1
En
el nombre del Padre que fizo toda cosa,
del
que quiso nasçer la Virgen preciosa
e
del Spiritu Santo, que igual dellos posa,
del
conde de Castiella quiero fer una prosa.
(1)
Si
bien la elección de un personaje histórico como sujeto literario no
es extraña en un texto de clerecía, sí resulta novedoso, en
cambio, el hecho de que el protagonista sea un héroe local, y que
sus hazañas, divulgadas con anterioridad por los juglares, se hagan
en pleno siglo XIII merecedoras del más elaborado y erudito discurso
de los clérigos.
Aunque
el Poema
nos ha llegado anónimo, se cree que su autor fue un monje
relacionado con el monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza, y
que se escribió entre 1250 y 1252, coincidiendo con el impulso de la
guerra de reconquista llevado a cabo por Fernando III. Se trata,
pues, de un texto presumiblemente escrito en Castilla, en un período
de expansión castellana, y cuyo tema son las hazañas de un héroe
castellano.
Castilla
es el espacio narrativo en que se desenvuelve la biografía del
protagonista. La mayor parte de la acción transcurre en el
territorio de la Castilla condal, si bien el poema, de una sobriedad
radical en materia descriptiva, contiene pocos datos geográficos,
explayándose solo en el relato de las gestas del héroe, así como
en digresiones y oraciones varias. Pues lejos de limitarse al
recuento de batallas, el autor indaga en las causas históricas,
remontándose hasta los supuestos orígenes de España en tiempos de
las invasiones godas, y fundando en las virtudes cristianas y
guerreras de los germanos un modelo utópico de sociedad, cuya
restauración encarnan el héroe y Castilla. Se trata por lo demás
de una historia que transciende de lo estrictamente castellano, lo
que obliga al autor a adoptar una perspectiva general “española”.
El héroe castellano y Castilla, convenientemente recreados por el
clérigo del siglo XIII, se nos presentan como adalides de un proceso
político en curso que ha de culminar en la restauración de la
monarquía goda.
Tenemos
entonces una Castilla que es marco referencial y una Castilla que es
sujeto histórico; pero también una utopía castellana, síntesis de
fe y virtudes, vinculada a un destino imperial.
Cuando
el autor se dispone a fer
una prosa del
conde don Fernando, contaba con una tradición oral que, según todos
los indicios, hubo de convertirse en materia juglaresca. De acuerdo
con la hipótesis tradicionalista, un testimonio indirecto de esta
tradición oral serían las referencias generalmente breves que,
insertas en las crónicas medievales, desarrollan motivos épicos.
Desde la Crónica
de Sampiro
(hacia 1000), pero sobre todo a partir de la Crónica
Najerense (hacia
1160), encontramos algunos de los temas relacionados con la antigua
Castilla condal: la rebeldía de los condes, la proclamación de los
jueces y las hazañas de Fernán González, entre los que nos importa
destacar ahora. En el mismo siglo XIII otro poeta del mester de
clerecía, Gonzalo de Berceo, evoca en su Vida
de San Millán
los votos del conde castellano al santo de La Rioja. Por otro lado,
la versión eclesiástica de la leyenda sirvió de base para la
prosificación de la vida del conde contenida en la Primera
Crónica General
(hacia 1270-1289), mientras que la Crónica
de 1344 parece
seguir más de cerca el primitivo cantar juglaresco.
La Montaña oriental de León |
En lo esencial, el PFG asume las convenciones genéricas del mester de clerecía: la erudición histórica, el peso del componente religioso y el didactismo moral son algunos de sus rasgos. En la extensa introducción que precede al relato de las gestas del conde castellano, el autor esboza una historia de España desde la llegada providencial de los visigodos, cuya monarquía califica de luz e estrella de todo el cristianismo (23b). Marruecos (71), por el sur, y Francia (129), por el norte, son los lindes de la tierra, concebida como unidad geográfica (España toda de mar a mar, 19a) y política (Era la corte toda en uno ayuntada, 57a).
La
caída de España bajo el poder musulmán focaliza la historia en
Castilla. Según el texto, solo Asturias (88) y Castilla la Vieja
(87) se salvan de la ocupación. De ahí a atribuir a Castilla todo
el protagonismo de la resistencia y el considerarla legítima
heredera de la España goda hay un peculiar recorrido causal. Se
evoca el desamparo de los primitivos castellanos y la leyenda de los
jueces, en que aparece latente la rebeldía del futuro condado. Una
fantasiosa relación de parentesco vincula a los jueces con Fernán
González.
Esta
Castilla inicial era un pequeño rincón del norte de España:
Estonçe
era Castiella un pequeño rincon,
era
de castellanos Montes d'Oca mojon,
e
de la otra parte Fitero el fondon,
moros
tenien Caraço en aquesta sazon.
(171)
Sabemos,
sin embargo que estas fronteras no se corresponden con las del
condado castellano hacia 931, cuando comenzó el gobierno de Fernán
González. En aquel tiempo la repoblación alcanzaba ya la línea del
Duero, si bien se trataba de unos límites inestables debido a las
frecuentes incursiones musulmanas. Se diría que el autor,
exagerando la pequeñez de Castilla la Vieja, quiere magnificar el
contraste con el posterior engrandecimiento del condado y del reino:
ca conquirieron mucho maguer poco
convento: / bien lo podedes ver en el acabamiento
(158).
Tras
la crianza del conde en la montaña, el poema cuenta la historia de
sus primeras campañas militares. La acción se traslada a la
frontera meridional de Castilla según los límites anteriormente
consignados. Carazo, a unos seis kilómetros al suroeste de Salas, es
la primera conquista del héroe, aunque lo cierto es que fue el padre
de Fernán González quien tomó esta plaza a principios del siglo
X: una
de las muchas inexactitudes históricas que se detectan en la obra.
Lo que nos importa destacar es que el protagonista, criado en la
montaña, se confirma como héroe en la Castilla del Arlanza. Ocurren
en esa zona dos episodios fundamentales de la leyenda: la primera
victoria contra los musulmanes y la experiencia iniciática en San
Pedro de Arlanza, donde se le revela al héroe su destino glorioso
(estrofa 237 y sig.).
A
la toma de Carazo sigue un contraataque musulmán. Los castellanos se
concentran en Muñó, localidad que debió de ubicarse sobre el curso
inferior del Arlanzón, esto es, al noroeste de los escenarios
anteriores. Desde Muñó las huestes castellanas se desplazan hacia
Lara, en cuyas proximidades tiene lugar la persecución del jabalí y
el hallazgo providencial de la ermita de San Pedro (226 y sig.). A
pesar de su inferioridad, el ejército cristiano alcanza una gran
victoria con la ayuda de los poderes sobrenaturales y se inicia el
enriquecimiento de la pobre alcaldía. A partir del nuevo equilibrio
de fuerzas -con un héroe en pleno apogeo y una Castilla cada vez más
poderosa- la acción traspasa las fronteras condales.
La
localización de las primeras gestas del conde en la zona meridional
de Castilla nos revela a un héroe empeñado en la lucha contra el
Islam y a un territorio en proceso de afianzamiento de sus fronteras.
El fortalecimiento del condado provoca la entrada en escena de las
potencias cristianas hegemónicas. Los enfrentamientos de Castilla
con Navarra y sus malas relaciones con León tienen como consecuencia
una ampliación de los horizontes geográfico e histórico del Poema:
ya no es la "España toda", pero tampoco el pequeño rincón
de Burgos. La pequeña Castilla que logra derrotar a Almanzor deberá
afirmarse como pueblo elegido para la defensa de la fe y la
reconquista de la tierra. Ello convierte a Castilla en víctima de
agresiones y asechanzas de reinos hermanos en la fe, pero enemigos en
su proyecto de España.
No
en vano, el primer ataque navarro se produce mientras Fernán
González sirve a la causa de Dios lidiando
con los moros e todo su poder
(284b): los navarros, a quienes se acusa de alianza con los infieles,
son los desencadenantes de la guerra y por tanto los responsables de
que las mesnadas castellanas les invadan en represalia el territorio.
Los combates se desarrollan en la Era Degollada, topónimo que puede
referirse a algún lugar entre Nájera y Santo Domingo de la Calzada,
en La Rioja. Como consecuencia de la batalla, muere el rey navarro
don Sancho, lo que incita al conde de Tolosa a vengarse de Castilla.
La expedición franca cruza los puertos de Getarea y llega hasta la
orilla del Ebro, donde es derrotada: muere el conde tolosano; los
suyos escapan por una grand montaña
(370a).
De
La Rioja la acción vuelve a Castilla. Una confederación de pueblos
musulmanes liderados por Almanzor avanza desde África hacia el
norte, reclutando efectivos en Andaluzia
y Almaria
(390); el objetivo explícito de esta invasión es la conquista de
España y la prisión del conde castellano (391). Los moros se sitúan
en Hacinas y los castellanos en Piedrahita de Muñó. Antes de la
batalla, el conde se retira a la ermita de San Pedro para invocar la
ayuda divina: allí se le aparecen en sueños los santos Pelayo y
Millán, que le auguran la victoria. Por primera y única vez el
autor detalla la disposición de las fuerzas cristianas y señala sus
lugares de procedencia (en la Castilla condal). Como estaba
anunciado, la lucha se mantiene durante tres días; al último, con
el auxilio de Santiago, se consuma la victoria de los castellanos,
que persiguen a los moros hasta Almenar, en las proximidades de
Hacinas, y llevan a enterrar a sus muertos a San Pedro de Arlanza.
La
convocatoria de cortes por el rey de León Sancho Ordóñez introduce
en el relato un nuevo frente conflictivo: la capital del reino. Desde
los primeros versos queda clara la antipatía del conde castellano
por la autoridad leonesa:
Ovo
ir a las cortes, pero con grand pesar,
era
muy fiera cosa la mano le besar...
(571)
Frente
a las reticencias del conde, los leoneses reciben con gozo al héroe
castellano: la excepción es la reina, hermana de Sancho de Navarra,
muerto en combate. En este ambiente tenso se produce el legendario
episodio del caballo y el azor, que tan beneficiosas consecuencias
tendrá para la causa de las libertades castellanas. La traición
propiciada por la reina doña Teresa nos muestra un León que es
escenario de intrigas palaciegas y aliado de Navarra en su hostilidad
a Castilla. La reina promete al conde que le entregará en matrimonio
a su sobrina, hermana del rey García de Navarra, a cambio de la paz.
En secreto, doña Teresa escribe a García dándole cuenta de la
traición. Las vistas se convocan en Cirueña (La Rioja): Fernán
González acude con los cinco caballeros acordados, pero se topa allí
con más de treinta navarros que lo hacen prisionero en la ermita
donde busca refugio. El conde es encarcelado en Castro Viejo, cerca
de Nájera.
La
acción pasa, pues, de León a Navarra, del occidente al oriente de
Castilla, bajo el signo de la conjura contra el conde. Mas en sus
relaciones conflictivas con Castilla, León y Navarra representan
modelo diferentes de inestabilidad. Repárese en que mientras el
Poema
cuenta cuatro guerras entre castellanos y navarros, en León los
castellanos y los leoneses combaten juntos contra el enemigo común
musulmán. En la sede regia el contencioso castellano-leonés se
resuelve por vía de la intriga, hasta el punto de que el belicoso
condado alcanza su exención de forma contractual y no militar.
Belorado |
La prisión del conde en Castro Viejo lleva a un desdoblamiento del relato en dos acciones y espacios narrativos paralelos: en Castilla, asistimos al duelo popular y a la partida en busca del cautivo; en Navarra, a la liberación y fuga de Fernán González. El episodio está novelescamente ligado a la ruta jacobea: por el "camino francés" llega el conde lombardo y por el mismo camino huyen Fernán González y la infanta doña Sancha. Los castellanos, por su parte, cruzan la frontera de los montes de Oca; cerca de Belorado, ahora en cabo del condado (687b), se encuentran unos con otros. Desde esta localidad se dirigen todos a Burgos, donde se lleva a cabo el matrimonio del conde castellano y la infanta navarra.
