A Leopoldo María Panero



Considerando que no fumamos mucho ni demasiado, somos deportistas destinados a vivir saludablemente cien años, creemos ser pieles rojas porque nos gusta tanto el monte, el aire libre, seguir el rastro del ciervo en la nieve y en la rama de una zarza, el del petirrojo, leemos con unción la poesía del campo y los caminos (que se hacen al andar) e incluso seríamos capaces de recitar de memoria los primeros versos de la Canción del pirata; la única heroína que consumimos es Mariana Pineda y unas dosis de Rosa Luxemburgo, ejercemos de profesores-funcionarios de literatura, y por tanto, no es asunto nuestro tratar de los sapos (menos aún, de pus y excrementos), ¿qué se nos perdido en el manicomio de Mondragón?

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