite atribuir a dicho convento un protagonismo que realmente no pudo tener.

Las malas relaciones entre Castilla y Navarra son también históricas, pero no las guerras que cuenta el Poema. La política frente al califato de Córdoba, la intervención de Navarra en los asuntos leoneses y el control de Álava eran algunas de las cuestiones calientes que podían derivar en choques armados. La reconciliación de Fernán González y García Sánchez I tras la guerra de sucesión que estalla a la muerte del monarca leonés Ordoño III -en la que Fernán González apoya a Ordoño IV contra el candidato de los navarros, Sancho I- garantiza un largo período de paz. El autor imagina como escenario de las confrontaciones castellano-navarras una pequeña zona de La Rioja. Más concretamente todo sucede en las proximidades de dos grandes ejes geográficos: el río Ebro y el camino de Santiago.

Cabe recordar, por último, que el conde Fernán González histórico participó activamente en la política de la corte leonesa, con cuya familia real estuvo emparentado. Aparte de la capital y sus alrededores, los escenarios leoneses del poema se reducen a la Tierra de Campos, con la villa jacobea de Sahagún a la cabeza. La invasión mora que cuenta el poema podría tal vez estar inspirada en la aceifa dirigida por al-Hakam II contra Castilla en 963.



Villafáfila, Zamora




Tras declarar en los versos iniciales el asunto del poema, el autor especifica la naturaleza de los hechos que pretende narrar en los siguientes términos:



El, que es buen maestro, me deve demostrar

commo cobro s' la tierra toda de mar a mar.

(2c, d)



Por el sentido del texto debe entenderse que "la tierra" es España y que "de mar a mar" quiere decir de norte a sur; lo que significa que cuando el autor redacta su obra, la reconquista cristiana iniciada en el norte ha avanzado (o al menos es concebible tal avance) hasta las costas meridionales de la Península. Si tenemos en cuenta que no puede hablarse de conquista "de mar a mar" hasta la toma de Cartagena (año 1243) y otros puntos de las costas andaluzas a mediados del siglo XIII, atribuir a Fernán González esta hazaña constituye un flagrante anacronismo. La licencia poética se nos antoja excesiva, pues el Poema está probablemente escrito después de las conquistas de Fernando III. Pase que el autor ignorara el alcance real de las victorias de Fernán González, que no fueron más allá de la Extremadura castellana (Sepúlveda, 940), pero no las de su propia época.

¿Por qué si el tema principal es "el conde de Castiella" se saca inmediatamente a relucir la conquista de la tierra llevada a cabo por el rey Fernando III? Parece evidente que en el poema hay una glorificación exagerada del héroe y que se concibe una continuidad histórica entre las conquistas efectuadas por el conde en el siglo X y las que Fernando III realiza en el XIII. Si ello es cierto, el objetivo de la obra debería entenderse así: el autor invoca la ayuda divina para escribir un relato sobre el conde de Castilla, cuyos hechos se encuadran en un proceso histórico que conduce a la conquista de la tierra "toda de mar a mar". De ahí que en los versos siguientes, el autor sitúe este devenir en un contexto más amplio, que remonta hasta los orígenes de la monarquía hispánica durante la dominación visigoda y la posterior "pérdida de la tierra" como resultado de la invasión musulmana:



Contar vos he primero de commo la perdieron

nuestros antecessores, en qual coita visquieron.

(3a, b)



commo fueron la tierra perdiendo e cobrando

fasta que todas fueron al conde don Fernando.

(5b, d)



commo se dio la tierra al buen rey don Rodrigo

commo la ovo a ganar el mortal enemigo.

(6b, c)



En las primeras estrofas es característico el empleo reiterativo del sintagma "la tierra" con el significado amplio de "país, región o territorio". A partir de la estrofa 14, cuando da comienzo el relato de los reyes godos, aparece ya el nombre de España:



Tornemos nos al curso, nuestra razon sigamos

tornemos en España a do lo començamos.

(14a, b)



El término "tierra" reaparece frecuentemente con las mismas u otras acepciones: El señor que crio la tierra e la mar (2a); veianse de nuevo en la tierra tornados (97b); unos venien por tierra, otros venien por mar (400b). La expresión la tierra toda de mar a mar (2d) coincide con España toda de mar a mar (19a); estas fórmulas binarias de universalidad, compuestas por términos geográficos, son características del estilo del Poema: oteros e llanos (252c), montes e valles (253d), por cuestas e por llanos (273d), en torre nin en çerca (297b), senderos e carreras (386d), fortalezas e llanos (678d).

Desde oriente y enviados por Cristo, los godos conquistaron el mundo: las tierras de Roma (17), España, África y Turonia (19). Era al principio un pueblo idólatra y guerrero que por inspiración del Espíritu Santo abraza la fe de Cristo y se convierte en luz e estrella de todo el cristianismo (23b). A partir de su conversión, empieza a hablarse de "españones". Del rey Wamba, por ejemplo, dice que venia de los godos (28b); esto es: ya no era godo, era español.

Con anterioridad solo se había empleado una vez el gentilicio "españones", ligado también a la idea de cristianización: Desque los españones a Cristus conoscieron (9a).

España es una comunidad de fe; pero también un reino:



Buscando l' por España lo ovieron de fallar

fizieron le por fuerza esse reino tomar.

(29a, b)



La economía de la España goda se fundamenta en la agricultura. Así vemos que en el discurso del conde don Julián ante el rey Rodrigo, aconsejándole que se deshaga de las armas por ser la paz segura, el conde contrapone a los gastos militares el desarrollo de la producción agrícola. El cultivo de viñas y cereales (51) se cita como objetivo prioritario. En cuanto a la estructura social, hay una distinción entre caballeros y peones, ocupados unos en la milicia y otros en el cultivo de la tierra. En la corte el monarca solicita que todas las armas y utillaje militar se reconviertan en aperos agrícolas:



Lorigas,capellinas e todas brafoneras,

las lanças e cochiellas e fierros e espalderas,

espadas e ballestas e asconas monteras,

metet las en el fuego fazet grandes fogueras.

(63)



Esta desmilitarización del país implica una alteración del orden social y económico que tendrá consecuencias funestas. El resultado del cambio -y atención, que ello forma parte de la lección del poema- no va a ser la prosperidad, sino la destrucción por falta de armas. El organicismo de la sociedad feudal se pone así de manifiesto: la extirpación o degeneración de uno de sus partes acarrea la destrucción de la sociedad toda.

Por lo que respecta a la geografía urbana, solo aparecen citadas dos ciudades españolas: Toledo, morada de San Eugenio; y Sevilla, morada de San Isidoro (26) y primera localidad importante que cae bajo el poder musulmán (74). Los santos obispos pertenecen a las potestades (62c), que ejercen el magisterio eclesiástico (San Eugenio recibe el tratamiento de "pastor de españoles" y San Isidoro, de "arzobispo y señor") y representan la cultura. De este modo quedan reflejados los tres estamentos de la sociedad feudal: oratores, velatores y laboratores.

Al narrar la convocatoria de cortes por el rey don Rodrigo, el autor comete el anacronismo de reunir en ellas los "cinco reinos" de la épica medieval, que en la realidad se gestan durante la reconquista:



Aragon e Navarra, buena tierra provada,

Leon e Portogal, Castiella la preçiada.

(57b, c)



Las simpatías del autor están bien claras: Castiella la preçiada, / non seria en el mundo tal provinçia fallada (57). Obsérvese además que se designa a Castilla como "provincia": más tarde será alcaldía, condado y cabeza de reinado (173).





En su proyección internacional España aparece estrechamente vinculada a África. Es cierto que corre la misma suerte que otras tierras de Roma y comparte con Turonia un pasado gótico común (17 y sig.); pero más antiguos aún son los lazos entre España y África. El rey don Rodrigo recuerda que es toda España en nuestro poder, / mal grado a los moros, que la solien tener (59). Las invasiones godas, que afectan también a África, trasladan a España el centro del poder. Del rey Çindus (¿Recesvinto? ¿Chindasvinto?) se afirma que España e Africa ovo en su valor (27b); y de don Rodrigo, que gano los Montes Claros el buen guerreador (36b). Serán el pecado y la traición las causas de que el dominio africano se restaure en España.

No es extraño que la política exterior española se vea volcada hacia África si tenemos en cuenta tanto el tema de la obra como el tiempo en que se escribió. El protagonista del Poema es un héroe cristiano enfrentado contra los invasores musulmanes y todos aquellos cristianos que obstaculizan el designio redentor de Castilla. Y cuando el autor elige un héroe de tal calaña, los reyes castellanos continúan empeñados en la misma cruzada de su Fernán González.

El nombre de África aparece varias veces citado en el relato: África e Turonia ovieron por mandar (19c), a España e África ovo en su valor (27b), Avemos nos en África una buena partida (60a), mando por toda África andar el apellido (387c), toda tierra de África sobre mi es venuda (403c), etc. Debe entenderse por África el norte musulmán del continente; en ocasiones la precisión es mayor y consta el nombre de Marruecos: commo ovo por las parias a Marruecos troçido (42b), fueron aquestas nuevas a Marruecos passadas; / las gentes africanas fueron luego juntadas (71)... Los habitantes de África merecen en el Poema un tratamiento peyorativo. Se les denomina "moros","gentes africanas", o se les designa con expresiones que aluden a su condición de no creyentes o de bárbaros: gente descreida (60b), paganos (73c), gente renegada (74a), non bautizantes (103c), gent brava (502d), mala simiente (517c)...

Con la excepción de Marruecos, el único país africano citado es Egipto, también como patria de otro pueblo "non bautizante", los judíos: Non fueron estos godos de comienço cristianos, / nin de judios d'Egipto, nin de ley de paganos (16).

