Las afueras





¿Dónde están o qué lugar son las afueras? El diccionario las sitúa en los alrededores de una población. A juzgar por el plural, se trata de un territorio diverso y, tal vez, difuso. “Pluralia tántum” llama la gramática a estos nombres que se usan principal o exclusivamente en plural, como varios que indican emplazamientos imprecisos; por ejemplo, además de los dichos (afueras y alrededores), proximidades, aledaños y otros. Porque afuera, en singular, es un adverbio de relación locativa, de tipo direccional o de orientación, a diferencia de fuera, su correspondiente de ubicación. Se trata de la misma diferencia que observamos en los pares delante/adelante o dentro/adentro. Decimos: Yo voy afuera (dirección; aunque también Yo voy fuera), pero La estación está fuera de la ciudad (ubicación). El sustantivo femenino plural indica, sin embargo, una ubicación (Vivo en las afueras), que nos figuramos de contornos inciertos, como las tierras incógnitas de la cartografía antigua. 
 
Cruzan las afueras líneas de ferrocarril, se otean sierras lejanas y el centro urbano se esparce caótico por un campo que ya no es campo ni tampoco ciudad. El Madrid literario, desde Galdós a Sánchez Ferlosio, pasando por Baroja y Martín Santos, abunda en cardos, yermos, ventas e individuos erráticos de las afueras. En algunas ciudades marítimas, las afueras son las grúas, los almacenes de los puertos y las dársenas, todo deteriorado por la humedad y el salitre. 
 
Las afueras conservan, al cabo, algo del bosque primigenio. Reparemos en que foras (fuera) y foresta (bosque) proceden de la misma raíz y que la etimología de huraño nos remite a foraneus con influencia de hurón.


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