Andreas Achenbach, Morning In The Potinian Marches, 1846 |
Septiembre
me sorprende leyendo algo de Octavio Paz:
Soy
hombre: duro poco
y
es enorme la noche.
Pero
miro hacia arriba:
las
estrellas escriben.
Sin
entender comprendo:
también
soy escritura
y
en este mismo instante
alguien
me deletrea.
(en
homenaje al astrónomo Claudio Ptolomeo; la noche anterior, creo, hubo un eclipse de superluna); leyendo los libros de
historia del Antiguo Testamento: Entonces Saúl, con tres
mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente,
hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas
junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus
necesidades; preparando las clases del Instituto: analizamos una
noticia retransmitida por Euronews en la que se informa del desembarco masivo de refugiados en la isla de Lesbos. El tiempo, más
cálido de lo normal, propicia el espejismo de unas vacaciones
perpetuas en las que todo fuera pasear, leer y aprender. Pero seamos responsables. Señor
profesor de literatura, déjese de cuentos y aténgase al
programa (competencias, estándares, etc. es la penúltima moda de la pedagogía neoliberal): programa, programa, programa.
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