En el relato de la batalla de Hacinas se cuenta la llegada desde África de un gran ejército invasor, formado por diversos pueblos orientales y magrebíes: turcos e alarabes (386a), los almohades e los avenmarinos (387a). El poema reúne a pueblos de diferentes períodos históricos sin otro objetivo aparente que destacar la solidaridad musulmana y su enorme poderío. Desde luego, no hubo tal confederación islámica. Los inicios del movimiento almorávide datan de principios del siglo XI, fundado por Ibn Yasin entre las tribus bereberes. Su sucesor, Yusuf ibn Tasfin, se apoderó de al-Andalus, que en 1090 pasó a formar parte de su imperio, hasta que hacia 1147 fue sometido por los almohades. Los almohades constituían un movimiento político y religioso musulmán, fundado por Ibn Tumart a principios del siglo XII. Formaron una dinastía y un imperio que llegó a derrotar a los almorávides; su decadencia se agrava tras la batalla de las Navas de Tolosa (año 1212). En cuanto a la dinastía bereber de los benimerines, conviene recordar que es posterior a la decadencia del imperio almorávide. Los benimerines (de Banu Marin) gobernaron Marruecos entre 1244 y 1465. No es tampoco cierta la unidad musulmana que imagina el poeta. En el siglo X existía una profunda división entre musulmanes ortodoxos, en la línea de Abd al-Rahman III de Córdoba, y los fatimíes, de credo chiita. Al poner a todos estos pueblos de épocas diferentes o enemigos entre sí bajo el mando de Almanzor (940-1002), la verosimilitud histórica salta por los aires. Lo que queda claro en el Poema es que Castilla resulta víctima de un ataque militar en gran escala; que los enemigos son musulmanes y las víctimas, cristianos.

Por extensión los de Europa son los cristianos, igual que los de África son los paganos. De hecho, cuando refiere el sufrimiento de los cristianos, el autor evoca la llegada de los moros hasta San Martín de Torres (Tours), en Francia.

La división de la Europa cristiana contrasta, sin embargo, con esa ficticia cohesión del mundo musulmán. Los comienzos victoriosos de la reconquista se ven obstaculizados por las agresiones francesas; las luchas entre castellanos, navarros y leoneses ponen de manifiesto que al poeta no le interesa tanto recalcar la unión cristiana como la de los enemigos. En la España cristiana del Poema, Castilla es sinónimo de pueblo elegido para la reconquista de la tierra y la exaltación de la fe; y los otros pueblos cristianos actúan como enemigos del destino providencial de Castilla.

La España musulmana recibe en el PFG dos denominaciones fundamentales: "Almaria" y "Andaluzia". Cuando Almanzor prepara una operación de represalia por la pérdida de Carazo, se cuenta que recluta sus tropas en el Almaria (199c); otra leva similar realiza este caudillo por Cordova e Jaen con toda Andaluzia, / Lorca e Cartajena con toda Almaria (390). Según algunos estudiosos, y de acuerdo con la especificación del verso 390b, "Almaria" debe de referirse a la zona meridional del Levante, mientras que "Andaluzia" comprendería la región sureña de la Península regada por el Guadalquivir.

El último ataque musulmán narrado en el Poema se dirige contra León desde Córdoba: quando oyeron los moros a Castiella nombrar, / quisieran, si podieran, en Cordova estar (728).

Según el poema, la toma de Sevilla por los moros se lleva a cabo sin resistencia (74). El rey Rodrigo ordena la movilización general y en el canpo que dizen Sangonera, / çerca del Guadiana (78) se concentran las tropas cristianas. El topónimo "Sangonera" no ha sido satisfactoriamente identificado. La PCG localiza Sangonera entre Murcia y Lorca, lo que ofrece el inconveniente de que por allá no pasa el Guadiana; tampoco cerca de Jerez ni de Sidonia, otras de las interpretaciones propuestas. La supuesta importancia de la batalla contrasta con la imprecisión de las fuentes sobre su localización. Pero lo importante no es la fecha ni lugar exactos del enfrentamiento, sino que estamos ante la única batalla del Poema en la que los musulmanes derrotan a los cristianos. Se inicia en tales circunstancias la destrucción de España, que activará la función redentora de Castilla (60).





El pueblo elegido, Castilla, tiene su origen en los cristianos fugitivos que buscan refugio en las montañas del norte; y la llama el autor Castiella Vieja (87a). En realidad hasta el año 800 no tenemos constancia documental del nombre de Castilla. Por lo que dice la Chronica Visegothorum (hacia 880), la parte oriental del reino astur, las Bardulias, se identifica con el territorio que luego pasaría a denominarse "Castilla". Es esta una zona montañosa que se mantuvo libre de la ocupación estable musulmana. No obstante, la expresión "Castilla Vieja", por anacrónica, suscita cierta confusión. Por la descripción geográfica e histórica que hace el poeta, ha de entenderse la Montaña Cantábrica. Recuérdese que la demarcación original de Castilla (Castella Uetula, con posterioridad, para distinguirla de los territorios reconquistados) comprendía los valles del Nela, Trema, Trueba, Salón y un sector del alto Ebro. La frase "Castilla Vieja" consta por primera vez en un diploma de 967, en el que se hace mención del alfoz de Tobalina.

La característica principal de Castilla es su orografía abrupta, lo que permite su defensa y garantiza su salvación:



Era Castiella Vieja un puerto bien çerrado

non avie mas entrada de un solo forado,

tovieron castellanos el puerto bien guardado,

por end' de toda España esse ovo fincado.

(87)



Una descripción válida para La Montaña, pero no para la Castilla que se extiende por los valles y parameras de la vertiente meridional. Precisamente los dos extremos del reino astur -la costa atlántica de Galicia y el alto Ebro- eran los lugares de más fácil acceso para los invasores musulmanes. De ahí que se concentraran en estas regiones mayores esfuerzos defensivos y que sus habitantes desarrollaran cierto sentimiento de independencia.

La inaccesibilidad de Asturias determina una situación idéntica a la de Castilla: non podieron los moros por los puertos passar / e ovieron, por tanto, las Asturias fincar (88).

 
Valle del Silencio, León

Controlaba el sector oriental de la Cordillera el duque Pedro de Cantabria (muerto hacia 730), padre de Alfonso I. Lo inadmisible es el protagonismo otorgado a los castellanos en las penalidades y glorias de los primeros tiempos de la reconquista. Sobre las condiciones de vida en estas regiones montañosas, el texto se muestra bien explícito:



murian de grand fanbre todos por las montañas (94c)



en tierra muy angosta, de viandas muy fallida (102b)



Sin embargo, algunas estrofas después, se dice en el elogio de España que Sobre todas las tierras, mejor es la montaña (147a), debido a sus riquezas agrícolas y ganaderas.

Las cuitas de los montañeses, sumadas al arrepentimiento que les embarga, conmueven la piedad de Cristo. Un ángel les anuncia que busquen a Pelayo, le nombren rey y acaten su autoridad. El encuentro de Pelayo tiene lugar en una cueva (recuérdese la COUA DOMINICA>Covadonga). Ya tienen un caudillo, ya estalla la guerra. Como no basta la fragosidad del terreno, los cristianos cuentan con la ayuda de las fuerzas celestiales para alcanzar su primera victoria. Relata el poema que, desmoralizados, los moros desçercaron la cueva, salieron de montaña (120c). La expansión de la tierra se convierte desde Covadonga en el objetivo prioritario de los monarcas cristianos. En la persona de Alfonso I, nieto de Pelayo e hijo del duque Pedro de Cantabria, se consuma la unión de los dos núcleos de resistencia galaico-astur. De este se cuenta que gano muy fiera tierra toda con su espada (123d); y acto seguido especifica algunos lugares representativos del avance de la reconquista (consignados todos ellos en la Chronica Visegothorum): Viseo, Braga, Salamanca, Astorga, Zamora y Amaya (estrofa 124).

Reparemos en que los súbditos victoriosos de Pelayo son, sin más precisiones, cristianos (121); en cambio, los que viven mala vida en la montaña y deben cumplir el tributo de las cien doncellas son castellanos (104). Los asturianos desaparecen de la historia como por arte de birlibirloque; cuando reaparezcan, será como integrantes de las huestes castellanas (459).

El relato genesíaco de la resistencia cristiana en el norte de España suscita varias reflexiones:

  • la importancia otorgada al medio natural para explicar la concentración de la resistencia cristiana en Castilla y Asturias
  • el anacrónico protagonismo que se concede a Castilla
  • la alianza de lo natural (la montaña) y lo sobrenatural (milagros) en beneficio de la causa cristiana
  • la historia de la reconquista hispánica se circunscribe al ámbito galaico-astur-leonés





El traslado de la acción narrativa desde los montes Cantábricos a los Pirineos no hace, en efecto, justicia histórica al papel de estos territorios en el proceso de conformación de España. De hecho, el autor no abandona sus perspectiva castellanista y pone a los castellanos bajo las órdenes del legendario Bernardo del Carpio luchando contra los franceses.

La España recién destruida por los musulmanes resurge como sujeto histórico en oposición a las pretensiones imperialistas de la Francia de Carlomagno:



Dixo que mas queria commo estava estar,

que el reigno d'España a Francia sojuzgar.

