Summer House at Banias, Library of Congress |
De
las tierras situadas Jordán arriba, recuerdo sobre todo los Altos
del Golán, que visité en 1993, según consta en el cuaderno
Clairefontaine de tapas verdes.
Alrededor
del lago de Tiberíades la tierra es fértil y hay un animado turismo
de playa, lugares santos y yacimientos arqueológicos. Nada incita a
alejarse de la ribera y emprender el ascenso a un distrito áspero
bajo ocupación militar. O tal vez sí: la silueta azul del monte
Hermón, en la cordillera del Antilíbano.
Tiendo
a considerar que los individuos criados en mesetas estamos dotados de
una especie de altímetro congénito: cuando el dispositivo indica
más de quinientos metros sobre el nivel del mar, respiramos
satisfechos el aire de los campos libres.
Porque
lo natural es querer la suavidad de Galilea. A Galilea, sin embargo,
no se viene desde la otra punta del planeta para tumbarse a la sombra
un algarrobo y sestear plácidamente, sino para seguir las huellas de
mesías y apóstoles, que por ahí camparon a sus anchas.
Subir
de Galilea a la meseta del Golán es como en nuestra península subir
de la huerta mediterránea a las sierras y altiplanos del interior.
Esto por lo que respecta al paisaje, pero nada más. Los puestos
avanzados del ejército, las zonas minadas por las que nadie se
aventura, los pueblos abandonados y la chatarra militar son lacras
propias de un territorio ocupado por la fuerza de las armas. Israel
ganó estas comarcas a Siria en 1967, durante la Guerra de los Seis
Días, y afianzó su dominio en la Guerra de Yom Kipur, en 1973.
Cruzando
las parameras, alcanzamos la “línea Alfa de alto el fuego” por la parte de Quneitra. He leído que Quneitra fue en la era otomana un caravasar o posada donde paraban los
arrieros que hacían el camino de Palestina a Damasco. Quneitra cayó
bajo dominio israelí el 10 de junio de 1967. Los sirios la
reconquistaron en la Guerra de Yom Kipur, pero una contraofensiva
israelí la devolvió al control de sus actuales ocupantes, destruida casi por
completo.
Luego
vamos hacia El-Rum por la carretera 98. La mayoría de los habitantes
del país son drusos, un pueblo cuya religión venera como profetas a
Adán, Noé, Salomón, Juan el Bautista, Jesucristo y Mahoma, entre
otros, y no desestima la sabiduría de Sócrates y Platón. No adoran
a las estatuas, aman al prójimo y, mayormente, a la madre y a las
hermanas.
Pasamos
cerca de un lago entre colinas y visitamos la fortaleza de Nimrod, el
Castillo de la Gran Roca, construido en el siglo XIII, bastión de
Al-Aziz-Uthman contra los caballeros de la Sexta Cruzada.
El
Banias, que vemos nacer y precipitarse en cascadas, es junto al Snir
y el Dan uno de los tres ríos que confluyen en el Jordán. El Jordán
atraviesa Galilea y Cisjordania, y desemboca en el Mar Muerto.
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