Niebla




Un mundo de primária beleza, de inviolada intimidade, que ora fugia esquivo pelas brenhas, tímido e secreto, ora sorria dum postigo, acolhedor e fraterno. (Miguel Torga)




En la ladera oeste del monte Aloia, por tierras del Miño, hay un lugar donde pastan los caballos salvajes. Se trata de una loma en la que no crecen los pinos, cubierta solo de prados y matorral. Desde lo alto de las peñas se alcanza a ver el océano Atlántico y las islas Cíes, de picos escabrosos. Es un buen sitio para admirar la plenitud del planeta. Sin embargo, cuando bate el temporal, acudo allí a vagar entre la niebla. En condiciones adversas, las vistas se limitan a la desolación del páramo y sus fantasmas. Solo rocas, solo arbustos, solo desnudez, ¿para qué más paisaje?



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