Choque de civilizaciones



En el capítulo dedicado a la amistad y la memoria del Elogio de la infelicidad, Emilio Lledó reflexiona sobre el concepto de proaíresis que Aristóteles desarrolla en la Ética Nicomáquea. Tal palabra significa “elección” y marca un hito fundamental en la historia de la amistad en la literatura griega, que evoluciona desde el “ama al amigo y odia al enemigo” de los tiempos primitivos a la philía syngeniké, es decir, al amor a los consanguíneos o parientes, y en una cultura más democrática, sin las restricciones impuestas por la tribu o familia, hacia la libertad de elección de las amistades:

Porque las identidades de la tribu o la familia se alimentaban de tajantes principios de exclusión y de discriminación. El individuo discriminado, por muy excelente que sea, jamás podrá pasar, aunque se esfuerce, la barrera que los otros le han levantado. El “no eres de los nuestros” no sólo fija una fórmula de exclusión y rechazo sino, en el peor de los casos, de condena.

No está mal leer a los clásicos en un mundo estremecido por la barbarie terrorista. Reparemos en que del mismo modo en que unos enarbolan los valores de democracia y libertad para echarle en cara al resto de la humanidad “no sois de los nuestros ni lo seréis nunca hasta que vuestras sociedades retrasadas se homologuen con los estándares de la civilización superior occidental, cuya sinrazón de capitalismo, imperialismo y guerra os es tristemente conocida, pero no las luces de la razón”; otros asesinan la irreverencia, la inteligencia y el humor en nombre de un dios sanguinario degollador de infieles. Y a esto llaman “choque de civilizaciones” los propagandistas de la guerra: que le pregunten al policía Ahmed a qué civilización pertenecía.


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