Bartolomé Esteban Murillo, Joven mendigo, 1645-1650 |
Considerarse distinto de los demás es algo muy serio, tremendo, casi inhumano, pues supone considerar que los demás constituyen un todo homogéneo, frente al cual o contra el cual el distinto tiene una existencia diferente. El distinto se percibe como una individualidad problemática incompatible con un grupo que unánimemente lo excluye o margina; en versos de Juan Ramón Jiménez: Lo querían matar / los iguales, / porque era distinto.
Muchos padres que
reivindican un trato diferenciado para su hijo, distinto de los
demás, no se plantean la posibilidad de que los demás sean un
conjunto de distintos; y que uno de los grandes retos del sistema
educativo sea lograr la integración de todos y cada uno de los
distintos en una sociedad esencialmente diversa.
Reparemos, sin embargo,
en que una sociedad diversa no es la constituida por una mayoría que
impone su criterio y unas minorías más o menos toleradas, y a las
que se pretende diluir en la corriente mayoritaria. El verdadero
respeto a las minorías consiste en saberse todos minoría, en
entender que todos formamos parte de algún colectivo susceptible de
padecer exclusión o violencia; así que una sociedad será tanto más
democrática cuantos mayores esfuerzos haga por asumir e integrar su
diversidad.
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