Unos
ocho días después de iniciadas las bodas, los navarros vuelven a
atacar Castilla. Las huestes de Fernán González salen a su
encuentro en un lugar indeterminado de la frontera del condado
(693c). El desarrollo de este conflicto es similar al de otros ya
referidos: vencen los castellanos y, como novedad, el rey es hecho
prisionero. Luego obtendrá la libertad por mediación de su hermana
doña Sancha.
Más
tarde llegan noticias de un ataque musulmán contra León, y el rey
don Sancho solicita la ayuda de Fernán González para romper el
cerco. El castellano acude sin dilación. El rey moro de Córdoba,
enterado de la presencia del conde, levanta el sitio de León, ataca
Sahagún y saquea la Tierra de Campos. Fernán González consigue
expulsar a los invasores pero, al rechazar la ayuda de las mesnadas
leonesas, causa gran malestar en la Corte. Cuenta el poema que los
castellanos no vuelven a ser convocados a las Cortes por dos
años(estrofa 737).
Desde
Castilla, Fernán González reclama el pago del caballo y del azor
vendidos al gallarín
al monarca leonés. Pero el monto adeudado se ha incrementado tanto
que ni siquiera todos los de Europa
non lo podrien pagar (741d). El
pleito queda sin resolverse de momento.
Los
últimos versos conservados del manuscrito cuentan una nueva agresión
navarra mientras Fernán González se halla en León. Los navarros
saquean tierras de Burgos y llegan hasta las puertas de la capital
castellana antes de retirarse a su tierra. Cuando el conde regresa a
Castilla, envía mensajeros para desafiar al rey. La batalla se libra
en Valpierre, en la orilla del Ebro; Fernán González permanece
invicto.
Por
la Primera Crónica General
sabemos que el desenlace de la historia tiene lugar en León. Allí
el conde, acusado de rebeldía, está preso. La condesa obtiene su
libertad haciéndose pasar por una peregrina. Después el castellano
reclama al rey el pago de la deuda. Al no obtener respuesta, saquea
tierras leonesas y obliga al monarca a conceder la exención del
condado.
Observamos,
en definitiva, que el Poema
relaciona las hazañas de Fernán González y el engrandecimiento de
Castilla con una historia de España que tiene su principio en la
llegada de los godos. La pérdida de España por la invasión
musulmana provoca la entrada en liza de Castilla, a la que salvan de
la destrucción su orografía abrupta y las virtudes de sus
habitantes. Es precisamente en la montaña donde se cría el conde
Fernán González, que se confirma como héroe en las tierras del
Arlanza y el Arlanzón, donde se ubica el cenobio de San Pedro.
Carazo, Lara y Hacinas representan en el Poema
el frente de guerra entre castellanos y moros. Por otra parte, el
progresivo fortalecimiento del condado suscita la hostilidad de los
reinos cristianos de Navarra y de León. Se refieren, según
decíamos, cuatro conflictos entre Navarra y Castilla, a los que hay
que añadir la prisión del conde en Castro Viejo. El teatro de
operaciones de estos enfrentamientos es la zona fronteriza de La
Rioja (Era Degollada, vado del Ebro, Cirueña, Castro Viejo,
Valpierre) y la Castilla burgalesa. Por lo que se refiere a León,
con la excepción de la intervención castellana en ayuda de los
leoneses sitiados (y un presunto saqueo por el impago de la deuda del
caballo y el azor), los sucesos que acaecen en la capital del reino
tienen relación con la actividad política o con intrigas
palaciegas.
Ayllón |
La
inestabilidad de la frontera meridional de Castilla en los primeros
tiempos de Fernán González es histórica. En 933 los ejércitos de
Abd al-Rahman III lanzaron un ataque contra Osma y San Esteban de
Gormaz, que se saldó con la victoria en Osma de los
castellano-leoneses. Sin embargo, al año siguiente, una nueva
acometida de los musulmanes obliga a las fuerzas de Ramiro II a
refugiarse en Osma mientras los atacantes devastan Burgos. Al
localizar las principales batallas en Lara y Hacinas, el autor del
PFG
desplaza la zona de conflicto al norte, a las proximidades de San
Pedro de Arlanza, lo que le permite atribuir a dicho convento un
protagonismo que realmente no pudo tener.
Las
malas relaciones entre Castilla y Navarra son también históricas,
pero no las guerras que cuenta el Poema.
La política frente al califato de Córdoba, la intervención de
Navarra en los asuntos leoneses y el control de Álava eran algunas
de las cuestiones calientes que podían derivar en choques armados.
La reconciliación de Fernán González y García Sánchez I tras la
guerra de sucesión que estalla a la muerte del monarca leonés
Ordoño III -en la que Fernán González apoya a Ordoño IV contra el
candidato de los navarros, Sancho I- garantiza un largo período de
paz. El
autor imagina como escenario de las confrontaciones
castellano-navarras una pequeña zona de La Rioja. Más concretamente
todo sucede en las proximidades de dos grandes ejes geográficos: el
río Ebro y el camino de Santiago.
Cabe
recordar, por último, que el conde Fernán González histórico
participó activamente en la política de la corte leonesa, con cuya
familia real estuvo emparentado. Aparte de la capital y sus
alrededores, los escenarios leoneses del poema se reducen a la Tierra
de Campos, con la villa jacobea de Sahagún a la cabeza. La invasión
mora que cuenta el poema podría tal vez estar inspirada en la aceifa
dirigida por al-Hakam II contra Castilla en 963.
Tras
declarar en los versos iniciales el asunto del poema, el autor
especifica la naturaleza de los hechos que pretende narrar en los
siguientes términos:
El,
que es buen maestro, me deve demostrar
commo
cobro s' la tierra toda de mar a mar.
(2c,
d)
Por
el sentido del texto debe entenderse que "la tierra" es
España y que "de mar a mar" quiere decir de norte a sur;
lo que significa que cuando el autor redacta su obra, la reconquista
cristiana iniciada en el norte ha avanzado (o al menos es concebible
tal avance) hasta las costas meridionales de la Península. Si
tenemos en cuenta que no puede hablarse de conquista "de mar a
mar" hasta la toma de Cartagena (año 1243) y otros puntos de
las costas andaluzas a mediados del siglo XIII, atribuir a Fernán
González esta hazaña constituye un flagrante anacronismo. La
licencia poética se nos antoja excesiva, pues el Poema
está probablemente escrito después de las conquistas de Fernando
III. Pase que el autor ignorara el alcance real de las victorias de
Fernán González, que no fueron más allá de la Extremadura
castellana (Sepúlveda, 940), pero no las de su propia época.
¿Por
qué si el tema principal es "el conde de Castiella" se
saca inmediatamente a relucir la conquista de la tierra llevada a
cabo por el rey Fernando III? Parece evidente que en el poema hay una
glorificación exagerada del héroe y que se concibe una continuidad
histórica entre las conquistas efectuadas por el conde en el siglo X
y las que Fernando III realiza en el XIII. Si ello es cierto, el
objetivo de la obra debería entenderse así: el autor invoca la
ayuda divina para escribir un relato sobre el conde de Castilla,
cuyos hechos se encuadran en un proceso histórico que conduce a la
conquista de la tierra "toda de mar a mar". De ahí que en
los versos siguientes, el autor sitúe este devenir en un contexto
más amplio, que remonta hasta los orígenes de la monarquía
hispánica durante la dominación visigoda y la posterior "pérdida
de la tierra" como resultado de la invasión musulmana:
Contar
vos he primero de commo la perdieron
nuestros
antecessores, en qual coita visquieron.
(3a,
b)
commo
fueron la tierra perdiendo e cobrando
fasta
que todas fueron al conde don Fernando.
(5b,
d)
commo
se dio la tierra al buen rey don Rodrigo
commo
la ovo a ganar el mortal enemigo.
(6b,
c)
En
las primeras estrofas es característico el empleo reiterativo del
sintagma "la tierra" con el significado amplio de "país,
región o territorio". A partir de la estrofa 14, cuando da
comienzo el relato de los reyes godos, aparece ya el nombre de
España:
Tornemos
nos al curso, nuestra razon sigamos
tornemos
en España a do lo començamos.
(14a,
b)
El
término "tierra" reaparece frecuentemente con las mismas u
otras acepciones: El señor que crio
la tierra e la mar (2a); veianse
de nuevo en la tierra tornados (97b);
unos venien por tierra, otros venien por mar
(400b). La expresión la tierra toda
de mar a mar (2d) coincide con
España toda de mar a mar
(19a); estas fórmulas binarias de universalidad, compuestas por
términos geográficos, son características del estilo del Poema:
oteros e llanos
(252c), montes e valles
(253d), por cuestas e por llanos
(273d), en torre nin en çerca
(297b), senderos e carreras
(386d), fortalezas e llanos
(678d).
Desde
oriente y enviados por Cristo, los godos conquistaron el mundo: las
tierras de Roma (17), España, África y Turonia (19). Era al
principio un pueblo idólatra y guerrero que por inspiración del
Espíritu Santo abraza la fe de Cristo y se convierte en luz
e estrella de todo el cristianismo
(23b). A partir de su conversión, empieza a hablarse de "españones".
Del rey Wamba, por ejemplo, dice que venia
de los godos (28b); esto es: ya no
era godo, era español.
Con
anterioridad solo se había empleado una vez el gentilicio
"españones", ligado también a la idea de cristianización:
Desque los españones a Cristus conoscieron (9a).
España
es una comunidad de fe; pero también un reino:
Buscando
l' por España lo ovieron de fallar
fizieron
le por fuerza esse reino tomar.
(29a,
b)
La
economía de la España goda se fundamenta en la agricultura. Así
vemos que en el discurso del conde don Julián ante el rey Rodrigo,
aconsejándole que se deshaga de las armas por ser la paz segura, el
conde contrapone a los gastos militares el desarrollo de la
producción agrícola. El cultivo de viñas y cereales (51) se cita
como objetivo prioritario. En cuanto a la estructura social, hay una
distinción entre caballeros y peones, ocupados unos en la milicia y
otros en el cultivo de la tierra. En la corte el monarca solicita que
todas las armas y utillaje militar se reconviertan en aperos
agrícolas:
Lorigas,capellinas
e todas brafoneras,
las
lanças e cochiellas e fierros e espalderas,
espadas
e ballestas e asconas monteras,
metet
las en el fuego fazet grandes fogueras.
(63)
Esta
desmilitarización del país implica una alteración del orden social
y económico que tendrá consecuencias funestas. El resultado del
cambio -y atención, que ello forma parte de la lección del poema-
no va a ser la prosperidad, sino la destrucción por falta de armas.
El organicismo de la sociedad feudal se pone así de manifiesto: la
extirpación o degeneración de uno de sus partes acarrea la
destrucción de la sociedad toda.
Por
lo que respecta a la geografía urbana, solo aparecen citadas dos
ciudades españolas: Toledo, morada de San Eugenio; y Sevilla, morada
de San Isidoro (26) y primera localidad importante que cae bajo el
poder musulmán (74). Los santos obispos pertenecen a las potestades
(62c), que ejercen el magisterio eclesiástico (San Eugenio recibe el
tratamiento de "pastor de españoles" y San Isidoro, de
"arzobispo y señor") y representan la cultura. De este
modo quedan reflejados los tres estamentos de la sociedad feudal:
oratores, velatores y
laboratores.
Al
narrar la convocatoria de cortes por el rey don Rodrigo, el autor
comete el anacronismo de reunir en ellas los "cinco reinos"
de la épica medieval, que en la realidad se gestan durante la
reconquista:
Aragon
e Navarra, buena tierra provada,
Leon
e Portogal, Castiella la preçiada.
(57b,
c)
Las
simpatías del autor están bien claras:
Castiella la preçiada, / non seria en el mundo tal provinçia
fallada (57). Obsérvese además que
se designa a Castilla como "provincia": más tarde será
alcaldía, condado y cabeza de reinado (173).