(129a, b)



Aunque el objetivo del ataque es conquistar España (?), las fuerzas francesas se dirigen contra Castilla (131). De acuerdo con el poema, los franceses realizan dos intentos de invasión: el primero por vía marítima, siendo detenidos en Fuenterrabía, desde donde inexplicablemente se retiran a Marsella (135); y el segundo, a través de los Pirineos, por los puertos de Getarea y Aspe (138 y sig.). Las mesnadas de Bernardo del Carpio salen a su encuentro, pero antes de la lucha el caudillo cristiano solicita al rey moro de Zaragoza que otorgue a los castellanos el privilegio de la delantera. La descripción del Ebro es idéntica a la que hace en el relato sobre el conde de Tolosa:



movieron pora un agua muy fuerte e muy irada

Ebro l' dixeron sienpre, assi es oy llamada.

(141c, d)



llegaron a un agua muy fuerte e muy irada,

Ebro l' dixeron siempre, assi es oy llamada.

(359b, c)



al pie le passa Ebro mucho irado e sobejo.

(754d).



La geografía de las campañas carolingia y navarra contra Castilla tiene en común unas referencias tópicas, como son los puertos de Getaria y Aspe, el río Ebro y localidades próximas al camino de Santiago. La geografía jacobea está, efectivamente, bien representada en el Poema. El "camino francés" aparece además en el episodio de la prisión del conde en Castro Viejo; en la PCG se cuenta asimismo cómo la condesa doña Sancha libera a su marido disfrazándose de romera. Nos encontramos con una geografía de raíces literarias (carolingias, jacobeas), que es poco explícita en cuanto a descripciones y tiende al rasgo tópico y al estilo formulario.

El episodio de Roncesvalles revela la mentalidad castellanista desde la que el texto contempla el proceso de afirmación de la España cristiana. Tras señalar las victoriosas campañas de Alfonso I por Portugal y la meseta del Duero, el autor fija su atención en la frontera pirenaica, al otro lado de la cual acecha el enemigo francés. La distinción entre España y Castilla no es clara. El rey asturiano Alfonso II (años 866-910) aparece como monarca de España, frente al emperador de Francia, Carlomagno; y Marsil de Zaragoza, rey de los pueblos paganos (142a). Castilla se presenta revestida de su hegemonía futura, siendo la víctima principal de la agresión francesa y la más entusiasta defensora de la independencia hispánica.

Pirineos, Navarra





En las crónicas del siglo XIII, cuando la situación de la reconquista y la monarquía cristiana propiciaban cierto optimismo, el tópico de la LAUS HISPANIAE alcanza su momento álgido. Y es precisamente en este contexto en el que se encuadran los elogios de España y Castilla contenidos en el PFG. El poeta traslada su optimismo del siglo XIII a un pasado fabuloso en el que los españoles se imponen sobre los franceses, y los castellanos sobre el resto de los pueblos de España y los islamitas.

Podríamos dividir el contenido del elogio de España en dos parte más una conclusión:

  • elogio de las riquezas naturales
  • España es una tierra honrada por Dios
  • España es mejor que sus países vecinos

Se parte de la constatación de una naturaleza privilegiada para concluir mostrando la preferencia de Dios por España y la superioridad moral de los españoles.

Al principio, los elogios tienen un marcado carácter economicista, que nos recuerda de nuevo el modelo de economía agraria en que se basa el orden feudal. El autor exalta el clima templado del país, que favorece el crecimiento de los pastos y los árboles frutales; apunta como riquezas agrícolas el lino, el aceite, los cereales, el vino y la grana. Alude también a la abundancia de caza y pesca; a los recursos hídricos y minerales: oro, hierro y plata; y a la producción de lana, cera, sal y escarlata. En opinión del escritor, España es una tierra bien abastecida de lo necesario, con un clima excelente y unas riquezas que no poseen Inglaterra ni Francia, que son las vezindades (156a) con que se compara España.

A las ventajas naturales de España hay que sumar las sobrenaturales. España es superior a Inglaterra y Francia por ser la tierra que honró Santiago (154) y por la abundancia de santos y mártires (155). La feliz conjunción de una tierra paradisiaca y unos hados propicios convierten a los españoles en hombres mejores (156).

El elogio de Castilla (157-159) sigue al de España y se diferencia de este porque no contiene referencias a las riquezas naturales, sino solo a la historia y religiosidad. Tras concluir su entusiasta loor de España, el autor manifiesta sin ambages la superioridad de Castilla sobre el resto del país. El argumento fundamental es que fue de los otros el comienço mayor (157b); y por ello:



guardando e temiendo sienpre a su señor

quiso acreçentar la assi el Criador.

(157c, d)



Así pues, se establece una relación causal entre la bondad de los castellanos, la ayuda divina y el engrandecimiento del condado. Pero, ¿quiénes son los españoles a los que elogia el poeta? ¿Los malvados navarros y leoneses contra los que tiene que combatir Fernán González? ¿Los aragoneses u otros españoles a los que no se asigna ningún papel en esta historia? Cuando se redacta el PFG, la expansión de Castilla llega hasta Andalucía y Murcia, y tal es la España a la que ha de referirse el autor, que distingue también entre Castilla y Castilla la Vieja. La superioridad de Castilla la Vieja se basa en el reiterado argumento expansionista: ca conquirieron mucho maguer poco convento (158c). Como apuntamos más arriba, al extenderse la denominación de Castilla a los territorios reconquistados en el norte de Burgos que no formaban parte de la demarcación original del país (en la zona de Espinosa), se empezó a llamar a este Castella Uetula, según consta por primera vez en un diploma de 967. Con el avance hacia el sur de la reconquista, se amplió la designación de Castilla la Vieja a toda la región del alto Ebro, distinta de la Castilla burgalesa del Arlanza y el Arlanzón. Con posterioridad a la caída del reino de Toledo (Toledo, 1085), se contrapuso la Castilla Vieja de la meseta del Duero a la Castilla Nueva de la meseta inferior.

Tal vez desde la mentalidad del siglo XIII, el autor pretendía reclamar la superioridad de la Castilla condal de la que procedía su héroe y en donde se sitúa el monasterio de San Pedro de Arlanza, en un tiempo en que Toledo ejercía una mayor influencia política dentro del reino. Los versos ca conquirieron mucho maguer poco convento: / bien lo podedes ver en el acabamiento (158) nos inclinan a esta interpretación, pues difícilmente podrían atribuirse a la Castilla montañesa grandes conquistas, contempladas desde la perspectiva de la expansión castellano-leonesa en el siglo XIII.





Interrumpida la acción del relato en la batalla de Roncesvalles, que el autor data en época de Alfonso II (años 791-842), sigue al elogio de Castilla el episodio de la elección de los alcaldes (estrofas 163 y sig.). Los legendarios jueces de Castilla representan en el Poema la iniciativa política de los castellanos ante el vacío de poder que sucede a la muerte del monarca astur. Castilla se dota de una rudimentaria forma de autogobierno basada en su propia tradición jurídica. Pero es más: se inventa una relación de parentesco entre el juez Nuño Rasura y el conde Fernán González, de tal modo que en los versos siguientes nos encontramos con una Castilla provista de un jefe, una organización institucional y un territorio propio; esto es, una Castilla concebida ya como comunidad política diferenciada.

La estrofa 171 especifica con inusitado detalle los limites territoriales del condado hacia 931:



Estonçe era Castiella un pequeño rincón,

era de castellanos Montes d'Oca mojon,

e de la otra parte Fitero el fondon,

moros tenien Caraço en aquesta sazon.

(171)



El "pequeño rincón" se extendía unas pocas decenas de kilómetros al oeste, sur y este de la ciudad de Burgos; queda sin delimitar la frontera septentrional (que entendemos sea el Cantábrico).

Sobre la Castilla original tenemos que:



  • es un territorio pequeño: era Castiella un pequeño rincon (171a)
  • como comunidad política constituye una alcaldía: Era toda Castiella solo una alcaldia (172a)
  • es pobre: era pobre e de poca valia (172b)
  • es patria de hombres buenos: nunca de buenos omnes fue Castiella vazia (172c)

El autor resalta ahora, incurriendo en nueva contradicción, las desventajas de Castilla, que se resumen en la pequeñez de su territorio, la pobreza y la ausencia de una organización política superior. La conjunción de un buen jefe y unos buenos vasallos hará, sin embargo, posible que Castilla supere felizmente estas limitaciones, de modo que la pobre alcaldía acabe como cabeça de reinado (173d). El interés del autor por mostrar el engrandecimiento de Castilla le lleva a exagerar la insignificancia de condado a principios del siglo X. Recordemos que durante el reinado de Alfonso III (años 866-910), la frontera meridional de Castilla llegaba hasta el Esgueva y que este mismo monarca ordenó la fortificación de Grañón, al oriente de los montes de Oca. Bien es cierto que la repoblación iba más lenta y que se trataba de unas fronteras fluctuantes, sometidas a los avatares de la guerra. Buena prueba de ello la tenemos en la campaña de Valdejunquera (920), por la cual los castellanos debieron abandonar Osma, San Esteban y Clunia, en la ribera del Duero. Los límites del condado que fija el Poema coinciden más bien con los de Castilla en tiempos de los primeros condes. Rodrigo (hacia 852-873) es el primer conde castellano del que conservamos noticia. Bajo su gobierno se conquistaron Amaya, Talamanca, Escalada, Villarcayo, Valdivieso y Auca; y se fortificaron las localidades de Mijangos, Burgos y Oca. Los ataques musulmanes que se suceden entre 863 y 867 obligaron a abandonar las posiciones de Burgos y Oca. Su hijo Diego Rodríguez (hacia 873-885) hereda Castilla y Álava. Durante su gobierno se consolida la línea defensiva del Arlanzón, pero queda rota a su muerte la unidad del condado. Durante el reinado de García I de León (años 910-914), la frontera llega al Duero.

En la geografía literaria del PFG abundan las referencias a la Montaña.

