Norteamérica, 1990 (2)


Como Fisterra, Finistère o Land's End, en los confines occidentales de Europa, cabo Gaspé significa cabo del “fin de la tierra” en la lengua algonquina de la nación micmac. Es la razón de ser de los cabos. La definición que da el Diccionario académico suena casi obscena: “Lengua de tierra que penetra en el mar.” El Diccionario de voces geográficas españolas, de la Real Academia de la Historia, consigna con agudeza: “Punta de tierra que sale considerablemente de la costa al mar. Los latinos le denominaban promontorium por esta causa; y es contrapuesto al golfo por estar en razón inversa.” Y es que, en efecto, las palabras cabo y acabar (de a-, cabo) proceden del mismo étimo, que es caput, cabeza.

En los cabos, a veces hay una faro para aviso de navegantes, como en Fisterra de Galicia; y otras, una manada de focas, como en el cabo Gaspé de los micmacs.



Al norte de los Apalaches, en las montañas Chic-Choc, vive el caribú de los bosques. El nombre de esta sierra significa en micmac “barrera impenetrable”. Nosotros, no obstante, contratamos por 10 dólares una excursión que incluye traslado en furgoneta hasta la base del monte y el acompañamiento de un guía hasta la cumbre del Jacques Cartier, de 1270 metros, en otro tiempo llamado Pico de los Botánicos. No se engañe nadie por su modesta altura: el clima en las cotas superiores es subártico y la tregua del verano es falaz. Cuando los expedicionarios llegamos a lo alto de la cordillera, la niebla se echa encima, y todos nos sentimos decepcionados por no divisar los prometidos renos, ni siquiera un oso negro que justificara la aventura. Así que nos refugiamos en una cabaña y hablamos de nuestras vidas en las ciudades de Europa mientras el viento arrecia en la cima de las Chic-Choc. 

 
Me dice un canadiense que en Canadá también hay ciudades históricas y cultura, como molesto por esa manía europea de identificar su país con la Naturaleza salvaje. Igual que España tiene los toros -añade juiciosamente- Canadá posee sus propias manifestaciones artísticas. Pues si son de esa calaña -pienso yo para mis adentros-, a mí que me den los bosques.



En la entrada del pueblo un cartel indica: Tráfico vigilado por la policía amerindia. Una hilera de casas de madera, hidroaviones atracados en el lago. Eso es todo en la reserva india... Y los grandes bosques alrededor.



Más allá de Sept Isles, ¿dónde irán las carreteras? Desde el norte del Saguenay hasta el archipiélago Ártico ¿habrá un rincón salvaje de planeta que ni el más perspicaz de los satélites haya avistado? Y si echara a andar por los bosques, y decidiera no volver nunca a mi país y mi trabajo ¿quién me localizaría antes?: ¿un oso grizzly, una manada de lobos o la policía de inmigración?






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