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Puente sobre el río Deza, en Carboeiro |
La
palabra puente procede de la raíz indoeuropea pent-, como
el sánscrito pantah, que significa camino. El
castellano la ha heredado del latín pons, pontis,
de donde derivan
el puente o la
puente, en masculino o femenino;
pontazgo, que era el
peaje que se pagaba a los pontazgueros
por cruzar un puente; pontón,
que es (1) una
barca de paso o (2) un
puente de tablas; y pontonero,
que puede ser tanto la persona que maneja el pontón (1),
como un soldado del cuerpo destinado a construir puentes (por
ejemplo: Los pontoneros levantaron un pontón
sobre las ruinas del puente que había destruido la artillería
enemiga).
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Puente sobre el regato das Udencias, Tui |
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Puente cerca de Vilanova de Cerveira |
Los antiguos
pontífices, hacedores de puentes,
tenían encomendada la misión
de conservar
el puente del Tíber, aunque ahora pontífice
sea,
por antonomasia, el prelado supremo de la iglesia católica
romana. Hay puentes de
barcas, colgantes, giratorios, levadizos. El puente de Varolio
no es un puente al uso, sino un órgano situado entre el cerebro, el
cerebelo y la médula espinal, es decir, una especie de puente
anatómico. Hacer puente es coger uno o varios días de
vacaciones entre dos festivos próximos, mientras que hacer
puenting es tirarse de un puente, pero no a tontas y a locas,
sino atado de una cuerda, en plan de quemar adrenalina sin riesgo de
perecer espachurrado. Se llama puente de los asnos a
una dificultad que se encuentra en una ciencia u otra cosa,
y quita el ánimo para pasar adelante. Según la versión inglesa
de la Wikipedia, pons asinorum es
el nombre que se da a la quinta proposición del libro primero de los
Elementos de Geometría de
Euclides, también conocida como el teorema de los triángulos
isósceles: It states that the angles opposite the
equal sides of an isosceles triangle are equal. En
cambio, cuando decimos al enemigo que huye, puente de
plata, queremos decir que no
es cabal
poner atrancos
a los enemigos que se retiran y se recomienda facilitarles la fuga.
De
casi todos los puentes medievales se dice que son romanos; de casi
todos los puentes de hierro, que los hizo Eiffel, el de la torre, o su progenie;
de casi todos
los
paseantes solitarios que se asoman al pretil de un puente pensamos que
son suicidas. A ciertos
puentes que permiten cruzar hondonadas o desfiladeros se les denomina
viaductos, pero quizá bastaría con llamarlos puentes. No
existe puente sin leyenda, y a juzgar por lo que cuentan las viejas
junto al fuego, el Diablo ha urdido
más proyectos de puentes en
la sombra, que todos los
ingenieros del Ministerio de Obras Públicas. La
nómina de puentes ilustres es innumerable:
por citar un botón
de muestra, el
puente romano de Alcántara,
sobre el río Tajo, en
Extremadura. Dicho puente consta
de seis arcos y alcanza los
194 metros de longitud. Se
construyó en tiempos del
emperador Trajano, con el
propósito, nunca sabremos si logrado, de que permanezca
mientras dure el mundo, según reza la inscripción:
PONTEM PERPETVI MANSVRVM IN SECVLA MVNDI. Se
le conoce con el nombre
árabe al qantarat,
que significa “el
puente”. Los
puentes abundan en la literatura, como el puente sobre el Drina, del
escritor serbio Ivo Andrić; y en la pintura, como el de Langlois,
que pintó Van Gogh. Todos los niños de Francia cantan
la canción Sur le pont d'Avignon, l'on y danse, l'on y
danse..., y muchos adultos de
toda Europa recordarán el puente sobre aguas turbulentas de Simon y
Garfunkel. Entre los puentes
que más escenas memorables han protagonizado en la historia del cine
están seguramente el de Brooklyn, sobre el East River, y el Golden
Gate de San Francisco. En
Ponte de Lima, distrito de
Viana do Castelo (Portugal),
hay un puente que cruza el
río del Olvido: es romano y
es medieval. El agua del río
que espantó a los soldados
de Decimus Junius Brutus no
es la misma que contemplan los miles
de peregrinos que hacen el camino de Compostela. Yo
creo que es gracias al puente y no a otra cosa.
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Ponte de Lima |
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