Tenemos, en primer lugar, una montaña histórica, que sirve de refugio a los cristianos fugitivos y es la cuna de la reconquista. Tanto Castilla como Asturias se caracterizan por la fragosidad de su territorio. En los montes Cantábricos se producen dos hechos milagrosos: la aparición de un ángel que anuncia a los cristianos la necesidad de encontrar y obedecer a Pelayo; y la primera victoria cristiana en Covadonga. Lo que no fue posible en el "campo de Sangonera", lo es luego en la peña (118b), con la intervención de los poderes sobrenaturales.

Exceptuando la toma de Carazo (una sierra muy alta, muy firme castellar, 192d) y el saqueo por los navarros de los montes de Oca (747), la montaña no vuelve a ser escenario bélico; las guerras se libran en las llanuras y valles fluviales.

Las raíces históricas de Castilla en la montaña guardan un interesante paralelismo con la biografía legendaria del héroe. Del conde de Castilla se cuenta que furto le un pobreciello que labrava carbon, / tovo lo en la montaña una muy grand sazon (177). Se trata de un episodio cuya filiación folclórica y literaria ha sido repetidas veces señalada por la crítica. Pero igual que la expansión de la tierra y la gloria del héroe son fenómenos parejos, su crianza en la montaña por un pobre carbonero simboliza la historia humilde de la primitiva Castilla. En la montaña el héroe adquiere conocimiento de su noble linaje (178) y de los sufrimientos de su pueblo (179). Ello le impulsa a cambiar la montaña por el poblado:



que non so yo osso bravo por vevir en montañas (181b)



Fernán González sigue el recorrido de los foramontanos que, desde tierras de Cantabria y Vasconia, cruzaban las montañas y fundaban asentamientos en la meseta.

La seguridad que ofrece la montaña a los fugitivos es un motivo reiterado en el poema. Se dice que los francos del conde de Tolosa, a quienes derrotan los castellanos, Fueron todos foidos por una grand montaña (370a); y cuando Fernán González y la infanta doña Sancha huyen de Castro Viejo por el "camino francés", cuenta el relato que buscan el amparo de un monte espesso (644c) y que, al avistar una mesnada sospechosa, non veian montaña do meter se pudiessen (674b). Como contrapunto, el lance con el mal arcipreste (645 y sig.) muestra que lo mismo que hace de la montaña un lugar seguro para los fugitivos -la soledad-, la convierte en un terreno peligroso, transitado por malhechores.

La montaña es también un espacio propenso a las maravillas sobrenaturales Lo vemos en el hallazgo de Pelayo y en el prodigio de Covadonga. Pero es patente sobre todo en las milagrosas apariciones de San Pedro de Arlanza, lugar fortuitamente descubierto por el héroe mientras perseguía a un jabalí:



por ir buscar el puerco metio s' por las montañas

(226c)



El hecho de que la educación del héroe y su primer contacto con lo sobrenatural tengan por escenario la montaña, nos lleva a recordar que la montaña (=bosque) de la literatura folclórica está estrechamente vinculada a los ritos de iniciación. La montaña del PFG se nos presenta como lugar yermo que por su naturaleza agreste sirve de refugio, obstáculo o espacio maravilloso.

Frente a la preponderancia del monte, el llano consta en expresiones de tipo formulario: oteros e llanos (252c); por cuestas e por llanos (273d); fortalezas e llanos (678d); o es, como la ribera, escenario de episodios bélicos: el fermoso prado de la Era Degollada (312b), la plana donde forman las huestes cristianas (450b), el llano donde se enfrentan Fernán González y García (701b)... etc.

El Poema, según hemos visto, fija la frontera meridional de Castilla a la altura de Carazo, cerca de Salas. Las grandes batallas entre cristianos y musulmanes se desarrollan en un pequeño territorio comprendido entre Lara y Carazo; dentro, por tanto, de los límites del condado. A pesar de las grandes conquistas atribuidas al conde (estrofa 5), el relato concluye sin una alteración sustancial de los límites y sin más que una alusión pasajera a las campañas de Fernán González en la Extremadura castellana (292).

A la victoria inicial de Carazo, sucede una operación de represalia comandada por Almanzor en persona. Los castellanos se concentran en Muñó, al noreste de Carazo, y desde allí se dirigen a Lara, que está a unos cuarenta kilómetros al este y que es donde se producen los combates. La victoria es de los cristianos, pero no se trata más que de una acción defensiva en territorio propio.

Otro tanto acaece en Hacinas. La agresión parte de Almanzor. La noticia del movimiento de tropas musulmanas sorprende a los castellanos en Muñó. Los ejércitos de Almanzor se acantonan en Hacinas, a cuatro kilómetros al sur de Salas (en tierra castellana); los cristianos, en Piedrahita, a seis kilómetros al noreste de Salas. Los combates duran tres días según el autor, que consagra al relato de la batalla más de setecientos versos. Si tenemos en cuenta que a las correrías del conde por Extremadura solo dedica una breve mención, sorprende la importancia desmesurada que se concede a una acción defensiva sin mayores consecuencias.

Y es que la geografía bélica del PFG, por lo que respecta a la frontera meridional de Castilla, no revela a un héroe conquistador de la tierra, sino su defensor. Es ciertamente un héroe invicto y que, como los reyes godos, actúa en defensa de la cristiandad y contra el moro (23). Todas las confrontaciones militares en que participa Castilla son iniciadas por el enemigo (excepto Carazo). La Castilla expansionista queda disminuida en el relato a una Castilla víctima, hostigada por todos, de fronteras inseguras.

Dice de Carazo: una sierra muy alta, muy firme castellar (192d), lo cual es más o menos conforme a la realidad geográfica. El resto de las notas descriptivas tienen el mismo carácter tópico y formulario a que ya estamos acostumbrados. En el relato de la batalla de Lara se habla de oteros e valles (252c) y de montes e valles (253d) y de que los moros son perseguidos por cuestas e por llanos (273d). En cuanto a Hacinas, refiere el poema la disposición de las huestes cristianas en medio de una plana (450b) y que los alaridos de los moros parecían mover los montes e los valles (512d); al segundo día, las haces forman otra vez en medio de la plana (513d).

La relación de Fernán González con el monasterio de San Pedro de Arlanza, a cuyas proximidades el autor se empeña en reducir el teatro de operaciones del héroe, es histórica. Fundado en 912 bajo el reinado de García I, Fernán González y su madre, Muniadona, confirman la emancipación del cenobio. Es además cierto que allí fue inhumado el conde y una de sus esposas. El monasterio se encuentra en la ribera septentrional del río Arlanza, entre Covarrubias y Barbadillo del Mercado. Según el Poema, la ermita está en una peña que resulta inaccesible a caballo: Non pudo por la peña el conde aguijar (229a); y parece ser que, en efecto, el monasterio primitivo era una pequeña capilla rupestre emplazada en lo alto de un roquedo.

En el texto, el conde descubre el eremitorio mientras persigue a un jabalí por las montañas: fallo lo en un arroyo çerca de Vasquebañas (226d). El topónimo "Vasquebañas" no se ha identificado; pudiera tratarse de un nombre geográfico común, relacionado con los términos "valle" y "cabañas" o "bañas". Por otro lado, la persecución de un animal salvaje que conduce al cazador hasta un lugar recóndito, donde se produce una experiencia sobrenatural, es un motivo folclórico. Algunos estudiosos lo han relacionado con la leyenda de San Eustaquio, famoso guerrero que abandona a sus hombres para ir de caza y que, persiguiendo a la presa, llega a una peña inaccesible donde se produce el hecho milagroso. Otros recuerdan la similitud con un episodio de las Mocedades de Rodrigo: en este caso el protagonista es Sancho Abarca, que a diferencia del conde castellano, no respeta la sacralidad del lugar donde se refugia el jabalí; el brazo del monarca queda entonces milagrosamente paralizado. La impiedad de Sancho Abarca y el prodigioso castigo coinciden en parte con el episodio del apresamiento de Fernán González en una ermita próxima a Cirueña: la vileza del rey García hace relucir la bondad del castellano, mientras la milagrosa partición del altar sirve de juicio divino (588 y sig.).




Olite, Navarra


Relata el Poema cuatro guerras entre castellanos y navarros:

  • saqueo de Castilla y batalla de la Era Degollada (estrofas 283-330)
  • ataque del conde de Tolosa (estrofas 331-382)
  • ataque del rey García durante las bodas de Fernán González (691-704)
  • saqueo de Castilla y batalla de Valpierre (743- )

Menéndez Pidal localiza la Era Degollada en el término de Valpierre, entre Nájera y Santo Domingo; es decir, en tierras de La Rioja y a la vera del camino de Santiago. De ser esto cierto, los castellanos penetrarían unos cuarenta y cinco kilómetros en territorio navarro, lo que constituye un largo recorrido para una sola jornada: entro les en la tierra quanto una jornada (311c). Pero si consideramos que la frontera castellano-navarra llegaba en tiempos de Fernán González hasta Grañón y Pazuengos -y no hasta los montes de Oca, como dice al principio el Poema-, el trayecto se reduciría a unos quince kilómetros.

Forman las haces navarras en un fermoso prado (312b); y he aquí que nos sorprende el poeta con un extraño apunte lírico, más propio de la descripción de un locus amoenus, que de un escenario bélico. No hace falta insistir en que la geografía del poema se basa en referencias tópicas: esta es una de ellas: al menos el "hermoso prado" de siniestro nombre se recuerda por una victoria castellana.