En
su proyección internacional España aparece estrechamente vinculada
a África. Es cierto que corre la misma suerte que otras tierras de
Roma y comparte con Turonia un pasado gótico común (17 y sig.);
pero más antiguos aún son los lazos entre España y África. El rey
don Rodrigo recuerda que es toda
España en nuestro poder, / mal grado a los moros, que la solien
tener (59). Las invasiones godas,
que afectan también a África, trasladan a España el centro del
poder. Del rey Çindus (¿Recesvinto? ¿Chindasvinto?) se afirma que
España e Africa ovo en su valor
(27b); y de don Rodrigo, que gano los
Montes Claros el buen guerreador
(36b). Serán el pecado y la traición las causas de que el dominio
africano se restaure en España.
No
es extraño que la política exterior española se vea volcada hacia
África si tenemos en cuenta tanto el tema de la obra como el tiempo
en que se escribió. El protagonista del Poema
es un héroe cristiano enfrentado contra los invasores musulmanes y
todos aquellos cristianos que obstaculizan el designio redentor de
Castilla. Y cuando el autor elige un héroe de tal calaña, los reyes
castellanos continúan empeñados en la misma cruzada de su Fernán
González.
El
nombre de África aparece varias veces citado en el relato: África
e Turonia ovieron por mandar (19c),
a España e África ovo en su valor
(27b), Avemos nos en África una
buena partida (60a), mando
por toda África andar el apellido
(387c), toda tierra de África sobre
mi es venuda (403c), etc. Debe
entenderse por África el norte musulmán del continente; en
ocasiones la precisión es mayor y consta el nombre de Marruecos:
commo ovo por las parias a Marruecos
troçido (42b), fueron
aquestas nuevas a Marruecos passadas; / las gentes africanas fueron
luego juntadas (71)... Los
habitantes de África merecen en el Poema
un tratamiento peyorativo. Se les denomina "moros","gentes
africanas", o se les designa con expresiones que aluden a su
condición de no creyentes o de bárbaros:
gente descreida (60b), paganos
(73c), gente renegada
(74a), non bautizantes
(103c), gent brava
(502d), mala simiente
(517c)...
Con
la excepción de Marruecos, el único país africano citado es
Egipto, también como patria de otro pueblo "non bautizante",
los judíos: Non fueron estos godos
de comienço cristianos, / nin de judios d'Egipto, nin de ley de
paganos (16).
En
el relato de la batalla de Hacinas se cuenta la llegada desde África
de un gran ejército invasor, formado por diversos pueblos orientales
y magrebíes: turcos
e alarabes
(386a), los
almohades e los avenmarinos
(387a). El poema reúne a pueblos de diferentes períodos históricos
sin otro objetivo aparente que destacar la solidaridad musulmana y su
enorme poderío. Desde luego, no hubo tal confederación islámica.
Los inicios del movimiento almorávide datan de principios del siglo
XI, fundado por Ibn Yasin entre las tribus bereberes. Su sucesor,
Yusuf ibn Tasfin, se apoderó de al-Andalus, que en 1090 pasó a
formar parte de su imperio, hasta que hacia 1147 fue sometido por los
almohades. Los almohades constituían un movimiento político y
religioso musulmán, fundado por Ibn Tumart a principios del siglo
XII. Formaron una dinastía y un imperio que llegó a derrotar a los
almorávides; su decadencia se agrava tras la batalla de las Navas de
Tolosa (año 1212). En cuanto a la dinastía bereber de los
benimerines, conviene recordar que es posterior a la decadencia del
imperio almorávide. Los benimerines (de Banu Marin) gobernaron
Marruecos entre 1244 y 1465. No es tampoco cierta la unidad musulmana
que imagina el poeta. En el siglo X existía una profunda división
entre musulmanes ortodoxos, en la línea de Abd al-Rahman III de
Córdoba, y los fatimíes, de credo chiita. Al poner a todos estos
pueblos de épocas diferentes o enemigos entre sí bajo el mando de
Almanzor (940-1002), la verosimilitud histórica salta por los aires.
Lo que queda claro en el Poema
es que Castilla resulta víctima de un ataque militar en gran escala;
que los enemigos son musulmanes y las víctimas, cristianos.
Por
extensión los de Europa son los cristianos, igual que los de África
son los paganos. De hecho, cuando refiere el sufrimiento de los
cristianos, el autor evoca la llegada de los moros hasta San Martín
de Torres (Tours), en Francia.
La
división de la Europa cristiana contrasta, sin embargo, con esa
ficticia cohesión del mundo musulmán. Los comienzos victoriosos de
la reconquista se ven obstaculizados por las agresiones francesas;
las luchas entre castellanos, navarros y leoneses ponen de manifiesto
que al poeta no le interesa tanto recalcar la unión cristiana como
la de los enemigos. En la España cristiana del Poema,
Castilla es sinónimo de pueblo elegido para la reconquista de la
tierra y la exaltación de la fe; y los otros pueblos cristianos
actúan como enemigos del destino providencial de Castilla.
La
España musulmana recibe en el PFG
dos denominaciones fundamentales: "Almaria" y "Andaluzia".
Cuando Almanzor prepara una operación de represalia por la pérdida
de Carazo, se cuenta que recluta sus tropas en el
Almaria (199c); otra leva similar
realiza este caudillo por Cordova e
Jaen con toda Andaluzia, / Lorca e Cartajena con toda Almaria
(390). Según algunos estudiosos, y de acuerdo con la especificación
del verso 390b, "Almaria" debe de referirse a la zona
meridional del Levante, mientras que "Andaluzia"
comprendería la región sureña de la Península regada por el
Guadalquivir.
El
último ataque musulmán narrado en el Poema
se dirige contra León desde Córdoba: quando
oyeron los moros a Castiella nombrar, / quisieran, si podieran, en
Cordova estar (728).
Según
el poema, la toma de Sevilla por los moros se lleva a cabo sin
resistencia (74). El rey Rodrigo ordena la movilización general y en
el canpo que dizen Sangonera, / çerca del Guadiana (78)
se concentran las tropas cristianas. El topónimo "Sangonera"
no ha sido satisfactoriamente identificado. La PCG
localiza Sangonera entre Murcia y Lorca, lo que ofrece el
inconveniente de que por allá no pasa el Guadiana; tampoco cerca de
Jerez ni de Sidonia, otras de las interpretaciones propuestas. La
supuesta importancia de la batalla contrasta con la imprecisión de
las fuentes sobre su localización. Pero lo importante no es la fecha
ni lugar exactos del enfrentamiento, sino que estamos ante la única
batalla del Poema
en la que los musulmanes derrotan a los cristianos. Se inicia en
tales circunstancias la destrucción de España, que activará la
función redentora de Castilla (60).
El
pueblo elegido, Castilla, tiene su origen en los cristianos fugitivos
que buscan refugio en las montañas del norte; y la llama el autor
Castiella Vieja
(87a). En
realidad hasta el año 800 no tenemos constancia documental del
nombre de Castilla. Por lo que dice la Chronica
Visegothorum
(hacia 880), la parte oriental del reino astur, las Bardulias, se
identifica con el territorio que luego pasaría a denominarse
"Castilla". Es esta una zona montañosa que se mantuvo
libre de la ocupación estable musulmana. No obstante, la expresión
"Castilla Vieja", por anacrónica, suscita cierta
confusión. Por la descripción geográfica e histórica que hace el
poeta, ha de entenderse la Montaña Cantábrica. Recuérdese que la
demarcación original de Castilla (Castella
Uetula, con
posterioridad, para distinguirla de los territorios reconquistados)
comprendía los valles del Nela, Trema, Trueba, Salón y un sector
del alto Ebro. La frase "Castilla Vieja" consta por primera
vez en un diploma de 967, en el que se hace mención del alfoz de
Tobalina.
La
característica principal de Castilla es su orografía abrupta, lo
que permite su defensa y garantiza su salvación:
Era
Castiella Vieja un puerto bien çerrado
non
avie mas entrada de un solo forado,
tovieron
castellanos el puerto bien guardado,
por
end' de toda España esse ovo fincado.
(87)
Una
descripción válida para La Montaña, pero no para la Castilla que
se extiende por los valles y parameras de la vertiente meridional.
Precisamente los dos extremos del reino astur -la costa atlántica de
Galicia y el alto Ebro- eran los lugares de más fácil acceso para
los invasores musulmanes. De ahí que se concentraran en estas
regiones mayores esfuerzos defensivos y que sus habitantes
desarrollaran cierto sentimiento de independencia.
La
inaccesibilidad de Asturias determina una situación idéntica a la
de Castilla: non
podieron los moros por los puertos passar / e ovieron, por tanto, las
Asturias fincar
(88).
Valle del Silencio, León |
Controlaba
el sector oriental de la Cordillera el duque Pedro de Cantabria
(muerto hacia 730), padre de Alfonso I. Lo inadmisible es el
protagonismo otorgado a los castellanos en las penalidades y glorias
de los primeros tiempos de la reconquista. Sobre las condiciones de
vida en estas regiones montañosas, el texto se muestra bien
explícito:
murian
de grand fanbre todos por las montañas
(94c)
en
tierra muy angosta, de viandas muy fallida (102b)
Sin
embargo, algunas estrofas después, se dice en el elogio de España
que Sobre todas
las tierras, mejor es la montaña
(147a), debido a sus riquezas agrícolas y ganaderas.
Las
cuitas de los montañeses, sumadas al arrepentimiento que les
embarga, conmueven la piedad de Cristo. Un ángel les anuncia que
busquen a Pelayo, le nombren rey y acaten su autoridad. El encuentro
de Pelayo tiene lugar en una cueva (recuérdese la COUA
DOMINICA>Covadonga). Ya tienen un caudillo, ya estalla la guerra.
Como no basta la fragosidad del terreno, los cristianos cuentan con
la ayuda de las fuerzas celestiales para alcanzar su primera
victoria. Relata el poema que, desmoralizados, los moros desçercaron
la cueva, salieron de montaña
(120c). La expansión de la tierra se convierte desde Covadonga en el
objetivo prioritario de los monarcas cristianos. En la persona de
Alfonso I, nieto de Pelayo e hijo del duque Pedro de Cantabria, se
consuma la unión de los dos núcleos de resistencia galaico-astur.
De este se cuenta que gano
muy fiera tierra toda con su espada
(123d); y acto seguido especifica algunos lugares representativos del
avance de la reconquista (consignados todos ellos en la Chronica
Visegothorum):
Viseo, Braga, Salamanca, Astorga, Zamora y Amaya (estrofa 124).
Reparemos
en que los súbditos victoriosos de Pelayo son, sin más precisiones,
cristianos (121); en cambio, los que viven mala vida en la montaña y
deben cumplir el tributo de las cien doncellas son castellanos (104).
Los asturianos desaparecen de la historia como por arte de
birlibirloque; cuando reaparezcan, será como integrantes de las
huestes castellanas (459).
El
relato genesíaco de la resistencia cristiana en el norte de España
suscita varias reflexiones:
- la importancia otorgada al medio natural para explicar la concentración de la resistencia cristiana en Castilla y Asturias
- el anacrónico protagonismo que se concede a Castilla
- la alianza de lo natural (la montaña) y lo sobrenatural (milagros) en beneficio de la causa cristiana
- la historia de la reconquista hispánica se circunscribe al ámbito galaico-astur-leonés
El
traslado de la acción narrativa desde los montes Cantábricos a los
Pirineos no hace, en efecto, justicia histórica al papel de estos
territorios en el proceso de conformación de España. De hecho, el
autor no abandona sus perspectiva castellanista y pone a los
castellanos bajo las órdenes del legendario Bernardo del Carpio
luchando contra los franceses.
La
España recién destruida por los musulmanes resurge como sujeto
histórico en oposición a las pretensiones imperialistas de la
Francia de Carlomagno:
Dixo
que mas queria commo estava estar,
que
el reigno d'España a Francia sojuzgar.
