Ansel Adams, Calesthenics, 1943 |
No
es que fueran inconformistas por ser jóvenes y levantiscos, ni
rebeldes por ser víctimas de un sistema que los aboca a la
precariedad y el sometimiento; ellos despreciaban a los profesores
por imitación cretina de lo que oían a sus papás. Nada de
infractores de un orden inicuo, nada de insumisos: ¿Así que te
va a suspender con un 4,97 (léase
un 2 o 3) ese hijo de puta? Ya iré yo por el instituto a
pegarle un par de hostias (nivel elemental) o No suspendes tú,
hijo, suspende el profesor, que es un incompetente y no ha sabido
motivarte (nivel avanzado de pedagogía).
De este modo, los jóvenes aprendían a ser críticos con las calificaciones, pero no con las lecciones; que lo importante es aprobar, porque todo lo que se puede aprender está en Google; y que lo que se enseña en la escuela, inutilidad de inutilidades, no tiene nada que ver con el mundo real, que es el que ellos y sus papás veían todos los días en la pantalla del televisor.
De este modo, los jóvenes aprendían a ser críticos con las calificaciones, pero no con las lecciones; que lo importante es aprobar, porque todo lo que se puede aprender está en Google; y que lo que se enseña en la escuela, inutilidad de inutilidades, no tiene nada que ver con el mundo real, que es el que ellos y sus papás veían todos los días en la pantalla del televisor.
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