La derrota del rey don Sancho provoca una segunda intervención gascona al mando del conde de Tolosa. La batalla tiene lugar en un vado del Ebro, adonde los francos arriban tras cruzar el puerto de Getarea, en los Pirineos atlánticos. No se especifica en qué parte exacta del Ebro, pero sería pocos kilómetros al norte de la Era Degollada. Eso significa que los navarros recorren unos ciento cincuenta kilómetros hasta el río, por una ruta en la que confluyen ecos carolingios y jacobeos. El enfrentamiento se produce en el mismo río: el conde logra atravesarlo y la glera se va poblando de muertos (336); derrotados, los navarros huyen por una montaña (370a). Agua, río, vado, glera, montaña, son los términos geográficos que el autor emplea para localizar someramente la acción.

Sin concluir aún las bodas del conde castellano y de la infanta doña Sancha, las tropas navarras vuelven a dirigirse contra Castilla. El único dato que el poeta nos da de la localización de la batalla es que los castellanos a cabo del condado ovieron de salir (693c). La batalla se libraría presumiblemente en la zona de Belorado, pueblo que según dice en otra ocasión, está en cabo del condado (687b). Ahora bien, Belorado está al este de los montes de Oca,el límite de Castilla de acuerdo con lo dicho en la estrofa 171: era de castellanos Montes d'Oca mojon.

La siguiente campaña navarra aprovecha una ausencia del conde castellano, que se halla en León. El punto de partida de los invasores es Estella, cabeça de reinado, y villa del "camino francés", a unos treinta kilómetros al suroeste de Pamplona. Las huestes navarras devastan las comarcas burgalesas próximas a Álava (Piedralada, La Bureba), se encaminan hacia el sur, a los montes de Oca, y luego al noroeste, al valle del Ubierna, con lo que se sitúan en las puertas de Burgos. Esta es la única invasión del norte de Castilla que cuenta el poema e incluye breves notas descriptivas. Los montes de Oca, que antes eran una fiera montaña (670c), merecen ahora la calificación de buena tierra provada (747b); Rio d'Ovierna es tierra de pan bien abastada (747b), elogio que coincide con el dedicado a España.

La localización precisa de la batalla de Valpierre es quizá la más detallada que encontramos en la obra:



Ayuntaron se en uno en un fuerte vallejo,

buen lugar para caça de liebres e conejo:

cojen y mucha grana con que tiñen bermejo,

al pie le passa Ebro mucho irado e sobejo.

(754)



Si en la historia de la Era Degollada nos sorprendía el autor con su salida lírica, la descripción de la valleja de Valpierre no es menos chocante. La ribera del Ebro es por tercera vez escenario de una confrontación armada (sin contar con que la Era Degollada podría ser algún lugar próximo al río) y la fórmula descriptiva reincide en el mismo tópico, aunque se añaden observaciones sobre el terreno y su riqueza venatoria y agrícola.

El territorio riojano fronterizo con Castilla es también el escenario en que se desarrolla el novelesco episodio de la prisión del conde Fernán González tras la traición de Cirueña (estrofas 582-690). Cirueña se localiza a unos seis kilómetros al sureste del monasterio de Santo Domingo de la Calzada, en las proximidades de los lugares de Valpierre y del Ebro comentados con anterioridad. Tras el apresamiento del conde en una ermita, lo llevan a Castro Viejo, a una veintena de kilómetros al sureste de Cirueña. Allí será liberado por la infanta doña Sancha, gracias a los buenos oficios de un conde lombardo que se dirige en peregrinación a Compostela.

La importancia del "camino francés" en la geografía literaria del Poema se percibe claramente, tanto en este episodio como en el de la segunda prisión del conde, cuando la condesa se disfraza de romera para obtener la liberación del héroe castellano, preso en León por rebeldía.

Desde Castro Viejo, al sur del camino, los dos fugitivos toman la dirección de Castilla, amparándose en la soledad de los montes. Entre tanto, los castellanos deciden salir en busca de su jefe. El trayecto que siguen por Arlanzón, montes de Oca y Belorado se corresponde con un tramo del camino jacobeo. Arlanzón, adonde llegan el primer día, está a unos dieciocho kilómetros al este de Burgos, en la orilla derecha del río del mismo nombre. Aunque es un lugar ligado a la tradición del camino, que pasa por San Juan de Ortega, conviene recordar que la vía Aquitania-Astorga atravesaba Castilla por el valle del Arlanzón. Al día siguiente, los castellanos franquean los "fieros" montes de Oca y llegan a Belorado, después de recorrer unos veintidós kilómetros. Cerca de esta villa fronteriza se produce el encuentro con el conde y su prometida, que han tenido que andar en dos jornadas alrededor de treinta y cinco kilómetros.





Estella, Burgos y León, unidas por el camino de Santiago, son las capitales de las tres comunidades históricas en las que se gesta la leyenda de Fernán González. En la misma ruta jacobea, pero al otro lado de los Pirineos, se halla Toulouse, a cuyo conde se hace intervenir una vez en las contiendas peninsulares.

El papel que a estas localidades se asigna en el texto como espacios narrativos es desigual. Sin duda, la mayor importancia corresponde a León. León es la sede regia, donde se celebran las cortes a las que asiste pesaroso el conde castellano (estrofas 570 y sig.). En la capital del reino tienen lugar varios episodios fundamentales:

  • en la convocatoria de cortes se refleja la hostilidad política entre castellanos y leoneses (737)
  • la venta del caballo y el azor (575 y sig.): al retrasarse el monarca leonés en el pago de la deuda, esta se eleva a una cantidad imposible de reunir, por lo que se ve obligado a conceder la exención de Castilla
  • la traición tramada por la reina doña Teresa, que desencadena la prisión del conde en Castro Viejo y, casualmente, su matrimonio con la infanta navarra (582 y sig.)
  • la humillación de los leoneses por el conde castellano: el rey solicita la ayuda de Fernán González para repeler una invasión mora, y el conde expulsa a los musulmanes despreciando la colaboración de los leoneses (723)
  • en la PCG se narra una segunda prisión del conde: el rey le acusa de rebeldía



No figura en el Poema ninguna descripción de León o su tierra; ni siquiera consta la fórmula cabeça de reinado con que se caracteriza Estella (715).

La visión que se ofrece de León no es muy positiva. A pesar del buen recibimiento que los leoneses conceden al castellano, Fernán González es víctima de intrigas y acciones de represalia; y él se comporta con las autoridades leonesas de una forma despectiva (571), usurera (575 y sig.) y soberbia (723).

La ciudad de Burgos aparece por primera vez mencionada en el relato de la batalla de Lara, que se salda con la victoria de los castellanos; dice el Poema:



El conde e sus gentes e todos los cruzados

a la çibdat de Burgos fueron todos llegados;

folgaron e dormieron, que eran muy cansados,

demandaron maestros por sanar los llagados.

(282)



Más tarde marchan a Burgos los vasallos del conde con la mala noticia de su prisión (604). Y desde esa capital salen los castellanos por el "camino francés" en busca del héroe. Cuando lo encuentran cerca de Belorado, se encaminan todos a Burgos, donde se celebran las ilustres bodas.

Tampoco hay ninguna descripción de Burgos; pero queda claro que es un espacio positivo: para los castellanos es lugar de descanso y fiesta, y símbolo de su unión y fidelidad.

El nombre de Estella aparece como grito de guerra en boca de los navarros (316). Cuando Fernán González derrota al rey García, se cuenta que el monarca va a retirarse a Estella, cabeça del reinado, desde donde promete vengarse. Estella es asimismo la sede de unas cortes en las que el rey decide adoptar represalias contra el conde Fernán González; de ahí el saqueo de Castilla (743 y sig.). Las pocas veces que se menciona la capital navarra tienen que ver siempre con asuntos de guerras.

Urueña, Valladolid





Como conclusión de estas notas sobre la geografía literaria del PFG, destaquemos la escasez de datos y descripciones. Lo más frecuente es que las citas se reduzcan a la mera enunciación del topónimo: movio se de Muño con toda su mesnada, / fueron se pora Lara tomar otra posada (225); o de algún nombre geográfico común: iva se d'onbres muertos essa glera poblando (366c). Acompaña a veces al topónimo una aposición explicativa de estilo formulario: Aragon e Navarra buena tierra provada (57b). Y solo en contadas ocasiones hay concisos apuntes descriptivos: ... Caraço fue çercar, / una sierra muy alta, muy firme castellar (192). Las raras descripciones suelen incidir en aspectos tópicos, como la grandeza o fragosidad de los montes, la corriente del río, el locus amoenus o la riqueza de la tierra. Otro rasgo estilístico que se repite frecuentemente es el empleo de expresiones binarias con sentido de universalidad: oteros e llanos (252c), en torre nin en çerca (297b), tierra e mar (400b)... etc.

Debemos tener en cuenta que el Poema desarrolla unos contenidos presentados como históricos, pero que en absoluto se ajustan al rigor ni a la objetividad de la historia. Tales acontecimientos históricos deberían complementarse con una geografía realista. Pero reparemos en las siguientes combinaciones:

  • hechos ficticios (prodigiosos, novelescos...) se ubican en una geografía real
  • hechos históricos tergiversados se ubican en una geografía real tergiversada

En el primer caso los hechos ficticios pueden proceder de la fantasía del escritor, el folclore o la tradición literaria. Por ejemplo: el milagro de Covadonga, el episodio del conde lombardo... etc.

En el segundo caso se incluyen episodios tales como las batallas entre cristianos y musulmanes de Lara, Hacinas y Campos. Rastreamos en el relato trazas de unos conflictos históricos, pero que no sucedieron de la forma que nos cuenta el autor; cambian la ubicación, los protagonistas... etc.

