Haber
andado un camino que se extravía en la niebla, sortear los charcos,
vadear arroyos, ir de la oscuridad del bosque a la penumbra del atrio
de un monasterio en ruinas, ganar el mar, temer la cólera del
temporal, que la bocina de un faro avise a los navegantes del fin
lóbrego del mundo...: tal será tu destino, caminante, si
vas al Noroeste.
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