(129a,
b)
Aunque
el objetivo del ataque es conquistar España (?), las fuerzas
francesas se dirigen contra Castilla (131). De acuerdo con el poema,
los franceses realizan dos intentos de invasión: el primero por vía
marítima, siendo detenidos en Fuenterrabía, desde donde
inexplicablemente se retiran a Marsella (135); y el segundo, a través
de los Pirineos, por los puertos de Getarea y Aspe (138 y sig.). Las
mesnadas de Bernardo del Carpio salen a su encuentro, pero antes de
la lucha el caudillo cristiano solicita al rey moro de Zaragoza que
otorgue a los castellanos el privilegio de la delantera. La
descripción del Ebro es idéntica a la que hace en el relato sobre
el conde de Tolosa:
movieron
pora un agua muy fuerte e muy irada
Ebro
l' dixeron sienpre, assi es oy llamada.
(141c,
d)
llegaron
a un agua muy fuerte e muy irada,
Ebro
l' dixeron siempre, assi es oy llamada.
(359b,
c)
al
pie le passa Ebro mucho irado e sobejo.
(754d).
La
geografía de las campañas carolingia y navarra contra Castilla
tiene en común unas referencias tópicas, como son los puertos de
Getaria y Aspe, el río Ebro y localidades próximas al camino de
Santiago. La geografía jacobea está, efectivamente, bien
representada en el Poema.
El "camino francés" aparece además en el episodio de la
prisión del conde en Castro Viejo; en la PCG
se cuenta asimismo cómo la condesa doña Sancha libera a su marido
disfrazándose de romera. Nos encontramos con una geografía de
raíces literarias (carolingias, jacobeas), que es poco explícita en
cuanto a descripciones y tiende al rasgo tópico y al estilo
formulario.
El
episodio de Roncesvalles revela la mentalidad castellanista desde la
que el texto contempla el proceso de afirmación de la España
cristiana. Tras señalar las victoriosas campañas de Alfonso I por
Portugal y la meseta del Duero, el autor fija su atención en la
frontera pirenaica, al otro lado de la cual acecha el enemigo
francés. La distinción entre España y Castilla no es clara. El rey
asturiano Alfonso II (años 866-910) aparece como monarca de España,
frente al emperador de Francia, Carlomagno; y Marsil de Zaragoza, rey
de los pueblos
paganos (142a).
Castilla se presenta revestida de su hegemonía futura, siendo la
víctima principal de la agresión francesa y la más entusiasta
defensora de la independencia hispánica.
Pirineos, Navarra |
En
las crónicas del siglo XIII, cuando la situación de la reconquista
y la monarquía cristiana propiciaban cierto optimismo, el tópico de
la LAUS HISPANIAE alcanza su momento álgido. Y es precisamente en
este contexto en el que se encuadran los elogios de España y
Castilla contenidos en el PFG.
El poeta traslada su optimismo del siglo XIII a un pasado fabuloso en
el que los españoles se imponen sobre los franceses, y los
castellanos sobre el resto de los pueblos de España y los islamitas.
Podríamos
dividir el contenido del elogio de España en dos parte más una
conclusión:
- elogio de las riquezas naturales
- España es una tierra honrada por Dios
- España es mejor que sus países vecinos
Se
parte de la constatación de una naturaleza privilegiada para
concluir mostrando la preferencia de Dios por España y la
superioridad moral de los españoles.
Al
principio, los elogios tienen un marcado carácter economicista, que
nos recuerda de nuevo el modelo de economía agraria en que se basa
el orden feudal. El autor exalta el clima templado del país, que
favorece el crecimiento de los pastos y los árboles frutales; apunta
como riquezas agrícolas el lino, el aceite, los cereales, el vino y
la grana. Alude también a la abundancia de caza y pesca; a los
recursos hídricos y minerales: oro, hierro y plata; y a la
producción de lana, cera, sal y escarlata. En opinión del escritor,
España es una tierra bien abastecida de lo necesario, con un clima
excelente y unas riquezas que no poseen Inglaterra ni Francia, que
son las vezindades
(156a) con que se compara España.
A
las ventajas naturales de España hay que sumar las sobrenaturales.
España es superior a Inglaterra y Francia por ser la tierra que
honró Santiago (154) y por la abundancia de santos y mártires
(155). La feliz conjunción de una tierra paradisiaca y unos hados
propicios convierten a los españoles en hombres mejores (156).
El
elogio de Castilla (157-159) sigue al de España y se diferencia de
este porque no contiene referencias a las riquezas naturales, sino
solo a la historia y religiosidad. Tras concluir su entusiasta loor
de España, el autor manifiesta sin ambages la superioridad de
Castilla sobre el resto del país. El argumento fundamental es que
fue de los otros
el comienço mayor
(157b); y por ello:
guardando
e temiendo sienpre a su señor
quiso
acreçentar la assi el Criador.
(157c,
d)
Así
pues, se establece una relación causal entre la bondad de los
castellanos, la ayuda divina y el engrandecimiento del condado. Pero,
¿quiénes son los españoles a los que elogia el poeta? ¿Los
malvados navarros y leoneses contra los que tiene que combatir Fernán
González? ¿Los aragoneses u otros españoles a los que no se asigna
ningún papel en esta historia? Cuando se redacta el PFG,
la expansión de Castilla llega hasta Andalucía y Murcia, y tal es
la España a la que ha de referirse el autor, que distingue también
entre Castilla y Castilla la Vieja. La superioridad de Castilla la
Vieja se basa en el reiterado argumento expansionista: ca
conquirieron mucho maguer poco convento
(158c). Como apuntamos más arriba, al extenderse la denominación de
Castilla a los territorios reconquistados en el norte de Burgos que
no formaban parte de la demarcación original del país (en la zona
de Espinosa), se empezó a llamar a este Castella
Uetula, según
consta por primera vez en un diploma de 967. Con el avance hacia el
sur de la reconquista, se amplió la designación de Castilla la
Vieja a toda la región del alto Ebro, distinta de la Castilla
burgalesa del Arlanza y el Arlanzón. Con posterioridad a la caída
del reino de Toledo (Toledo, 1085), se contrapuso la Castilla Vieja
de la meseta del Duero a la Castilla Nueva de la meseta inferior.
Tal
vez desde la mentalidad del siglo XIII, el autor pretendía reclamar
la superioridad de la Castilla condal de la que procedía su héroe y
en donde se sitúa el monasterio de San Pedro de Arlanza, en un
tiempo en que Toledo ejercía una mayor influencia política dentro
del reino. Los versos ca
conquirieron mucho maguer poco convento: / bien lo podedes ver en el
acabamiento
(158) nos inclinan a esta interpretación, pues difícilmente podrían
atribuirse a la Castilla montañesa grandes conquistas, contempladas
desde la perspectiva de la expansión castellano-leonesa en el siglo
XIII.
Interrumpida
la acción del relato en la batalla de Roncesvalles, que el autor
data en época de Alfonso II (años 791-842), sigue al elogio de
Castilla el episodio de la elección de los alcaldes (estrofas 163 y
sig.). Los legendarios jueces de Castilla representan en el Poema
la iniciativa
política de los castellanos ante el vacío de poder que sucede a la
muerte del monarca astur. Castilla se dota de una rudimentaria forma
de autogobierno basada en su propia tradición jurídica. Pero es
más: se inventa una relación de parentesco entre el juez Nuño
Rasura y el conde Fernán González, de tal modo que en los versos
siguientes nos encontramos con una Castilla provista de un jefe, una
organización institucional y un territorio propio; esto es, una
Castilla concebida ya como comunidad política diferenciada.
La
estrofa 171 especifica con inusitado detalle los limites
territoriales del condado hacia 931:
Estonçe
era Castiella un pequeño rincón,
era
de castellanos Montes d'Oca mojon,
e
de la otra parte Fitero el fondon,
moros
tenien Caraço en aquesta sazon.
(171)
El
"pequeño rincón" se extendía unas pocas decenas de
kilómetros al oeste, sur y este de la ciudad de Burgos; queda sin
delimitar la frontera septentrional (que entendemos sea el
Cantábrico).
Sobre
la Castilla original tenemos que:
- es un territorio pequeño: era Castiella un pequeño rincon (171a)
- como comunidad política constituye una alcaldía: Era toda Castiella solo una alcaldia (172a)
- es pobre: era pobre e de poca valia (172b)
- es patria de hombres buenos: nunca de buenos omnes fue Castiella vazia (172c)
El
autor resalta ahora, incurriendo en nueva contradicción, las
desventajas de Castilla, que se resumen en la pequeñez de su
territorio, la pobreza y la ausencia de una organización política
superior. La conjunción de un buen jefe y unos buenos vasallos hará,
sin embargo, posible que Castilla supere felizmente estas
limitaciones, de modo que la pobre alcaldía acabe como cabeça
de reinado
(173d). El interés del autor por mostrar el engrandecimiento de
Castilla le lleva a exagerar la insignificancia de condado a
principios del siglo X. Recordemos que durante el reinado de Alfonso
III (años 866-910), la frontera meridional de Castilla llegaba hasta
el Esgueva y que este mismo monarca ordenó la fortificación de
Grañón, al oriente de los montes de Oca. Bien es cierto que la
repoblación iba más lenta y que se trataba de unas fronteras
fluctuantes, sometidas a los avatares de la guerra. Buena prueba de
ello la tenemos en la campaña de Valdejunquera (920), por la cual
los castellanos debieron abandonar Osma, San Esteban y Clunia, en la
ribera del Duero. Los límites del condado que fija el Poema
coinciden más bien con los de Castilla en tiempos de los primeros
condes. Rodrigo (hacia 852-873) es el primer conde castellano del que
conservamos noticia. Bajo su gobierno se conquistaron Amaya,
Talamanca, Escalada, Villarcayo, Valdivieso y Auca; y se fortificaron
las localidades de Mijangos, Burgos y Oca. Los ataques musulmanes que
se suceden entre 863 y 867 obligaron a abandonar las posiciones de
Burgos y Oca. Su hijo Diego Rodríguez (hacia 873-885) hereda
Castilla y Álava. Durante su gobierno se consolida la línea
defensiva del Arlanzón, pero queda rota a su muerte la unidad del
condado. Durante el reinado de García I de León (años 910-914), la
frontera llega al Duero.
En
la geografía literaria del PFG
abundan las referencias a la Montaña.
Tenemos,
en primer lugar, una montaña histórica, que sirve de refugio a los
cristianos fugitivos y es la cuna de la reconquista. Tanto Castilla
como Asturias se caracterizan por la fragosidad de su territorio. En
los montes Cantábricos se producen dos hechos milagrosos: la
aparición de un ángel que anuncia a los cristianos la necesidad de
encontrar y obedecer a Pelayo; y la primera victoria cristiana en
Covadonga. Lo que no fue posible en el "campo de Sangonera",
lo es luego en la peña
(118b), con la intervención de los poderes sobrenaturales.
Exceptuando
la toma de Carazo (una
sierra muy alta, muy firme castellar,
192d) y el saqueo por los navarros de los montes de Oca (747), la
montaña no vuelve a ser escenario bélico; las guerras se libran en
las llanuras y valles fluviales.
Las
raíces históricas de Castilla en la montaña guardan un interesante
paralelismo con la biografía legendaria del héroe. Del conde de
Castilla se cuenta que furto
le un pobreciello que labrava carbon, / tovo lo en la montaña una
muy grand sazon
(177). Se trata de un episodio cuya filiación folclórica y
literaria ha sido repetidas veces señalada por la crítica. Pero
igual que la expansión de la tierra y la gloria del héroe son
fenómenos parejos, su crianza en la montaña por un pobre carbonero
simboliza la historia humilde de la primitiva Castilla. En la montaña
el héroe adquiere conocimiento de su noble linaje (178) y de los
sufrimientos de su pueblo (179). Ello le impulsa a cambiar la montaña
por el poblado:
que
non so yo osso bravo por vevir en montañas
(181b)
Fernán
González sigue el recorrido de los foramontanos que, desde tierras
de Cantabria y Vasconia, cruzaban las montañas y fundaban
asentamientos en la meseta.