A estos procedimientos fundamentales hay que añadir otros más:

  • el autor refiere hechos históricos en su localización histórica: por ejemplo, la celebración de cortes en León
  • el autor refiere hechos legendarios que localiza en una geografía indefinida, pero verosímil: por ejemplo, la crianza del conde en la montaña (¿qué montaña?)

No existe en el Poema una geografía fantástica, aunque sí existan serpientes celestes, huestes milagrosas y revelaciones sobrenaturales. Esto nos lleva a considerar el significado literario de los espacios narrativos que elige el autor: ¿por qué esos y no otros?, ¿qué sucede en ellos?, ¿cómo son descritos?, ¿qué implicaciones ideológicas connotan?...

Veamos antes cuáles son los principales escenarios geográficos en que se sitúan las acciones del relato:

  1. el monasterio de San Pedro de Arlanza y sus alrededores (Carazo, Muñó, Lara, Hacinas,...): aquí tienen lugar las grandes victorias del héroe contra los musulmanes y los más importantes hechos milagrosos; un vínculo sobrenatural une al monasterio, el héroe y sus gestas
  2. el camino de Santiago (desde los puertos de Aspe y Cize hasta Sahagún y León, pasando por Estella, Belorado, Oca,...): proporciona topónimos; aparece como eje de comunicación entre Francia y el valle del Ebro, entre La Rioja y Castilla y entre Castilla y León; es escenario de episodios legendarios y novelescos
  3. la ribera del Ebro: frente de guerra entre navarros y castellanos
  4. la montaña Cantábrica: cuna de la reconquista; lugar de crianza del héroe (?)
  5. Marruecos, Andalucía y "Almaria": escenario de la destrucción de España; de allí proceden las invasiones moras

Estos espacios pueden ser reducidos a tres ámbitos geográfico-culturales:

  1. ámbito arlantino: agrupa los lugares próximos al monasterio burgalés; es posible que allí se originara el Poema, por lo que no sorprende su contenido propagandístico
  2. ámbito jacobeo y carolingio: comprende los lugares de la región pirenaica, valle del Ebro y "camino francés"
  3. ámbito visigodo: llamamos así a todos los lugares relacionados con los hechos históricos y legendarios de la pérdida de España y el comienzo de la Reconquista

Como se puede comprobar, estamos ante una geografía literaria que responde a unas claves culturales precisas. Y es necesario en este sentido remarcar otro aspecto fundamental para la comprensión del texto: la subordinación de los contenidos referenciales al mensaje ideológico. Lo hemos comprobado en los reajustes que el autor efectúa para aproximar los acontecimientos al monasterio del Arlanza; también, en las diferentes versiones que se nos ofrece del territorio castellano, según interese destacar su riqueza o su miseria.

A modo de recapitulación, podemos sintetizar los rasgos que caracterizan el tratamiento literario del espacio narrativo en el PFG así: escasez de descripciones; observaciones tópicas; estilo formulario; fuentes literarias; y subordinación al tema.

La prioridad otorgada al ámbito arlantino y antes al núcleo castellano de reconquista convierten a la Castilla Vieja del Poema en un símbolo cuyo significado trasciende de lo histórico y adquiere connotaciones didáctico-morales. Castilla representa la modélica conjunción de un buen señor, unos buenos vasallos y un Dios propicio. El monasterio de San Pedro de Arlanza constituye el eje geográfico-espiritual de esa Castilla utópica: es el lugar donde la divinidad entra en contacto con el héroe y donde los castellanos muertos en combate descansan para siempre. Recuérdese una vez más que en el siglo XIII, cuando se escribió el PFG, Castilla era una realidad mucho más amplia y dinámica. Al constreñir lo castellano a un espacio tan reducido y concederlo una transcendencia tal, el texto falsea interesadamente la historia.


2


Del solar de Lara, Fernán González aparece en documentos de 929 con el título de conde. En 931 asumió el poder de los condados de Burgos, Lara, Lantarón, Cerezo y Álava, y en 932 figura como conde de Castilla. Nacido hacia 910, no se sabe nada de su infancia. Según algunas fuentes, era bisnieto de Nuño Núñez, que repobló Brañosera y a quien se ha relacionado con el primer juez, Nuño Rasura. Un hijo de Nuño Núñez organizó la defensa de Castrogeriz en 882; otro, de nombre Fernando, se estableció en Castrosiero. Un hijo de este Fernando fue Gonzalo, fundador de Lara hacia el año 900. Gonzalo extendió sus territorios hasta Aza y fue conde de Burgos y de Castilla. Su viuda, Muniadona -madre de Fernán González-, recibe en algunos documentos el título de comitissima, mientras que los historiadores árabes llaman a sus descendientes los Banu Muma.


El Poema de Fernán González -obra del siglo XIII, de autor desconocido y que pudo ser redactada en el monasterio de San Pedro de Arlanza- traza una historia imaginaria del héroe, a quien emparenta con los legendarios "padres de la patria" castellana e inventa una infancia fabulosa. Mientras que la Primera Crónica General, que sigue de cerca al PFG, no recoge la infancia del héroe; la Crónica de 1344, tal vez más próxima a la tradición juglaresca, cuenta que el conde fue criado por un caballero. La versión del PFG es que un carbonero rapta al futuro conde y lo cría en la montaña (estrofa 177), donde le a conocer su noble linaje. Cuando el héroe descubre los sufrimientos de los castellanos, abandona su retiro agreste para asumir las responsabilidades que le corresponden. Avalle Arce cree que el Poema aplica la "ley del contraste" en una estructura global típicamente hagiográfica. El contraste entre el niño raptado y el futuro héroe, entre la alcaldía y la cabeza del reino, o entre la mísera ermita y el monasterio de San Pedro de Arlanza contienen, pues, un inequívoco mensaje moral. Keller, por su parte, relaciona este episodio con la leyenda de San Eustaquio y con la crianza de Paris por unos pastores, según relata el Libro de Alexandre. Pero es asimismo obvio que se establece cierto paralelismo entre el cuento de la crianza del héroe y la historia de la Castilla condal. En efecto, el movimiento reconquistador desde la montaña y el flujo repoblador de los foramontanos convierten en verosímil la ambientación del episodio. En la Crónica de Arredondo, por ejemplo, se dice que el conde y su ayo -al que llama Martín González- vivían en un lugar retirado próximo a Laredo. Además, el linaje de Fernán González procedía de la Montaña -la mejor de las tierras para el autor-, por lo que no sería extraño que su familia tuviera allí posesiones. En cualquier caso, se presenta al héroe emparentado con los "padres de la patria", criado en el solar originario de la primitiva Castilla y compartiendo con su tierra unos principios humildes y probos; es decir, un héroe perfectamente identificable con la comunidad a la que representa.

Castillo de Turégano, Segovia


El proceso de formación del héroe pasa por una concienciación de casta (estrofa 178), y por un compromiso nacional-religioso (estrofas 179-182). El carbonero no es un simple ayo rústico, sino un transmisor del orgullo nobiliario que alienta al joven Fernán González. Desde el momento en que el héroe abandona las montañas, el pueblo lo recibe con alborozo como a su señor natural (184). La primera acción del nuevo conde es significativa: invoca la ayuda del cielo para salvar a Castilla de la postración en que se encuentra (185-190). Refiere luego el poema sus primeras victorias sobre los musulmanes (191 y sig.). En las virtudes marciales del conde se corrobora su noble linaje, que queda confirmado como dirigente modélico.
Los datos históricos dicen otra cosa. El encumbramiento de Fernán González, en un momento de desunión de los condados castellanos, pudo estar relacionado con los servicios que había prestado a Ramiro II en la guerra que este mantuvo contra su hermano Alfonso IV. En los primeros años de su gobierno, Fernán González participó en expediciones reales contra guarniciones musulmanas de las regiones del Duero, Tajo y Ebro. Como ya hemos indicado en otras ocasiones, el autor reduce el radio de acción del héroe y no manifiesta especial interés por la geografía de la expansión castellana. Su empeño es mostrarnos al caudillo cristiano que guerrea en defensa de la religión y que podía servir perfectamente de modelo a quienes en pleno siglo XIII se hallaban en similar brete. La intervención de Almanzor en una operación de represalia que culmina en la batalla de Lara es un anacronismo. No obstante, es cierto que hacia 933 Castilla fue víctima de un gran ataque musulmán comandado por el propio califa Abd-al-Rahman III. A diferencia de lo que cuenta el Poema, los castellanos solicitaron la ayuda del monarca leonés, y las fuerzas cristianas se impusieron en Osma. Posteriormente la alianza de Ramiro II con los tuchibíes de Zaragoza, que aspiraban a una cierta independencia del califato, provocó nuevas expediciones de Abd-al-Rahman III en 937 y 939. En esta última se produjo una victoria cristiana (Simancas), que aceleró el control del valle del Duero por los leoneses y castellanos: por la parte leonesa, la frontera avanza hasta el Tormes; los castellanos llegan hasta Sepúlveda. La historia revela, por tanto, una colaboración entre castellanos y leoneses en la que no faltan alianzas coyunturales con los musulmanes de Aragón. Todo esto lo ignora el autor del poema, que pinta a los castellanos de Fernán González como únicos defensores de la cristiandad. Buena prueba de ello es la narración de la campaña de Lara, en la que figura una serie de tópicos que volveremos a encontrar en episodios semejantes:
  • superioridad de las fuerzas musulmanas (197), lo que por contraste hace más meritoria la victoria cristiana
  • personalización del conflicto en sus caudillos: Almanzor pretende vengarse del conde (195)
  • la expedición enemiga se dirige contra Castilla (198)
  • rechazo de la opción pacifista planteada, en este caso, por Gonzalo Díaz (202-207)
  • revelación sobrenatural de la victoria al héroe castellano (237)
  • victoria castellana con la intervención divina (255)
  • botín (274)
  • referencia al monasterio de San Pedro de Arlanza (278)
Hay en la gesta de Lara un protagonismo absoluto de los caudillos y un trasfondo de guerra santa contra el infiel. Manifiesta el autor una ideología belicista y dedica una especial atención al monasterio de San Pedro de Arlanza, que une con vínculos sobrenaturales al conde, a su victoria y, por tanto, a la gloria de Castilla.
La réplica de Fernán González a Gonzalo Díaz (209-224) contiene una interpretación de la historia castellana que se corresponde con la ideología general del Poema. El conde invoca la necesidad de sacrificarse por Castilla (211) y recuerda la lealtad de los castellanos (213), su rectitud y voluntad (214) y, sobre todo, su bondad como súbditos (215-216). Toda esta sarta de virtudes hizo de Castilla la salvadora de España:

quando perdio la tierra el buen rey don Rodrigo

non finco en España quien valiesse un figo,

si non Castiella Vieja, un logar muy antiguo.
(217b, d)


