Salgo a pasear por un sendero
que sigue el trazado de la vía romana XIX. Desde Bracara a Asturica
la vía discurre por los confines nebulosos del Imperio.
En
tiempos de los romanos no había iglesias románicas, lo cual
constituye una clara desventaja con respecto a los tiempos modernos.
Los puentes romanos estaban a punto de inventarse. Hace dos mil años
los ríos hacían frontera entre los reinos de la memoria y el
olvido.
El
sendero se interna en una ciénaga, que es mansión de sabandijas y
seres del inframundo. Hace dos mil años nadie salía a pasear con un
ejemplar de las Geórgicas en el bolsillo. En
las veredas de la historia pisas un sapo y es como si asesinaras a
la tortuga de Darwin.
Todo el Imperio anduvo por
caminos como la vía romana XIX. La lengua, el derecho y la
ingeniería; las putas, los esclavos y los mendigos. De aquellos
esforzados andantes vienen estos líricos paseantes del siglo XXI, que van por los
senderos pensando en las musarañas y cantando como bobos lo de
"caminante, no hay camino, / se hace camino al andar".
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