La
seguridad que ofrece la montaña a los fugitivos es un motivo
reiterado en el poema. Se dice que los francos del conde de Tolosa, a
quienes derrotan los castellanos, Fueron
todos foidos por una grand montaña
(370a); y cuando Fernán González y la infanta doña Sancha huyen de
Castro Viejo por el "camino francés", cuenta el relato que
buscan el amparo de un monte
espesso (644c) y
que, al avistar una mesnada sospechosa, non
veian montaña do meter se pudiessen
(674b). Como contrapunto, el lance con el mal arcipreste (645 y sig.)
muestra que lo mismo que hace de la montaña un lugar seguro para los
fugitivos -la soledad-, la convierte en un terreno peligroso,
transitado por malhechores.
La
montaña es también un espacio propenso a las maravillas
sobrenaturales Lo vemos en el hallazgo de Pelayo y en el prodigio de
Covadonga. Pero es patente sobre todo en las milagrosas apariciones
de San Pedro de Arlanza, lugar fortuitamente descubierto por el héroe
mientras perseguía a un jabalí:
por
ir buscar el puerco metio s' por las montañas
(226c)
El
hecho de que la educación del héroe y su primer contacto con lo
sobrenatural tengan por escenario la montaña, nos lleva a recordar
que la montaña (=bosque) de la literatura folclórica está
estrechamente vinculada a los ritos de iniciación. La montaña del
PFG
se nos presenta como lugar yermo que por su naturaleza agreste sirve
de refugio, obstáculo o espacio maravilloso.
Frente
a la preponderancia del monte, el llano consta en expresiones de tipo
formulario: oteros
e llanos (252c);
por cuestas e por llanos (273d);
fortalezas e llanos
(678d); o es, como la ribera, escenario de episodios bélicos: el
fermoso prado
de la Era Degollada (312b), la plana
donde forman las huestes cristianas (450b), el llano
donde se enfrentan Fernán González y García (701b)... etc.
El
Poema,
según hemos visto, fija la frontera meridional de Castilla a la
altura de Carazo, cerca de Salas. Las grandes batallas entre
cristianos y musulmanes se desarrollan en un pequeño territorio
comprendido entre Lara y Carazo; dentro, por tanto, de los límites
del condado. A pesar de las grandes conquistas atribuidas al conde
(estrofa 5), el relato concluye sin una alteración sustancial de los
límites y sin más que una alusión pasajera a las campañas de
Fernán González en la Extremadura castellana (292).
A
la victoria inicial de Carazo, sucede una operación de represalia
comandada por Almanzor en persona. Los castellanos se concentran en
Muñó, al noreste de Carazo, y desde allí se dirigen a Lara, que
está a unos cuarenta kilómetros al este y que es donde se producen
los combates. La victoria es de los cristianos, pero no se trata más
que de una acción defensiva en territorio propio.
Otro
tanto acaece en Hacinas. La agresión parte de Almanzor. La noticia
del movimiento de tropas musulmanas sorprende a los castellanos en
Muñó. Los ejércitos de Almanzor se acantonan en Hacinas, a cuatro
kilómetros al sur de Salas (en tierra castellana); los cristianos,
en Piedrahita, a seis kilómetros al noreste de Salas. Los combates
duran tres días según el autor, que consagra al relato de la
batalla más de setecientos versos. Si tenemos en cuenta que a las
correrías del conde por Extremadura solo dedica una breve mención,
sorprende la importancia desmesurada que se concede a una acción
defensiva sin mayores consecuencias.
Y
es que la geografía bélica del PFG,
por lo que respecta a la frontera meridional de Castilla, no revela a
un héroe conquistador de la tierra, sino su defensor. Es ciertamente
un héroe invicto y que, como los reyes godos, actúa en defensa de
la cristiandad y contra el moro (23). Todas las confrontaciones
militares en que participa Castilla son iniciadas por el enemigo
(excepto Carazo). La Castilla expansionista queda disminuida en el
relato a una Castilla víctima, hostigada por todos, de fronteras
inseguras.
Dice
de Carazo: una
sierra muy alta, muy firme castellar
(192d), lo cual es más o menos conforme a la realidad geográfica.
El resto de las notas descriptivas tienen el mismo carácter tópico
y formulario a que ya estamos acostumbrados. En el relato de la
batalla de Lara se habla de oteros
e valles (252c)
y de montes e
valles (253d) y
de que los moros son perseguidos por
cuestas e por llanos
(273d). En cuanto a Hacinas, refiere el poema la disposición de las
huestes cristianas en
medio de una plana
(450b) y que los alaridos de los moros parecían mover los
montes e los valles
(512d); al segundo día, las haces forman otra vez en
medio de la plana
(513d).
La
relación de Fernán González con el monasterio de San Pedro de
Arlanza, a cuyas proximidades el autor se empeña en reducir el
teatro de operaciones del héroe, es histórica. Fundado en 912 bajo
el reinado de García I, Fernán González y su madre, Muniadona,
confirman la emancipación del cenobio. Es además cierto que allí
fue inhumado el conde y una de sus esposas. El monasterio se
encuentra en la ribera septentrional del río Arlanza, entre
Covarrubias y Barbadillo del Mercado. Según el Poema,
la ermita está en una peña que resulta inaccesible a caballo: Non
pudo por la peña el conde aguijar
(229a); y parece ser que, en efecto, el monasterio primitivo era una
pequeña capilla rupestre emplazada en lo alto de un roquedo.
En
el texto, el conde descubre el eremitorio mientras persigue a un
jabalí por las montañas: fallo
lo en un arroyo çerca de Vasquebañas
(226d). El topónimo "Vasquebañas" no se ha identificado;
pudiera tratarse de un nombre geográfico común, relacionado con los
términos "valle" y "cabañas" o "bañas".
Por otro lado, la persecución de un animal salvaje que conduce al
cazador hasta un lugar recóndito, donde se produce una experiencia
sobrenatural, es un motivo folclórico. Algunos estudiosos lo han
relacionado con la leyenda de San Eustaquio, famoso guerrero que
abandona a sus hombres para ir de caza y que, persiguiendo a la
presa, llega a una peña inaccesible donde se produce el hecho
milagroso. Otros recuerdan la similitud con un episodio de las
Mocedades de
Rodrigo: en este
caso el protagonista es Sancho Abarca, que a diferencia del conde
castellano, no respeta la sacralidad del lugar donde se refugia el
jabalí; el brazo del monarca queda entonces milagrosamente
paralizado. La impiedad de Sancho Abarca y el prodigioso castigo
coinciden en parte con el episodio del apresamiento de Fernán
González en
una ermita próxima a Cirueña: la vileza del rey García hace
relucir la bondad del castellano, mientras la milagrosa partición
del altar sirve de juicio divino (588 y sig.).
Relata
el Poema
cuatro guerras entre castellanos y navarros:
- saqueo de Castilla y batalla de la Era Degollada (estrofas 283-330)
- ataque del conde de Tolosa (estrofas 331-382)
- ataque del rey García durante las bodas de Fernán González (691-704)
- saqueo de Castilla y batalla de Valpierre (743- )
Menéndez
Pidal localiza la Era Degollada en el término de Valpierre, entre
Nájera y Santo Domingo; es decir, en tierras de La Rioja y a la vera
del camino de Santiago. De ser esto cierto, los castellanos
penetrarían unos cuarenta y cinco kilómetros en territorio navarro,
lo que constituye un largo recorrido para una sola jornada: entro
les en la tierra quanto una jornada
(311c). Pero si consideramos que la frontera castellano-navarra
llegaba en tiempos de Fernán González hasta Grañón y Pazuengos -y
no hasta los montes de Oca, como dice al principio el Poema-,
el trayecto se reduciría a unos quince kilómetros.
Forman
las haces navarras en
un fermoso prado
(312b); y he aquí que nos sorprende el poeta
con un extraño
apunte lírico, más propio de la descripción de un locus
amoenus, que de
un escenario bélico. No hace falta insistir en que la geografía del
poema se basa en referencias tópicas: esta es una de ellas: al menos
el "hermoso prado" de siniestro nombre se recuerda por una
victoria castellana.
La
derrota del rey don Sancho provoca una segunda intervención gascona
al mando del conde de Tolosa. La batalla tiene lugar en un vado del
Ebro, adonde los francos arriban tras cruzar el puerto de Getarea, en
los Pirineos atlánticos. No se especifica en qué parte exacta del
Ebro, pero sería pocos kilómetros al norte de la Era Degollada. Eso
significa que los navarros recorren unos ciento cincuenta kilómetros
hasta el río, por una ruta en la que confluyen ecos carolingios y
jacobeos. El enfrentamiento se produce en el mismo río: el conde
logra atravesarlo y la glera
se va poblando de muertos (336); derrotados, los navarros huyen por
una montaña (370a). Agua,
río, vado, glera, montaña, son
los términos geográficos que el autor emplea para localizar
someramente la acción.
Sin
concluir aún las bodas del conde castellano y de la infanta doña
Sancha, las tropas navarras vuelven a dirigirse contra Castilla. El
único dato que el poeta nos da de la localización de la batalla es
que los castellanos a
cabo del condado ovieron de salir
(693c). La batalla se libraría presumiblemente en la zona de
Belorado, pueblo que según dice en otra ocasión, está en
cabo del condado
(687b). Ahora bien, Belorado está al este de los montes de Oca,el
límite de Castilla de acuerdo con lo dicho en la estrofa 171: era
de castellanos Montes d'Oca mojon.
La
siguiente campaña navarra aprovecha una ausencia del conde
castellano, que se halla en León. El punto de partida de los
invasores es Estella, cabeça
de reinado, y
villa del "camino francés", a unos treinta kilómetros al
suroeste de Pamplona. Las huestes navarras devastan las comarcas
burgalesas próximas a Álava (Piedralada, La Bureba), se encaminan
hacia el sur, a los montes de Oca, y luego al noroeste, al valle del
Ubierna, con lo que se sitúan en las puertas de Burgos. Esta es la
única invasión del norte de Castilla que cuenta el poema e incluye
breves notas descriptivas. Los montes de Oca, que antes eran una
fiera montaña
(670c), merecen ahora la calificación de buena
tierra provada
(747b); Rio
d'Ovierna es
tierra de pan
bien abastada
(747b), elogio que coincide con el dedicado a España.
La
localización precisa de la batalla de Valpierre es quizá la más
detallada que encontramos en la obra:
Ayuntaron
se en uno en un fuerte vallejo,
buen
lugar para caça de liebres e conejo:
cojen
y mucha grana con que tiñen bermejo,
al
pie le passa Ebro mucho irado e sobejo.
(754)
Si
en la historia de la Era Degollada nos sorprendía el autor con su
salida lírica, la descripción de la valleja de Valpierre no es
menos chocante. La ribera del Ebro es por tercera vez escenario de
una confrontación armada (sin contar con que la Era Degollada podría
ser algún lugar próximo al río) y la fórmula descriptiva reincide
en el mismo tópico, aunque se añaden observaciones sobre el terreno
y su riqueza venatoria y agrícola.
El
territorio riojano fronterizo con Castilla es también el escenario
en que se desarrolla el novelesco episodio de la prisión del conde
Fernán González tras la traición de Cirueña (estrofas 582-690).
Cirueña se localiza a unos seis kilómetros al sureste del
monasterio de Santo Domingo de la Calzada, en las proximidades de los
lugares de Valpierre y del Ebro comentados con anterioridad. Tras el
apresamiento del conde en una ermita, lo llevan a Castro Viejo, a una
veintena de kilómetros al sureste de Cirueña. Allí será liberado
por la infanta doña Sancha, gracias a los buenos oficios de un conde
lombardo que se dirige en peregrinación a Compostela.
La
importancia del "camino francés" en la geografía
literaria del Poema
se percibe claramente, tanto en este episodio como en el de la
segunda prisión del conde, cuando la condesa se disfraza de romera
para obtener la liberación del héroe castellano, preso en León por
rebeldía.
