A
los doctos, modorros y picajosos
A los que oyen voces
recriminatorias que les acusan de haber vivido por encima de sus
posibilidades, y ahora que están sin empleo ni casa, y ven cómo los
capitalistas persisten en sus abusos, se lamentan de no haber aspirado a lo
imposible.
Epígrafe
El
caballero.- ¡Maldecido animal!... ¡Tiene todos los demonios en el
cuerpo!... ¡Un rayo me parta y me confunda!
Una
voz.- ¡No maldigas, pecador!!
Otra
voz.- ¡Tu alma es negra como un tizón del Infierno, pecador!
Otra
voz.- ¡Piensa en la hora de la muerte, pecador!
Otra
voz.- ¡Siete diablos hierven aceite en una gran caldera para
achicharrar tu cuerpo mortal, pecador!
El caballero.- ¿Quién me habla?
¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o sois hijos de
puta?
Ramón
del Valle Inclán, Romance de lobos, 1908
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