Controversia escolar




La profesora lee unas páginas de Bartolomé de las Casas a sus alumnos de Bachillerato. El texto refiere salvajadas horribles que cometieron los conquistadores españoles en las Indias, tales como abrir en canal a las mujeres embarazadas, cortar manos y cabezas, quemar vivos a los prisioneros o arrojarlos a perros devoradores de carne humana. Al parecer, los estudiantes quedan impresionados. Y como es la clase de Lengua y Literatura, la profesora les pide que expongan y argumenten su opinión:
-¿Cuál pensáis vosotros que es la idea principal del texto?

Les ofrece tres alternativas. En la primera se destaca la crueldad de los españoles; en la segunda, la crueldad del imperialismo y la explotación; en la tercera, la crueldad de la guerra.
Hay respuestas para todos los gustos. O mejor dicho, hay una diversidad de criterios, que traslucen, aún rudimentarias, las corrientes ideológicas y partidistas de la contienda política.

La primera opción plantea un debate nacionalista. Unos mantienen la idea de que los españoles son víctimas de la leyenda negra y acusan a Las Casas de exagerar y mentir en sus diatribas. Calumnias que afectan a la marca España. Otros (no se olvide que estamos en España, pero fuera de Castilla) parecen sentirse reconfortados con la idea de que el Malo es el Otro. Son los que culpan a Castilla del genocidio, raza de Caín, intratable pueblo de cabreros.

La segunda opción indaga en las causas históricas de las guerras de conquista. No cree en pueblos idílicos ni en pueblos perversos, en el alma de las naciones ni en el numen de la guerra. Sabe que los crímenes de la conquista española perdurarán mientras perdure la era de la explotación. Para el lector crítico contemporáneo, la crónica de Las Casas, escrita hace 500 años, denuncia los desmanes de un sistema imperialista que, en versión remasterizada, sigue dominando el mundo y anima a luchar por una sociedad más justa sin explotadores ni explotados.

La tercera opción deriva en un vago debate moral. Todos los alumnos se declaran pacifistas. Todos rechazan la violencia, venga de los españoles o los indios. Quienes perpetraban tales vejaciones no merecían el nombre de españoles; ni siquiera, de personas. A todos espanta la crueldad del género humano. Siempre ha habido monstruos y siempre los habrá.



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