Desde
Castro Viejo, al sur del camino, los dos fugitivos toman la dirección
de Castilla, amparándose en la soledad de los montes. Entre tanto,
los castellanos deciden salir en busca de su jefe. El trayecto que
siguen por Arlanzón, montes de Oca y Belorado se corresponde con un
tramo del camino jacobeo. Arlanzón, adonde llegan el primer día,
está a unos dieciocho kilómetros al este de Burgos, en la orilla
derecha del río del mismo nombre. Aunque es un lugar ligado a la
tradición del camino, que pasa por San Juan de Ortega, conviene
recordar que la vía Aquitania-Astorga atravesaba Castilla por el
valle del Arlanzón. Al día siguiente, los castellanos franquean los
"fieros" montes de Oca y llegan a Belorado, después de
recorrer unos veintidós kilómetros. Cerca de esta villa fronteriza
se produce el encuentro con el conde y su prometida, que han tenido
que andar en dos jornadas alrededor de treinta y cinco kilómetros.
Estella,
Burgos y León, unidas por el camino de Santiago, son las capitales
de las tres comunidades históricas en las que se gesta la leyenda de
Fernán González. En la misma ruta jacobea, pero al otro lado de los
Pirineos, se halla Toulouse, a cuyo conde se hace intervenir una vez
en las contiendas peninsulares.
El
papel que a estas localidades se asigna en el texto como espacios
narrativos es desigual. Sin duda, la mayor importancia corresponde a
León. León es la sede regia, donde se celebran las cortes a las que
asiste pesaroso el conde castellano (estrofas 570 y sig.). En la
capital del reino tienen lugar varios episodios fundamentales:
- en la convocatoria de cortes se refleja la hostilidad política entre castellanos y leoneses (737)
- la venta del caballo y el azor (575 y sig.): al retrasarse el monarca leonés en el pago de la deuda, esta se eleva a una cantidad imposible de reunir, por lo que se ve obligado a conceder la exención de Castilla
- la traición tramada por la reina doña Teresa, que desencadena la prisión del conde en Castro Viejo y, casualmente, su matrimonio con la infanta navarra (582 y sig.)
- la humillación de los leoneses por el conde castellano: el rey solicita la ayuda de Fernán González para repeler una invasión mora, y el conde expulsa a los musulmanes despreciando la colaboración de los leoneses (723)
- en la PCG se narra una segunda prisión del conde: el rey le acusa de rebeldía
No
figura en el Poema
ninguna descripción de León o su tierra; ni siquiera consta la
fórmula cabeça
de reinado con
que se caracteriza Estella (715).
La
visión que se ofrece de León no es muy positiva. A pesar del buen
recibimiento que los leoneses conceden al castellano, Fernán
González es víctima de intrigas y acciones de represalia; y él se
comporta con las autoridades leonesas de una forma despectiva (571),
usurera (575 y sig.) y soberbia (723).
La
ciudad de Burgos aparece por primera vez mencionada en el relato de
la batalla de Lara, que se salda con la victoria de los castellanos;
dice el Poema:
El
conde e sus gentes e todos los cruzados
a
la çibdat de Burgos fueron todos llegados;
folgaron
e dormieron, que eran muy cansados,
demandaron
maestros por sanar los llagados.
(282)
Más
tarde marchan a Burgos los vasallos del conde con la mala noticia de
su prisión (604). Y desde esa capital salen los castellanos por el
"camino francés" en busca del héroe. Cuando lo encuentran
cerca de Belorado, se encaminan todos a Burgos, donde se celebran las
ilustres bodas.
Tampoco
hay ninguna descripción de Burgos; pero queda claro que es un
espacio positivo: para los castellanos es lugar de descanso y fiesta,
y símbolo de su unión y fidelidad.
El
nombre de Estella aparece como grito de guerra en boca de los
navarros (316). Cuando Fernán González derrota al rey García, se
cuenta que el monarca va a retirarse a Estella, cabeça
del reinado,
desde donde promete vengarse. Estella es asimismo la sede de unas
cortes en las que el rey decide adoptar represalias contra el conde
Fernán González; de ahí el saqueo de Castilla (743 y sig.). Las
pocas veces que se menciona la capital navarra tienen que ver siempre
con asuntos de guerras.
Urueña, Valladolid |
Como
conclusión de estas notas sobre la geografía literaria del PFG,
destaquemos la escasez de datos y descripciones. Lo más frecuente es
que las citas se reduzcan a la mera enunciación del topónimo: movio
se de Muño con toda su mesnada, / fueron se pora Lara tomar otra
posada (225); o
de algún nombre geográfico común: iva
se d'onbres muertos essa glera poblando
(366c). Acompaña a veces al topónimo una aposición explicativa de
estilo formulario: Aragon
e Navarra buena tierra provada
(57b). Y solo en contadas ocasiones hay concisos apuntes
descriptivos: ...
Caraço fue çercar, / una sierra muy alta, muy firme castellar
(192). Las raras descripciones suelen incidir en aspectos tópicos,
como la grandeza o fragosidad de los montes, la corriente del río,
el locus amoenus
o la riqueza de la tierra. Otro rasgo estilístico que se repite
frecuentemente es el empleo de expresiones binarias con sentido de
universalidad: oteros
e llanos (252c),
en torre nin en
çerca (297b),
tierra e mar
(400b)... etc.
Debemos
tener en cuenta que el Poema
desarrolla unos contenidos presentados como históricos, pero que en
absoluto se ajustan al rigor ni a la objetividad de la historia.
Tales acontecimientos históricos deberían complementarse con una
geografía realista. Pero reparemos en las siguientes combinaciones:
- hechos ficticios (prodigiosos, novelescos...) se ubican en una geografía real
- hechos históricos tergiversados se ubican en una geografía real tergiversada
En
el primer caso los hechos ficticios pueden proceder de la fantasía
del escritor, el folclore o la tradición literaria. Por ejemplo: el
milagro de Covadonga, el episodio del conde lombardo... etc.
En
el segundo caso se incluyen episodios tales como las batallas entre
cristianos y musulmanes de Lara, Hacinas y Campos. Rastreamos en el
relato trazas de unos conflictos históricos, pero que no sucedieron
de la forma que nos cuenta el autor; cambian la ubicación, los
protagonistas... etc.
A
estos procedimientos fundamentales hay que añadir otros más:
- el autor refiere hechos históricos en su localización histórica: por ejemplo, la celebración de cortes en León
- el autor refiere hechos legendarios que localiza en una geografía indefinida, pero verosímil: por ejemplo, la crianza del conde en la montaña (¿qué montaña?)
No
existe en el Poema
una geografía fantástica, aunque sí existan serpientes celestes,
huestes milagrosas y revelaciones sobrenaturales. Esto nos lleva a
considerar el significado literario de los espacios narrativos que
elige el autor: ¿por qué esos y no otros?, ¿qué sucede en ellos?,
¿cómo son descritos?, ¿qué implicaciones ideológicas
connotan?...
Veamos
antes cuáles son los principales escenarios geográficos en que se
sitúan las acciones del relato:
- el monasterio de San Pedro de Arlanza y sus alrededores (Carazo, Muñó, Lara, Hacinas,...): aquí tienen lugar las grandes victorias del héroe contra los musulmanes y los más importantes hechos milagrosos; un vínculo sobrenatural une al monasterio, el héroe y sus gestas
- el camino de Santiago (desde los puertos de Aspe y Cize hasta Sahagún y León, pasando por Estella, Belorado, Oca,...): proporciona topónimos; aparece como eje de comunicación entre Francia y el valle del Ebro, entre La Rioja y Castilla y entre Castilla y León; es escenario de episodios legendarios y novelescos
- la ribera del Ebro: frente de guerra entre navarros y castellanos
- la montaña Cantábrica: cuna de la reconquista; lugar de crianza del héroe (?)
- Marruecos, Andalucía y "Almaria": escenario de la destrucción de España; de allí proceden las invasiones moras
Estos
espacios pueden ser reducidos a tres ámbitos geográfico-culturales:
- ámbito arlantino: agrupa los lugares próximos al monasterio burgalés; es posible que allí se originara el Poema, por lo que no sorprende su contenido propagandístico
- ámbito jacobeo y carolingio: comprende los lugares de la región pirenaica, valle del Ebro y "camino francés"
- ámbito visigodo: llamamos así a todos los lugares relacionados con los hechos históricos y legendarios de la pérdida de España y el comienzo de la Reconquista
Como
se puede comprobar, estamos ante una geografía literaria que
responde a unas claves culturales precisas. Y es necesario en este
sentido remarcar otro aspecto fundamental para la comprensión del
texto: la subordinación de los contenidos referenciales al mensaje
ideológico. Lo hemos comprobado en los reajustes que el autor
efectúa para aproximar los acontecimientos al monasterio del
Arlanza; también, en las diferentes versiones que se nos ofrece del
territorio castellano, según interese destacar su riqueza o su
miseria.
A
modo de recapitulación, podemos sintetizar los rasgos que
caracterizan el tratamiento literario del espacio narrativo en el PFG
así: escasez de descripciones; observaciones tópicas; estilo
formulario; fuentes literarias; y subordinación al tema.
La
prioridad otorgada al ámbito arlantino y antes al núcleo castellano
de reconquista convierten a la Castilla Vieja del Poema
en un símbolo cuyo significado trasciende de lo histórico y
adquiere connotaciones didáctico-morales. Castilla representa la
modélica conjunción de un buen señor, unos buenos vasallos y un
Dios propicio. El monasterio de San Pedro de Arlanza constituye el
eje geográfico-espiritual de esa Castilla utópica: es el lugar
donde la divinidad entra en contacto con el héroe y donde los
castellanos muertos en combate descansan para siempre. Recuérdese
una vez más que en el siglo XIII, cuando se escribió el PFG,
Castilla era una realidad mucho más amplia y dinámica. Al
constreñir lo castellano a un espacio tan reducido y concederlo una
transcendencia tal, el texto falsea interesadamente la historia.
2
Del
solar de Lara, Fernán González aparece en documentos de 929 con el
título de conde. En 931 asumió el poder de los condados de Burgos,
Lara, Lantarón, Cerezo y Álava, y en 932 figura como conde de
Castilla. Nacido hacia 910, no se sabe nada de su infancia. Según
algunas fuentes, era bisnieto de Nuño Núñez, que repobló
Brañosera y a quien se ha relacionado con el primer juez, Nuño
Rasura. Un hijo de Nuño Núñez organizó la defensa de Castrogeriz
en 882; otro, de nombre Fernando, se estableció en Castrosiero. Un
hijo de este Fernando fue Gonzalo, fundador de Lara hacia el año
900. Gonzalo extendió sus territorios hasta Aza y fue conde de
Burgos y de Castilla. Su viuda, Muniadona -madre de Fernán
González-, recibe en algunos documentos el título de comitissima,
mientras que los historiadores árabes llaman a sus descendientes los
Banu Muma.
El
Poema de Fernán
González
-obra del siglo XIII, de autor desconocido y que pudo ser redactada
en el monasterio de San Pedro de Arlanza-
traza una historia imaginaria del héroe, a quien emparenta con los
legendarios "padres de la patria" castellana e inventa una
infancia fabulosa. Mientras que la Primera
Crónica General,
que sigue de cerca al PFG,
no recoge la infancia del héroe; la Crónica
de 1344, tal vez
más próxima a la tradición juglaresca, cuenta que el conde fue
criado por un caballero. La versión del PFG
es que un carbonero rapta al futuro conde y lo cría en la montaña
(estrofa 177), donde le a conocer su noble linaje. Cuando el héroe
descubre los sufrimientos de los castellanos, abandona su retiro
agreste para asumir las responsabilidades que le corresponden. Avalle
Arce cree que el Poema
aplica la "ley del contraste" en una estructura global
típicamente hagiográfica. El contraste entre el niño raptado y el
futuro héroe, entre la alcaldía y la cabeza del reino, o entre la
mísera ermita y el monasterio de San Pedro de Arlanza contienen,
pues, un inequívoco mensaje moral. Keller, por su parte, relaciona
este episodio con la leyenda de San Eustaquio y con la crianza de
Paris por unos pastores, según relata el Libro
de Alexandre.