Que existió una relación histórica entre el cenobio burgalés de San Pedro de Arlanza y el conde Fernán González es una cuestión sabida. Insistamos, no obstante, en el hecho de que a la vez que el poeta reduce el ámbito territorial de las gestas castellanas, magnifica los vínculos del monasterio con el conde.
El monasterio fue fundado en 912, unos años antes de que Fernán González accediera al poder. La importancia atribuida en el Poema al monacato sí puede contemplarse como un elemento realista, aunque con matices. Pérez de Urbel calcula que en una extensión de unos 200 km de longitud por 100 de anchura podían contarse en el “rincón castellano” más de cien monasterios. La primera fundación data de 759 y fue el monasterio cántabro de San Miguel de Pedroso. La relevancia demográfica y económica de estos conventos era dispar: solo unos pocos, entre ellos el de Arlanza, pasarían del centenar de monjes. Los había que eran fundados por un magnate o una familia. A veces los propietarios particulares emancipaban sus monasterios o se los entregaban a otros dueños. Fueron precisamente Fernán González y su madre, Muniadona, quienes confirmaron la emancipación del monasterio de San Pedro de Arlanza. Un ejemplo de la riqueza que llegaban a acumular algunos monasterios nos lo ofrece el de Covarrubias, que recibió del conde García Fernández, en el siglo X, más de cincuenta villas, unos veinticinco monasterios, quinientas vacas, mil seiscientas ovejas, ciento cincuenta yeguas y tres mil trescientos sueldos en metálico. Fernán González contribuyó también a la prosperidad del monacato castellano. Se cuenta que enriqueció el monasterio de Rezmondo "por la prosperidad de su condado, por el remedio de sus pecados y por las almas de sus padres", según Pérez de Urbel. A la muerte del conde, el ritmo de las fundaciones y donaciones decreció.
Las donaciones que daban derecho a los rezos de los monjes y a sepultura en el interior del templo eran frecuentes en la época, como bien refleja el Poema. El caballero se obligaba a constituirse en defensor de un monasterio; institución en la cual Pérez de Urbel ve el germen de las órdenes militares. Por lo que atañe a nuestro asunto, es el tipo de relación que mantiene el Fernán González literario con el cenobio donde se le revela su destino glorioso.
El autor urde la trama de un encuentro providencial de la ermita por parte del conde (226 y sig.). San Pedro se halla en un lugar retirado, donde los anacoretas llevan una vida ascética. El respeto de la sacralidad del lugar y la oración establecen un nexo espiritual entre el conde y la ermita. Estos lazos se materializan cuando el conde se compromete a entregar el quinto del botín al cenobio y a hacerse enterrar en él (247). Posteriormente Fernán González honrará al monasterio convirtiéndolo en panteón de los guerreros castellanos (565 y sig.). Hay, pues, una especie de intercambio de servicios. El monasterio recibe honra y riqueza; ofrece, como contraprestación, apariciones milagrosas y retiro espiritual. Al cabo, se transforma en un oráculo que proporciona al héroe conocimiento de su alto destino y la certeza de la victoria: armas fundamentales de su heroísmo.

León


La visión legendaria de Fernán González como libertador de Castilla está lejos de ajustarse a la realidad. Reparemos en que hasta la estrofa 570 del PFG no se plantea el contencioso entre castellanos y leoneses, y en que tras una breve referencia a los sucesos del conde en la corte, León solo vuelve a aparecer una vez más (en lo que conservamos del texto). Suponemos que el Poema completo relataría la exención del condado al no poder abonar el rey la cantidad adeudada al jefe castellano. Se trata, en definitiva, de una materia a la que se dedica menos atención que a los conflictos de Castilla con el Califato y con Navarra. Escrito el Poema a mediados del siglo XIII, en un tiempo en que los reinos de Castilla y de León conforman la unidad política más poderosa de la Península, las antiguas disensiones habían de ser para el autor un asunto de importancia secundaria en comparación con el de la reconquista en curso. Por otra parte, la figura de un noble rebelde a la autoridad real no respondía a la intención e ideología del Poema. Si el Fernán González del poema no destaca como conquistador, tampoco como rebelde. Sus enemigos pertenecen a dos clases: los infieles y los cristianos que se alían con los infieles. En este segundo grupo se incluyen los navarros y los leoneses, según la versión del autor. Así se justifica la guerra entre cristianos y una cierta rebeldía acreditada por causas mayores. Ni siquiera la exención de Castilla es resultado de una revuelta. El monarca de León pierde Castilla por no cumplir una deuda, por una infidelidad a la que agrava el hecho de que su víctima es su mejor vasallo, y el caudillo más leal y valeroso del reino.
Las tensiones entre Castilla y León y la emancipación del condado tampoco se citan en los versos introductorios del Poema, en los que el autor declara su propósito de exaltar las hazañas conquistadoras del conde. Las relaciones entre ambos territorios constituyen, no obstante, un capítulo importante en la historia política de los estados cristianos peninsulares y pueden ser contempladas como un paulatino proceso de convergencia que culmina con la unificación castellano-leonesa en el siglo XIII.
Ambas entidades políticas surgen del impulso reconquistador que sucede a la invasión musulmana. León fue repoblado a mediados del siglo IX por Ordoño I y se convirtió a principios del X en capital del reino, al trasladarse la corte de Oviedo. Del nombre de Castilla, aplicado a un pequeño territorio situado en la zona oriental de la Cordillera Cantábrica, en el alto Ebro, tenemos constancia documental desde el año 800: se aplicó el nombre a parte de un territorio denominado antes Bardulias en referencia al pueblo de los várdulos. Por lo menos desde Alfonso I (años 739-757), estaba integrado en el reino astur, si no antes, como parte del ducado de Cantabria. En los orígenes y en el movimiento de repoblación de la meseta del Duero hay paralelismos notorios entre León y Castilla, aunque existieron también diferencias. Téngase en cuenta que León era la sede de la corte y entre sus miembros figuraban sobre todo familias descendientes de la nobleza visigoda, lo que hizo de León un baluarte del tradicionalismo goticista. En el ámbito jurídico, la vigencia del Fuero Juzgo; y en el cultural, el papel preeminente de la Iglesia, que mantuvo viva la lengua latina y el legado de San Isidoro, refuerzan los vínculos que unían León con Toledo. La organización socioeconómica era de índole feudal. Pronto se constituyeron grandes propiedades en poder de la nobleza y de la Iglesia, y se formó una masa de campesinos dependientes. Los primitivos condados orientales que se unificaron bajo la dirección de Castilla se distinguían en su organización socioeconómica por la existencia de una masa amplia de campesinos libres, nacida de la repoblación por el procedimiento de presura. Las comunidades de aldea agrupaban a estos campesinos libres y en ellas coexistía la explotación privada de las tierras de labor con el uso colectivo de montes y pastos. Como era un territorio frecuentemente expuesto a los ataques musulmanes, que seguían la vía natural del valle del Ebro, la situación de permanente inseguridad propició el ascenso de parte del campesinado a la categoría de caballeros villanos. El alejamiento de la corte favoreció la conservación de un derecho basado en la costumbre, aspecto que se ve reflejado en la leyenda de los alcaldes de Castilla.
Pues bien, ¿qué representaba Fernán González en aquel rincón marginal del reino leonés? En opinión de Julio Valdeón:

El "hecho diferencial" castellano, dentro del conjunto astur-leonés, tuvo su concreción en el terreno de la acción política en la persona del conde Fernán González. [...] Pero al margen de la opinión que se tenga de Fernán González, el hecho objetivo es que él consiguió, en los años medios del siglo X, la unificación política de los diversos territorios de Castilla y al mismo tiempo una libertad de acción de tal naturaleza, con respecto a los monarcas leoneses, que ha dado pie a hablar sin más de la independencia de su condado.

