En la Recopilación
completa de la poesía de la dinastía de Tang, que publicó el
emperador Qian Long en el siglo XVIII, figuran casi cincuenta mil
poemas compuestos por más de dos mil doscientos autores y reunidos
en novecientos volúmenes. La dinastía Tang fue quizá la más
relevante de la historia china: rigió los destinos del país entre 618 y 907, reunificándolo y llevando sus fronteras hasta más
allá de las montañas del Pamir; estos siglos de oro de la poesía
clásica china coinciden con un periodo de reformas económicas,
obras públicas y tolerancia religiosa.
Mucho más antigua es la
primera compilación conocida de poesía china, Shi Jing (Libro de
poemas modelo), que aunque fue publicada en el siglo VI antes de
la era común, contiene entre sus más de 300 poemas algunos que
datan del siglo XI a. c., es decir, de la época de la dinastía Zhou
del Oeste.
La Crónica de la
poesía de la dinastía Song, que gobernó China entre 960 y
1279, fue elaborada por Li E en el siglo XVIII: recoge versos de más
de 3800 autores en 100 volúmenes.
Los datos son
apabullantes. Guojian Chen, en su Poesía china
vertida al castellano (Cátedra, Letras Universales), los
airea para fundamentar la aseveración de que China es un país de
poesía; y no solo por la antigüedad de las primeras
manifestaciones líricas y la cifra colosal de textos, sino también
por su arraigo popular. A propósito de lo cual, recuerda que en
tiempos de la emperatriz Wu Zhetian, que reinó entre 684 y 704, los
opositores a una plaza de funcionario debían pasar un examen de
composición poética; y que hoy en día quienquiera que
permanezca unos meses en China y que esté en contacto con los
chinos, podrá comprobar que es muy difícil encontrar un niño
escolar que no sepa de memoria algún poema de los grandes autores de
Tang, como Li Bai (Li Po, o Li Tai-pe) (701-762), Du Fu (Tu Fu)
(712-760) o Bai Juyi (p. 13).
No
creo ser el único ignorante al que le vendrá de perlas la antología
preparada por Guojian Chen. Por más que lo pretenda, / el
hombre no puede atrapar la luna,
se lamenta Li Bai con una copa en la mano; y añade:
Los hombres de hoy no
ven la luna de antaño,
mas la luna de hoy ha
alumbrado a los hombres antiguos.
Tanto los del pasado
como los del presente,
vienen y se van como
las aguas de un río,
y todos contemplan la
misma luna.
Hace tiempo, asistí a
una exposición de pintura contemporánea china en la que se exhibía
un cuadro titulado más o menos así: El paisaje de hoy es más
hermoso que nunca. Lo curioso es que a los motivos bucólicos
tradicionales se habían añadido tractores y máquinas de labranza,
tendidos de alta tensión cruzando los valles y cuadrillas de
campesinos vigorosos cultivando las fincas colectivas. La luna que
contempló Wang Wei en las montañas de Wang Chuan y la que alumbra
el cielo de la nueva China es, sin embargo, la misma; y también
aquella, hermana de la Cruz del Sur, en la que Borges pedía que nos miráramos como en un espejo:
Los largos siglos / de la vigilia humana la han colmado / de
antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
Poesía china (siglo XI a. C. - siglo XX), edición de Guojian Chen, Cátedra, Letras Universales, 472
Comentarios
Publicar un comentario