Cuando
murió mi padre estaba nevando; cuando murió mi abuela, también.
Para quedarse solo, cualquier tiempo es malo. El frío de una guerra
no se olvida jamás. Si yo no muero en París, que es lo más seguro,
y muero sin morir en mí, como es antigua usanza, pido a los cielos
que la nieve me sea leve. Cualquier invierno es bueno para volver
contigo, padre que te fuiste en el fragor de la ventisca.
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