Arrequín |
Agazapada
en una hoja del diccionario estaba la palabra arrequive, tan
insólita e indescifrable que nunca hubiera conjeturado su
existencia. Viene del árabe ar-rakib y designa una labor o
guarnición que se ponía en el borde del vestido. Son vecinas de
columna suyas, por la parte de arriba, las palabras arrepticio,
arrequesonarse, arrequife, arrequín y arrequintar, ninguna de
las cuales había llegado jamás a mis oídos. Arrepticio
significa endemoniado o espiritado: tomé nota de ella,
pues me pareció palabra conveniente y aun necesaria para mis clases
del Instituto, donde abunda tal linaje de individuos. Arrequesonarse
es cortarse la leche, vocablo prescindible desde que la leche
no fluye de la ubre de la vaca al cántaro, del cántaro a la lechera
y de la lechera al cazo, sino que viene de higiénicas instalaciones
industriales. Los arrequifes son, al parecer, dos palomillas
que sujetan el cilindro del almarrá, que es una máquina que sirve
para alijar el algodón, esto es, para separar la borra de la
simiente: no me decía nada, pues nombra dispositivos anteriores a la
invención de los robots o de los esclavos del
capitalismo salvaje (el chino incluido). La voz arrequín se
usa más en América con el significado de persona que no se
separa de otra para ayudarla o acompañarla, y también, animal
que guía la recua: una mezcla de ángel de la guarda y cabestro.
Derivada tal vez de la anterior, arrequintar equivale a
apretar fuertemente con cuerda o vendaje, verbo de uso
obligatorio en estos tiempos de crisis.
No
quise seguir adelante por temor a extraviarme en una selva oscura:
arretín, arrezafe, arrial... florecían allí como extrañas
plantas carnívoras. Entre tanto, ya se me había ocurrido un
ejercicio para mis clases de gramática. Dicté:
A
un arrequín arrepticio vestido con lujosos arrequives se le
arrequesonó la leche.
Y
le dije a Pérez, alumno ejemplar, que saliera a la pizarra y fuera
poniendo eso en lenguaje poético.
Silencio.
No
supo hacerlo... ni yo me atreví a ponerle un cero tampoco.
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