La
Filología es, según el diccionario, la ciencia que estudia una
cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura.
La
Filología integra, para el mejor conocimiento de una lengua y
literatura concretas, la Lingüística y los Estudios Literarios.
Nuestra
asignatura de Lengua y Literatura se podría llamar, por
consiguiente, Filología.
Ahora
bien, la Lingüística y los Estudios Literarios son
disciplinas que, consideradas de manera autónoma, aportan a
nuestra asignatura un enfoque no exclusivamente filológico. Sobre todo, la Lingüística.
Cuando
en las clases de Lengua analizamos la forma de las palabras y la
construcción de las oraciones, es decir, la estructura gramatical,
limitándonos a describir el sistema operativo del idioma,
desconectado de la sociedad y la cultura, nos parecemos a técnicos que revisan las piezas, los engranajes y el funcionamiento de una máquina. En realidad, el estudio de una lengua abarca otros muchos aspectos: su léxico,
historia, dialectos, relaciones con la sociedad y uso en la
comunicación. La Lexicología, la Lingüística Histórica, la
Dialectología, la Sociolingüística y la Pragmática son
disciplinas lingüísticas que dotan de contenidos a la asignatura.
En ningún caso, el
estudio de la lengua se reduce a la gramática y
la ortografía. La gramática del idioma materno ya la conocemos,
puesto que lo hablamos; en las clases de Lengua describimos y
analizamos la gramática para conocerla mejor y mejorar su uso. La
ortografía, tal como la define la RAE, es un conjunto de normas
que regulan la correcta escritura de una lengua. Pero las lenguas
se hablan y ocasionalmente se escriben. Las reglas de utilización de
las letras, los acentos y otros signos gráficos son solo eso: una
serie de instrucciones para escribir bien.
Aunque
la lengua sea la materia prima de la literatura, los productos
literarios no son simples producciones lingüísticas. La Historia de
la Literatura se enmarca en la Historia general y la Filología puede
considerarse como una ciencia histórica. Sin embargo, no es lo mismo
estudiar un documento administrativo de la Edad Media que un texto
literario. Las lecturas y comentarios de textos medievales, como los
cantares de gesta o las danzas de la muerte, nos acercan a la cultura
medieval de una manera distinta que los documentos oficiales,
investigados por los historiadores, o los restos materiales, que
incumben a los arqueólogos. También las obras literarias se
diferencian de otras obras artísticas, como las esculturas,
pinturas, sinfonías o películas. Los métodos de análisis propios
de los estudios literarios conforman la Crítica literaria. Y todo el
aparato teórico sobre qué es o no es literatura constituye la
Teoría Literaria.
En
nuestras clases de Lengua y Literatura partimos de lo particular -el
idioma materno- hacia lo general -la humanidad-. Desde la lengua
propia de nuestra comunidad accedemos al conocimiento del lenguaje
humano, y a la Historia y la Literatura universales. Quedarse solo en
“nuestra lengua”, “nuestra cultura”, “nuestro país” no
es Filología, es nacionalismo.
La
Historia de la Literatura tampoco debe confundirse con la
memorización y acatamiento de un canon literario. El canon es una
lista de escritores y obras sobresalientes, cuyas vidas y
características abultan los temarios escolares. Esas listas
canónicas, que se dicen consagradas por la tradición, se han hecho
siempre desde el poder, son ideológicas e históricas. Los libros de
texto y las programaciones didácticas se limitan casi siempre a
perpetuar el canon oficial. En nuestras clases debemos reflexionar
críticamente sobre estos asuntos. Igual que los arqueólogos se
interesan por cualquier resto material, sea el asa de una vasija rota
o una moneda de oro, a nosotros nos interesan todos los textos
literarios y saber en qué circunstancias históricas se produjeron y
se recibieron.
A
nuestra asignatura se le otorga el rango de materia instrumental. Se
entiende que la lengua es el instrumento fundamental de la
comunicación humana, y que su buen uso mejorará nuestras
posibilidades de éxito escolar y social. Sin embargo, hay quienes
piensan que la Lingüística sí es una disciplina instrumental, pero
no la Literatura, identificada con una erudición más o menos
inútil. Solo considerados en su conjunto, como hemos esbozado antes,
los estudios lingüísticos y literarios, esto es, la Filología,
constituyen un eje del sistema educativo. No obstante, si la clase de
Lengua se limita a la memorización de reglas gramaticales y
ortográficas, creemos que su impacto educativo será débil. Y si la
clase de Literatura consiste en aprender la vida y obra de los
grandes genios consagrados servirá, a lo sumo, de instrumento para
el lucimiento cultural. Pero si la Lengua y la Literatura, es decir,
la Filología se integran en una disciplina que dote de rigor
intelectual a la praxis de hablar, escuchar, leer y escribir,
entonces, sí, tendrá carácter instrumental.
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