El origen de las divergencias castellano-leonesas radica, según el mismo autor, en las peculiaridades de los protagonistas de los procesos repobladores. En el caso de la zona oriental de la Cordillera Cantábrica, se trataba de pueblos poco romanizados, con una organización propia de una sociedad gentilicia, cuyos rasgos se exportarían a las llanuras mesetarias: las comunidades de aldea tendrían bastantes elementos en común con los primitivos grupos gentilicios. Sin embargo, estas estructuras comunitarias sufren un paulatino proceso de degradación, de modo que durante los siglos IX y X las transformaciones apuntan a una organización de tipo feudal, lo que conlleva una generalización de las diferencias estamentales. De tal modo que al evolucionar hacia el feudalismo y expandirse hacia la meseta, Castilla converge con León, tanto desde el punto de vista socio-político como geográfico.
Por lo que respecta a la Castilla de las comunidades de aldea -con sus concejos, derecho consuetudinario y propiedades comunales-, nada hay de ello en el PFG, que más bien busca establecer una continuidad histórica entre la Hispania visigoda y Castilla, dejando de lado a León. Su Castilla brota de la nada como una potencia militar, y en seguida se pone a Bernardo del Carpio al mando de los castellanos para derrotar ni más ni menos que a Carlomagno. El episodio de los alcaldes no exalta a unos castellanos rebeldes contra las leyes de la corte, sino a unos castellanos desesperados por carecer de autoridad. Y el tipo de autoridad de que se dotan es una alcaldía que destaca por la guerra, no por otra causa. Cierto es que los alcaldes son electos, como quizá lo fueran en los primitivos concejos, pero a partir de entonces el poder se transforma en hereditario. La historia de Castilla solo se diferencia de la de León en un aspecto: León es la corte y Castilla,"un pequeño rincón". Castilla, en consecuencia, se hace grande por méritos propios y por la gracia de Dios. León, en cambio, se echa a perder por sus corruptelas cortesanas, llegando hasta tal punto de degradación que es incapaz de defenderse de los moros. Castilla, a la postre, es mejor que León gracias a la conjunción de un buen señor, un pueblo fiel y el auxilio divino.
Las tensiones entre Castilla y León se explican, pues, por hechos diferenciales de naturaleza moral. No hay en la defensa de Castilla simpatía por el rebelde o la causa de la libertad; en todo caso, la ejemplaridad del bueno que se acaba imponiendo sobre el malo. Por ello en el relato la rivalidad castellano-leonesa se manifiesta de una forma personalizada y novelesca. Las causas de enemistad entre ambos pueblos se reducen a traiciones, deslealtades y malentendidos entre sus próceres:
  • la reina de León quiere vengar a su hermano Sancho de Navarra (582 y sig.)
  • el rey adquiere un caballo y un azor que no paga a Fernán González en el plazo convenido (575 y sig. y Primera Crónica General)
  • los caballeros leoneses se enemistan con el conde porque rechaza su ayuda para luchar contra los moros (723)
Por lo que cuenta la PCG, las relaciones irían empeorando progresivamente hasta que el conde es apresado por traidor. Sin embargo, de acuerdo con la misma fuente, Fernán González se muestra comedido y mantiene su lealtad al rey, a pesar de que le reprocha la deshonra en las cortes, los haberes confiscados y el trato del caballo y el azor incumplido. Todos ellos -la venganza, la deslealtad, la deshonra-, motivos de gran solera en la épica tradicional.
No hay en la temática de León el despliegue de erudición histórico-legendaria que el poeta había dedicado a la pérdida de España y al principio de la reconquista: el contencioso castellano-leonés se resuelve como una especie de apólogo moral. Y ello no nos sorprende, porque en todo momento se ha ignorado el papel histórico de León en la reconquista de “España”; o peor aún, le ha sido usurpado en beneficio de Castilla. Esta mixtificación tiene especial interés a la hora de interpretar el supuesto castellanismo del Poema, que básicamente consiste en atribuir a una Castilla ideal la misión de restaurar un ideal de España.
El episodio del caballo y el azor ha sido vinculado a una ancestral tradición germánica o considerado como un caso de corroboración: es decir, que Fernán González otorgaría al rey de León el caballo y el azor a cambio de ciertos derechos para el condado de Castilla. Louis Chalon, basándose en C.Pitollet, recuerda que en la Edad Media el precio de los caballos y los azores mudados era muy elevado; por ejemplo, se conserva un documento de 1057 por el que Sancho V de Navarra vende el monasterio de San Miguel de Yecoza por un caballo y dos azores. En cuanto al sistema de venta al gallarín, Pitollet cree que tiene origen oriental. Resulta, sin duda, llamativo que el rey leonés del Poema se niegue a aceptar un regalo de tal calidad; y que el conde, tan generoso al principio, adopte después un procedimiento tan usurero. La negativa del monarca puede tal vez explicarse como un acto de soberbia, que contrastaría -otra vez la ley del contraste- con la irreprochable honestidad del conde castellano, con su talento y su fuerza. No en vano el caballo y el azor que le ofrece Fernán González son un caballo ganado a Almanzor y el mejor azor de Castilla. El formalismo con que se efectúa el trato (cartas por ABC) y la duras condiciones (al gallarín) delimitan el marco legal que justificará la posterior exención de Castilla: nada más lejos de la rebelión ni más conforme a derecho.
La intervención de Navarra en los asuntos de León se transforma también en un lance novelesco protagonizado por mujeres. La reina Teresa de León es un personaje trágico dominado por el deseo de venganza; la infanta Sancha de Navarra libera por amor al conde, que había caído en la trampa de Cirueña atraído precisamente por la promesa de matrimonio con ella. El héroe que triunfara en la guerra y en la política con la ayuda de Dios, vuelve a salir victorioso gracias a una muchacha enamorada. Pero este amor entre el conde y la infanta navarra posee una transcendencia política extraordinaria: es una derrota de León, cuya reina había urdido la añagaza; una derrota de Navarra, en una de cuyas prisiones yacía el conde; y una derrota del Islam, porque el vueitre carniçero (174d) vuela al fin libre. Es además un éxito personal del héroe, ya que consigue el amor de la infanta, se confirma la lealtad de sus vasallos y emparenta con una familia real.
El relato de la invasión mora de León corrobora nuestras anteriores observaciones. Cuenta el poema que el rey Sancho solicita la ayuda de Fernán González para repeler un ataque musulmán y que este acude con presteza a la llamada de su señor. Fernán González es lógicamente bien recibido por el monarca leonés. La llegada del guerrero castellano causa pánico en las filas musulmanas, de donde se infiere que el prestigio militar del conde es superior al del propio rey. Fernán González se apresta para la batalla y decide prescindir de los caballeros leoneses: se fía de sus fuerzas, es poderoso, y aunque comete una descortesía, no es el suyo un acto de rebelión. El conde libera Sahagún y expulsa a los moros de los Campos Góticos. Tal es su fama que incluso los cautivos liberados le muestran agradecimiento y las gentes dezien: "¡Fernan Gonçalez, dexe te Dios reignar!" (731d). En cambio, los caballeros leoneses se sienten ofendidos, y a raíz de este incidente, los castellanos no vuelven a ser convocados a Cortes por dos años, lo que hace inevitable que Castilla actúe con total independencia.


Estos acontecimientos no son históricos. Es cierto que los castellanos lucharon junto a los leoneses en la batalla de Simancas (año 939), pero el poderío militar del Reino de León fue decisivo para la victoria. También es cierto que hubo conflictos entre el conde castellano y la corona leonesa, al menos en determinados momentos de su gobierno. Para Pérez de Urbel el detonante pudo ser la creación del condado de Monzón, en la zona del Cea-Pisuerga, que fue entregado a la familia rival de los Ansúrez y que constituía una barrera para la expansión castellana hacia el sur. Alrededor de 943, Fernán González y el conde de Saldaña Diego Múñoz niegan la obediencia a Ramiro II. Tal vez hubiera enfrentamientos y los rebeldes fueran apresados. Lo que sabemos es que Ramiro II entregó Castilla a Ansur Fernández, hijo de Fernando Ansúrez; mientras que el infante Sancho, futuro Sancho I, aparece como conde nominal. A fines de 944 los dos condes rebeldes figuran de nuevo en la corte. Según Sampiro y la Silense, los condes realizarían un juramento de fidelidad; según don Pelayo y la Najerense, los rebeldes debieron entregar todas sus posesiones. En 947, Fernán González vuelve a ser conde de Castilla. Como ya señalamos, los conflictos partidistas se reavivan a la muerte de Ordoño III (año 956) con el apoyo que Fernán González presta a Ordoño IV en contra de la candidatura de Sancho I. Antes, durante el reinado de Ordoño III, el conde castellano interviene activamente en la corte de León. No en vano es suegro del monarca y mantiene buenas relaciones con él, excepto cuando este intenta casarse con una dama gallega. Obsérvese, en fin, que los intereses encontrados de las grandes familias aristocráticas (los Ansúrez, que controlan Monzón; Diego Muñoz, que domina la zona del Carrión y áreas de La Montaña...) están en el origen de buena parte de las contiendas.
Más allá de la leyenda idealizadora, el proceso de independencia de Castilla se sitúa en una coordenadas históricas que Julio Valdeón resume en las siguientes palabras:

¿Y la supuesta independencia de Castilla en los días de Fernán González? ¿Cómo podemos interpretar el paulatino despegue del condado castellano con relación a su centro, el reino leonés? [...] A Fernán González se le ha llamado padre de la patria castellana. Las formas de vida, maduras e innovadoras, de la sociedad castellana de aquel tiempo habrían cristalizado en el caudillaje de Fernán González, paladín de la independencia del condado. [...] Por esas fechas se estaba produciendo en Europa occidental la desintegración del imperio carolingio y la formación de los grandes principados territoriales. ¿No hubo una similitud entre la actitud de Castilla con respecto a León y la seguida, por ejemplo, por los condados de la Marca Hispánica con relación a los monarcas francos? Partiendo de estos supuestos Salvador de Moxó se ha preguntado si el caso castellano no fue equivalente al de los principados feudales de la Europa de entonces.

La independencia de Castilla no es al fin y al cabo la cuestión capital de una obra de clerecía, escrita en el siglo XIII, cuyo discurso va claramente por otros derroteros: si se exalta la vieja Castilla no es por su rebeldía, sino como icono de la reconquista cristiana, poniéndola como ejemplo moral y objeto de veneración.



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