Cada cierto trecho de andar y leer por la vida, vuelvo a Galdós,
como vuelve el viajero de Soledades, que en el sueño
infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano. Ya
no sé lo que leo o releo ni si tal o cuál personaje me suena del
trato real o la ficción literaria, es gigante o molino de viento.
Voy salteando episodios, perdida la cuenta de amistades y parentelas,
y aun de pronunciamientos, gobiernos y facciones.
En mi adolescencia reproché a Galdós que no hubiera escrito
aventuras de exploradores y buscadores de oro, y en sus novelas
echaba de menos la campiña de Francia, la estepa de Rusia y las
nieblas de Londres con que me hacían soñar otros autores.
Madrid y la olla de garbanzos, ¡eran tan ordinarias! Creí al hatajo
de bobos que lo llamaban don Benito el Garbancero.
Desde hace algún tiempo vuelvo a Galdós por la prosa magistral, por
la historia y la humanidad latentes en sus páginas inabarcables. El
país de Galdos: Bailén, Gerona, Cádiz, el páramo de
Villahorrenda, los bosques de Marianela, el océano que surcó la
Numancia, las sierras de Vasconia y el Maestrazgo, lo habitan
unas gentes cuyas vidas particulares interaccionan con las fuerzas de
la historia. Son sus vidas, las nuestras hechas materia novelable.
El “Prefacio a Misericordia” es lectura obligatoria en
nuestras clases de Literatura. Dice el autor que en su novela se
propuso descender a las capas ínfimas de la sociedad
describiendo los tipos más humildes, la suma pobreza, la
mendicidad profesional, la vagancia viciosa, la miseria, dolorosa
casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de
corrección. Y que para ello, hubo de emplear largos meses en
observaciones y estudios directos del natural.
Cuando vuelvo a Madrid, mi ciudad, me gusta llevar una de sus novelas
ambientadas en la Villa, buscar las calles por donde anduvieron los
personajes y pasear, pasear y leer. Echo a andar y me siento
caminando por Lisboa, Saumur, Londres, San Petersburgo, Vetusta...
Todo el mundo en las plazas de Madrid, todo el mundo en la obra de
Galdós.
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