Pero es asimismo obvio que se establece cierto paralelismo entre el
cuento de la crianza del héroe y la historia de la Castilla condal.
En efecto, el movimiento reconquistador desde la montaña y el flujo
repoblador de los foramontanos convierten en verosímil la
ambientación del episodio. En la Crónica
de Arredondo,
por ejemplo, se dice que el conde y su ayo -al que llama Martín
González- vivían en un lugar retirado próximo a Laredo. Además,
el linaje de Fernán González procedía de la Montaña -la mejor de
las tierras para el autor-, por lo que no sería extraño que su
familia tuviera allí posesiones. En cualquier caso, se presenta al
héroe emparentado con los "padres de la patria", criado en
el solar originario de la primitiva Castilla y compartiendo con su
tierra unos principios humildes y probos; es decir, un héroe
perfectamente identificable con la comunidad a la que representa.
Castillo de Turégano, Segovia |
El
proceso de formación del héroe pasa por una concienciación de
casta (estrofa 178), y por un compromiso nacional-religioso (estrofas
179-182). El carbonero no es un simple ayo rústico, sino un
transmisor del orgullo nobiliario que alienta al joven Fernán
González. Desde el momento en que el héroe abandona las montañas,
el pueblo lo recibe con alborozo como a su señor natural (184). La
primera acción del nuevo conde es significativa: invoca la ayuda del
cielo para salvar a Castilla de la postración en que se encuentra
(185-190). Refiere luego el poema sus primeras victorias sobre los
musulmanes (191 y sig.). En las virtudes marciales del conde se
corrobora su noble linaje, que queda confirmado como dirigente
modélico.
Los
datos históricos dicen otra cosa. El encumbramiento de Fernán
González, en un momento de desunión de los condados castellanos,
pudo estar relacionado con los servicios que había prestado a Ramiro
II en la guerra que este mantuvo contra su hermano Alfonso IV. En los
primeros años de su gobierno, Fernán González participó en
expediciones reales contra guarniciones musulmanas de las regiones
del Duero, Tajo y Ebro. Como ya hemos indicado en otras ocasiones, el
autor reduce el radio de acción del héroe y no manifiesta especial
interés por la geografía de la expansión castellana. Su empeño es
mostrarnos al caudillo cristiano que guerrea en defensa de la
religión y que podía servir perfectamente de modelo a quienes en
pleno siglo XIII se hallaban en similar brete. La intervención de
Almanzor en una operación de represalia que culmina en la batalla de
Lara es un anacronismo. No obstante, es cierto que hacia 933 Castilla
fue víctima de un gran ataque musulmán comandado por el propio
califa Abd-al-Rahman III. A diferencia de lo que cuenta el Poema,
los castellanos solicitaron la ayuda del monarca leonés, y las
fuerzas cristianas se impusieron en Osma. Posteriormente la alianza
de Ramiro II con los tuchibíes de Zaragoza, que aspiraban a una
cierta independencia del califato, provocó nuevas expediciones de
Abd-al-Rahman III en 937 y 939. En esta última se produjo una
victoria cristiana (Simancas), que aceleró el control del valle del
Duero por los leoneses y castellanos: por la parte leonesa, la
frontera avanza hasta el Tormes; los castellanos llegan hasta
Sepúlveda. La historia revela, por tanto, una colaboración entre
castellanos y leoneses en la que no faltan alianzas coyunturales con
los musulmanes de Aragón. Todo esto lo ignora el autor del poema,
que pinta a los castellanos de Fernán González como únicos
defensores de la cristiandad. Buena prueba de ello es la narración
de la campaña de Lara, en la que figura una serie de tópicos que
volveremos a encontrar en episodios semejantes:
- superioridad de las fuerzas musulmanas (197), lo que por contraste hace más meritoria la victoria cristiana
- personalización del conflicto en sus caudillos: Almanzor pretende vengarse del conde (195)
- la expedición enemiga se dirige contra Castilla (198)
- rechazo de la opción pacifista planteada, en este caso, por Gonzalo Díaz (202-207)
- revelación sobrenatural de la victoria al héroe castellano (237)
- victoria castellana con la intervención divina (255)
- botín (274)
- referencia al monasterio de San Pedro de Arlanza (278)
Hay
en la gesta de Lara un protagonismo absoluto de los caudillos y un
trasfondo de guerra santa contra el infiel. Manifiesta el autor una
ideología belicista y dedica una especial atención al monasterio de
San Pedro de Arlanza, que une con vínculos sobrenaturales al conde,
a su victoria y, por tanto, a la gloria de Castilla.
La
réplica de Fernán González a Gonzalo Díaz (209-224) contiene una
interpretación de la historia castellana que se corresponde con la
ideología general del Poema.
El conde invoca la necesidad de sacrificarse por Castilla (211) y
recuerda la lealtad de los castellanos (213), su rectitud y voluntad
(214) y, sobre todo, su bondad como súbditos (215-216). Toda esta
sarta de virtudes hizo de Castilla la salvadora de España:
quando
perdio la tierra el buen rey don Rodrigo
non
finco
en España quien valiesse un figo,
si
non Castiella
Vieja, un logar muy antiguo.
(217b,
d)
Que
existió una relación histórica entre el cenobio burgalés de San
Pedro de Arlanza y el conde Fernán González es una cuestión
sabida. Insistamos, no obstante, en el hecho de que a la vez que el
poeta reduce el ámbito territorial de las gestas castellanas,
magnifica los vínculos del monasterio con el conde.
El
monasterio fue fundado en 912, unos años antes de que Fernán
González accediera al poder. La importancia atribuida en el Poema
al monacato sí puede contemplarse como un elemento realista, aunque
con matices. Pérez de Urbel calcula que en una extensión de unos
200 km de longitud por 100 de anchura podían contarse en el “rincón
castellano” más de cien monasterios. La primera fundación data de
759 y fue el monasterio cántabro de San Miguel de Pedroso. La
relevancia demográfica y económica de estos conventos era dispar:
solo unos pocos, entre ellos el de Arlanza, pasarían del centenar de
monjes. Los había que eran fundados por un magnate o una familia. A
veces los propietarios particulares emancipaban sus monasterios o se
los entregaban a otros dueños. Fueron precisamente Fernán González
y su madre, Muniadona, quienes confirmaron la emancipación del
monasterio de San Pedro de Arlanza. Un ejemplo de la riqueza que
llegaban a acumular algunos monasterios nos lo ofrece el de
Covarrubias, que recibió del conde García Fernández, en el siglo
X, más de cincuenta villas, unos veinticinco monasterios, quinientas
vacas, mil seiscientas ovejas, ciento cincuenta yeguas y tres mil
trescientos sueldos en metálico. Fernán González contribuyó
también a la prosperidad del monacato castellano. Se cuenta que
enriqueció el monasterio de Rezmondo "por la prosperidad de su
condado, por el remedio de sus pecados y por las almas de sus
padres", según Pérez de Urbel. A la muerte del conde, el ritmo
de las fundaciones y donaciones decreció.
Las
donaciones que daban derecho a los rezos de los monjes y a sepultura
en el interior del templo eran frecuentes en la época, como bien
refleja el Poema.
El caballero se obligaba a constituirse en defensor de un monasterio;
institución en la cual Pérez de Urbel ve el germen de las órdenes
militares. Por lo que atañe a nuestro asunto, es el tipo de relación
que mantiene el Fernán González literario con el cenobio donde se
le revela su destino glorioso.
El
autor urde la trama de un encuentro providencial de la ermita por
parte del conde (226 y sig.). San Pedro se halla en un lugar
retirado, donde los anacoretas llevan una vida ascética. El respeto
de la sacralidad del lugar y la oración establecen un nexo
espiritual entre el conde y la ermita. Estos lazos se materializan
cuando el conde se compromete a entregar el quinto del botín al
cenobio y a hacerse enterrar en él (247). Posteriormente Fernán
González honrará al monasterio convirtiéndolo en panteón de los
guerreros castellanos (565 y sig.). Hay, pues, una especie de
intercambio de servicios. El monasterio recibe honra y riqueza;
ofrece, como contraprestación, apariciones milagrosas y retiro
espiritual. Al cabo, se transforma en un oráculo que proporciona al
héroe conocimiento de su alto destino y la certeza de la victoria:
armas fundamentales de su heroísmo.
León |
La
visión legendaria de Fernán González como libertador de Castilla
está lejos de ajustarse a la realidad. Reparemos en que hasta la
estrofa 570 del PFG
no se plantea el contencioso entre castellanos y leoneses, y en que
tras una breve referencia a los sucesos del conde en la corte, León
solo vuelve a aparecer una vez más (en lo que conservamos del
texto). Suponemos que el Poema
completo relataría la exención del condado al no poder abonar el
rey la cantidad adeudada al jefe castellano. Se trata, en definitiva,
de una materia a la que se dedica menos atención que a los
conflictos de Castilla con el Califato y con Navarra. Escrito el
Poema
a mediados del siglo XIII, en un tiempo en que los reinos de Castilla
y de León conforman la unidad política más poderosa de la
Península, las antiguas disensiones habían de ser para el autor un
asunto de importancia secundaria en comparación con el de la
reconquista en curso. Por otra parte, la figura de un noble rebelde a
la autoridad real no respondía a la intención e ideología del
Poema.
Si el Fernán González del poema no destaca como conquistador,
tampoco como rebelde. Sus enemigos pertenecen a dos clases: los
infieles y los cristianos que se alían con los infieles. En este
segundo grupo se incluyen los navarros y los leoneses, según la
versión del autor. Así se justifica la guerra entre cristianos y
una cierta rebeldía acreditada por causas mayores. Ni siquiera la
exención de Castilla es resultado de una revuelta. El monarca de
León pierde Castilla por no cumplir una deuda, por una infidelidad a
la que agrava el hecho de que su víctima es su mejor vasallo, y el
caudillo más leal y valeroso del reino.
Las
tensiones entre Castilla y León y la emancipación del condado
tampoco se citan en los versos introductorios del Poema,
en los que el autor declara su propósito de exaltar las hazañas
conquistadoras del conde. Las relaciones entre ambos territorios
constituyen, no obstante, un capítulo importante en la historia
política de los estados cristianos peninsulares y pueden ser
contempladas como un paulatino proceso de convergencia que culmina
con la unificación castellano-leonesa en el siglo XIII.
Ambas
entidades políticas surgen del impulso reconquistador que sucede a
la invasión musulmana. León fue repoblado a mediados del siglo IX
por Ordoño I y se convirtió a principios del X en capital del
reino, al trasladarse la corte de Oviedo. Del nombre de Castilla,
aplicado a un pequeño territorio situado en la zona oriental de la
Cordillera Cantábrica, en el alto Ebro, tenemos constancia
documental desde el año 800: se aplicó el nombre a parte de un
territorio denominado antes Bardulias en referencia al pueblo de los
várdulos. Por lo menos desde Alfonso I (años 739-757), estaba
integrado en el reino astur, si no antes, como parte del ducado de
Cantabria. En los orígenes y en el movimiento de repoblación de la
meseta del Duero hay paralelismos notorios entre León y Castilla,
aunque existieron también diferencias. Téngase en cuenta que León
era la sede de la corte y entre sus miembros figuraban sobre todo
familias descendientes de la nobleza visigoda, lo que hizo de León
un baluarte del tradicionalismo goticista. En el ámbito jurídico,
la vigencia del Fuero
Juzgo; y en el
cultural, el papel preeminente de la Iglesia, que mantuvo viva la
lengua latina y el legado de San Isidoro, refuerzan los vínculos que
unían León con Toledo. La organización socioeconómica era de
índole feudal. Pronto se constituyeron grandes propiedades en poder
de la nobleza y de la Iglesia, y se formó una masa de campesinos
dependientes. Los primitivos condados orientales que se unificaron
bajo la dirección de Castilla se distinguían en su organización
socioeconómica por la existencia de una masa amplia de campesinos
libres, nacida de la repoblación por el procedimiento de presura.
