Leer
en voz alta, conversar, reflexionar en silencio, poner los
pensamientos por escrito no son actividades educativas modernas que
motiven al alumnado y satisfagan a los padres soliviantados por el
culto capitalista a la competitividad. Pero no cometamos el error de
descalificarlas como prácticas anticuadas: antes tampoco se
hacían... y no existía Internet.
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