A
su modo, el sueño de los
señores de la guerra es también
la paz perpetua. Sin sus
bombardeos globales, cárceles secretas y servicios de inteligencia
la Civilización estaría perdida. Cuando un eje del mal es
derrotado, surge otro peor, de modo que ellos siempre son
necesarios: Somos los
héroes de estos tiempos oscuros. Trabajamos en la sombra, como
delincuentes, pero no tenemos que avergonzarnos de nada: salvamos
vidas jugándonos las nuestras, y la ley, y la democracia. La
libertad de todos depende de nuestras almas atormentadas. A la gente
le decimos que el mal no puede ganar, pero ganará si nosotros no
cumplimos nuestro deber. El mal puede vencer, Enmanuel, puede vencer
la muerte.
Enmanuel
es un perro pastor alemán que antes de estudiar filosofía se
buscaba la vida luchando en peleas clandestinas: Si
estoy vivo es porque maté.
Un hombre lo acogió en su
hogar y se lo llevó a su
hija ciega,
Isabel, que es quien inicia
al perro en la sabiduría de
los filósofos. En
cierto ocasión, cuando iban a
la universidad, una bomba
que Enmanuel no fue capaz de olfatear a tiempo mató a Isabel.
Enmanuel no se lo perdonará
nunca. Enmanuel Can, como
jocosamente lo llamaba la
ciega, es lector de Kant,
cuyo tratado sobre La paz
perpetua cita convencido
de que algún día habrá un mundo sin fronteras en el que nadie será
extranjero.
En
La paz perpetua
de Juan Mayorga (2007, sigo la edición de Teatro
1989-2014, editado por
La Uña Rota), Enmamuel compite con el rottweiler Odín y John-John
-cruce de bóxer, rottweiler, pitbull y dogo- por una plaza en el K7,
un cuerpo de élite en la lucha antiterrorista. Tras ser sometidos a
diversas
pruebas, los candidatos deben decidir en el
examen final
sobre la suerte de
un sospechoso que puede
tener información clave para evitar un atentado. El hombre está
desarmado, nadie sabe
con certeza si es culpable, pero
si se permite que escape, si no se trata por cualquier medio de
sonsacarle la información, muchas personas inocentes podrían morir.
Enmanuel no se
toma a la ligera los daños
colaterales de la lucha antiterrorista
y cree que si
tocamos a ese hombre, justificaremos su tenebrosa visión del mundo:
Usted lo ha dicho: ¿En qué nos distinguiremos de él, si
despreciamos la ley? A
lo que el Humano que
le evalúa responde:
Con ellos, sólo se puede
luchar a la manera de ellos. Ellos no esperan nuestra justicia, ni
pueden odiarnos más de lo que nos odian. ¿Sabe cómo nos ven ellos
a nosotros? Como monstruos. Y no vacilarán para destruir a sus
monstruos.
En el artículo sexto de los
preliminares de una paz perpetua entre los Estados, Kant se declara contrario a las hostilidades que imposibiliten la confianza recíproca
en una paz futura: el empleo de asesinos, envenenadores,
incumplimientos de tratados, traiciones, etc. son estratagemas
deshonrosas que abocan a una guerra de exterminio o bellum
internecivum: De donde se sigue que una guerra
de exterminio, que llevaría consigo el aniquilamiento de las dos
partes y la anulación de todo derecho, haría imposible una paz
perpetua, como no fuese la paz del cementerio de todo el género
humano.
En la escena final, los perros
antiterroristas eliminan al perro filósofo, que hasta el último
instante recuerda atormentado a la mujer ciega que no supo proteger. Pero si
él no fue capaz de protegerla, Odín y John-John velarán por la
seguridad de todos nosotros, por nuestras libertades, la Civilización
y los derechos humanos.
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