Las comunidades de aldea agrupaban a estos campesinos libres y en
ellas coexistía la explotación privada de las tierras de labor con
el uso colectivo de montes y pastos. Como era un territorio
frecuentemente expuesto a los ataques musulmanes, que seguían la vía
natural del valle del Ebro, la situación de permanente inseguridad
propició el ascenso de parte del campesinado a la categoría de
caballeros villanos. El alejamiento de la corte favoreció la
conservación de un derecho basado en la costumbre, aspecto que se ve
reflejado en la leyenda de los alcaldes de Castilla.
Pues
bien, ¿qué representaba Fernán González en aquel rincón marginal
del reino leonés? En opinión de Julio Valdeón:
El
"hecho diferencial" castellano, dentro del conjunto
astur-leonés, tuvo su concreción en el terreno de la acción
política en la persona del conde Fernán González. [...] Pero al
margen de la opinión que se tenga de Fernán González, el hecho
objetivo es que él consiguió, en los años medios del siglo X, la
unificación política de los diversos territorios de Castilla y al
mismo tiempo una libertad de acción de tal naturaleza, con respecto
a los monarcas leoneses, que ha dado pie a hablar sin más de la
independencia de su condado.
El
origen de las divergencias castellano-leonesas radica, según el
mismo autor, en las peculiaridades de los protagonistas de los
procesos repobladores. En el caso de la zona oriental de la
Cordillera Cantábrica, se trataba de pueblos poco romanizados, con
una organización propia de una sociedad gentilicia, cuyos rasgos se
exportarían a las llanuras mesetarias: las comunidades de aldea
tendrían bastantes elementos en común con los primitivos grupos
gentilicios. Sin embargo, estas estructuras comunitarias sufren un
paulatino proceso de degradación, de modo que durante los siglos IX
y X las transformaciones apuntan a una organización de tipo feudal,
lo que conlleva una generalización de las diferencias estamentales.
De tal modo que al evolucionar hacia el feudalismo y expandirse hacia
la meseta, Castilla converge con León, tanto desde el punto de vista
socio-político como geográfico.
Por
lo que respecta a la Castilla de las comunidades de aldea -con sus
concejos, derecho consuetudinario y propiedades comunales-, nada hay
de ello en el PFG,
que más bien busca establecer una continuidad histórica entre la
Hispania visigoda y Castilla, dejando de lado a León. Su Castilla
brota de la nada como una potencia militar, y en seguida se pone a
Bernardo del Carpio al mando de los castellanos para derrotar ni más
ni menos que a Carlomagno. El episodio de los alcaldes no exalta a
unos castellanos rebeldes contra las leyes de la corte, sino a unos
castellanos desesperados por carecer de autoridad. Y el tipo de
autoridad de que se dotan es una alcaldía que destaca por la guerra,
no por otra causa. Cierto es que los alcaldes son electos, como quizá
lo fueran en los primitivos concejos, pero a partir de entonces el
poder se transforma en hereditario. La historia de Castilla solo se
diferencia de la de León en un aspecto: León es la corte y
Castilla,"un pequeño rincón". Castilla, en consecuencia,
se hace grande por méritos propios y por la gracia de Dios. León,
en cambio, se echa a perder por sus corruptelas cortesanas, llegando
hasta tal punto de degradación que es incapaz de defenderse de los
moros. Castilla, a la postre, es mejor que León gracias a la
conjunción de un buen señor, un pueblo fiel y el auxilio divino.
Las
tensiones entre Castilla y León se explican, pues, por hechos
diferenciales de naturaleza moral. No hay en la defensa de Castilla
simpatía por el rebelde o la causa de la libertad; en todo caso, la
ejemplaridad del bueno que se acaba imponiendo sobre el malo. Por
ello en el relato la rivalidad castellano-leonesa se manifiesta de
una forma personalizada y novelesca. Las causas de enemistad entre
ambos pueblos se reducen a traiciones, deslealtades y malentendidos
entre sus próceres:
- la reina de León quiere vengar a su hermano Sancho de Navarra (582 y sig.)
- el rey adquiere un caballo y un azor que no paga a Fernán González en el plazo convenido (575 y sig. y Primera Crónica General)
- los caballeros leoneses se enemistan con el conde porque rechaza su ayuda para luchar contra los moros (723)
Por
lo que cuenta la PCG,
las relaciones irían empeorando progresivamente hasta que el conde
es apresado por traidor. Sin embargo, de acuerdo con la misma fuente,
Fernán González se muestra comedido y mantiene su lealtad al rey, a
pesar de que le reprocha la deshonra en las cortes, los haberes
confiscados y el trato del caballo y el azor incumplido. Todos ellos
-la venganza, la deslealtad, la deshonra-, motivos de gran solera en
la épica tradicional.
No
hay en la temática de León el despliegue de erudición
histórico-legendaria que el poeta había dedicado a la pérdida de
España y al principio de la reconquista: el contencioso
castellano-leonés se resuelve como una especie de apólogo moral. Y
ello no nos sorprende, porque en todo momento se ha ignorado el papel
histórico de León en la reconquista de “España”; o peor aún,
le ha sido usurpado en beneficio de Castilla. Esta mixtificación
tiene especial interés a la hora de interpretar el supuesto
castellanismo del Poema,
que
básicamente
consiste en atribuir a una Castilla ideal la misión de restaurar un
ideal de España.
El
episodio del caballo y el azor ha sido vinculado a una ancestral
tradición germánica o considerado como un caso de corroboración:
es decir, que Fernán González otorgaría al rey de León el caballo
y el azor a cambio de ciertos derechos para el condado de Castilla.
Louis Chalon, basándose en C.Pitollet, recuerda que en la Edad Media
el precio de los caballos y los azores mudados era muy elevado; por
ejemplo, se conserva un documento de 1057 por el que Sancho V de
Navarra vende el monasterio de San Miguel de Yecoza por un caballo y
dos azores. En cuanto al sistema de venta al
gallarín,
Pitollet cree que tiene origen oriental. Resulta, sin duda, llamativo
que el rey leonés del Poema
se niegue a aceptar un regalo de tal calidad; y que el conde, tan
generoso al principio, adopte después un procedimiento tan usurero.
La negativa del monarca puede tal vez explicarse como un acto de
soberbia, que contrastaría -otra vez la ley del contraste- con la
irreprochable honestidad del conde castellano, con su talento y su
fuerza. No en vano el caballo y el azor que le ofrece Fernán
González son un caballo ganado a Almanzor y el mejor azor de
Castilla. El formalismo con que se efectúa el trato (cartas por ABC)
y la duras condiciones (al gallarín) delimitan el marco legal que
justificará la posterior exención de Castilla: nada más lejos de
la rebelión ni más conforme a derecho.
La
intervención de Navarra en los asuntos de León se transforma
también en un lance novelesco protagonizado por mujeres. La reina
Teresa de León es un personaje trágico dominado por el deseo de
venganza; la infanta Sancha de Navarra libera por amor al conde, que
había caído en la trampa de Cirueña atraído precisamente por la
promesa de matrimonio con ella. El héroe que triunfara en la guerra
y en la política con la ayuda de Dios, vuelve a salir victorioso
gracias a una muchacha enamorada. Pero este amor entre el conde y la
infanta navarra posee una transcendencia política extraordinaria: es
una derrota de León, cuya reina había urdido la añagaza; una
derrota de Navarra, en una de cuyas prisiones yacía el conde; y una
derrota del Islam, porque el
vueitre carniçero
(174d) vuela al fin libre. Es además un éxito personal del héroe,
ya que consigue el amor de la infanta, se confirma la lealtad de sus
vasallos y emparenta con una familia real.
El
relato de la invasión mora de León corrobora nuestras anteriores
observaciones. Cuenta el poema que el rey Sancho solicita la ayuda
de Fernán González para repeler un ataque musulmán y que este
acude con presteza a la llamada de su señor. Fernán González es
lógicamente bien recibido por el monarca leonés. La llegada del
guerrero castellano causa pánico en las filas musulmanas, de donde
se infiere que el prestigio militar del conde es superior al del
propio rey. Fernán González se apresta para la batalla y decide
prescindir de los caballeros leoneses: se fía de sus fuerzas, es
poderoso, y aunque comete una descortesía, no es el suyo un acto de
rebelión. El conde libera Sahagún y expulsa a los moros de los
Campos Góticos. Tal es su fama que incluso los cautivos liberados le
muestran agradecimiento y las gentes dezien:
"¡Fernan Gonçalez, dexe te Dios reignar!"
(731d). En cambio, los caballeros leoneses se sienten ofendidos, y a
raíz de este incidente, los castellanos no vuelven a ser convocados
a Cortes por dos años, lo que hace inevitable que Castilla actúe
con total independencia.
Estos
acontecimientos no son históricos. Es cierto que los castellanos
lucharon junto a los leoneses en la batalla de Simancas (año 939),
pero el poderío militar del Reino de León fue decisivo para la
victoria. También es cierto que hubo conflictos entre el conde
castellano y la corona leonesa, al menos en determinados momentos de
su gobierno. Para Pérez de Urbel el detonante pudo ser la creación
del condado de Monzón, en la zona del Cea-Pisuerga, que fue
entregado a la familia rival de los Ansúrez y que constituía una
barrera para la expansión castellana hacia el sur. Alrededor de 943,
Fernán González y el conde de Saldaña Diego Múñoz niegan la
obediencia a Ramiro II. Tal vez hubiera enfrentamientos y los
rebeldes fueran apresados. Lo que sabemos es que Ramiro II entregó
Castilla a Ansur Fernández, hijo de Fernando Ansúrez; mientras que
el infante Sancho, futuro Sancho I, aparece como conde nominal. A
fines de 944 los dos condes rebeldes figuran de nuevo en la corte.
Según Sampiro y la Silense,
los condes realizarían un juramento de fidelidad; según don Pelayo
y la Najerense,
los rebeldes debieron entregar todas sus posesiones. En 947, Fernán
González vuelve a ser conde de Castilla. Como ya señalamos, los
conflictos partidistas se reavivan a la muerte de Ordoño III (año
956) con el apoyo que Fernán González presta a Ordoño IV en contra
de la candidatura de Sancho I. Antes, durante el reinado de Ordoño
III, el conde castellano interviene activamente en la corte de León.
No en vano es suegro del monarca y mantiene buenas relaciones con él,
excepto cuando este intenta casarse con una dama gallega. Obsérvese,
en fin, que los intereses encontrados de las grandes familias
aristocráticas (los Ansúrez, que controlan Monzón; Diego Muñoz,
que domina la zona del Carrión y áreas de La Montaña...) están en
el origen de buena parte de las contiendas.
Más
allá de la leyenda idealizadora, el proceso de independencia de
Castilla se sitúa en una coordenadas históricas que Julio Valdeón
resume en las siguientes palabras:
¿Y
la supuesta independencia de Castilla en los días de Fernán
González? ¿Cómo podemos interpretar el paulatino despegue del
condado castellano con relación a su centro, el reino leonés? [...]
A Fernán González se le ha llamado padre de la patria castellana.
Las formas de vida, maduras e innovadoras, de la sociedad castellana
de aquel tiempo habrían cristalizado en el caudillaje de Fernán
González, paladín de la independencia del condado. [...] Por esas
fechas se estaba produciendo en Europa occidental la desintegración
del imperio carolingio y la formación de los grandes principados
territoriales. ¿No hubo una similitud entre la actitud de Castilla
con respecto a León y la seguida, por ejemplo, por los condados de
la Marca Hispánica con relación a los monarcas francos? Partiendo
de estos supuestos Salvador de Moxó se ha preguntado si el caso
castellano no fue equivalente al de los principados feudales de la
Europa de entonces.
La
independencia de Castilla no es al fin y al cabo la cuestión capital
de una obra de clerecía, escrita en el siglo XIII, cuyo discurso va
claramente por otros derroteros: si se exalta la vieja Castilla no es
por su rebeldía, sino como icono de la reconquista cristiana,
poniéndola como ejemplo moral y objeto de veneración.
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