Por azar o por hastío,
se me ocurrió consultar en el diccionario de la Real Academia
Española las palabras que aparecían registradas en la página
correspondiente a mi año de nacimiento. Para llevar a cabo la
experiencia, me serví de la 21ª edición, dos tomos, en rústica,
Madrid, 1992.
Mi año estaba en el
volumen segundo, letra T; esto es, a solo seis letras del final, del
the end, del “aquí paz y después gloria”, con el
agravante de que las últimas letras aportan un mezquino caudal
léxico al idioma: la extranjerizante uve doble solo incluye doce
vocablos; la equis, una página escasa; la ye, poco más de cinco; y
la zeta, quién lo diría, catorce y media.
Me llevé una gran
alegría al ver que la primera entrada de mi página era tépalo,
que es una parte de la flor, en concreto, cada una de las piezas
que componen los perigonios sencillos; y la última, terceto,
que es una estrofa de tres versos de arte mayor. Botánica y
literatura, naturaleza y arte, ese era yo: no un cardo borriquero,
sino una rosa de Alejandría, de las que inspiraron el CARPE DIEM a
los delicados poetas del Renacimiento.
Bastaba fijarse un poco
para hallar verdaderas piedras preciosas entre la gravilla del
vocabulario común. ¡Qué bonito tepeizcuinte,
cuyas resonancias arcanas proceden del náhuatl tépetl,
monte, e itzcuintli, perro! ¡Qué triste
tequio, tarea que se imponía como tributo a los indios!
¡Qué misterioso teratología, estudio de las anomalías y
monstruosidades del organismo animal o vegetal! ¡Qué zafio y
políticamente correcto tercermundista! ¡Qué alcahuetas las terceras, que practican el oficio de la tercería! El
terbio es un metal muy raro (como yo) que unido al
itrio y al erbio se ha hallado en algunos minerales de Suecia
(¡uno de mis países favoritos!: bosques, lagos, nieve, auroras
boreales...).
Desde luego, podía
darme con un canto en los dientes, porque si echaba una vistazo a la
página anterior, es decir, al año anterior, el panorama cambiaba
por completo: teocracia, teodosiano, teologal, teorema,
teorética... Por Dios, ¡cuánta frialdad y rigor! Así que volví a mi
página, es decir, a mi año, para tomarme a la salud de mis hermanas las palabras un tequiche de
Venezuela con tequila mexicano que me supo a gloria.
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