Negro
sobre gris, un cuervo se posa en un charco helado. Picotea la costra
de hielo, pero no consigue romperla. Entonces levanta el vuelo y se
va. Un aire frío nos golpea el rostro.
Un
hombre desciende de la montaña. Va distraído, o tal vez cansado.
Resbala en el hielo. Se golpea, al caer, la cabeza. Negro sobre gris,
el cuervo se posa junto al cuerpo yerto. Picotea los ojos, que son
las partes más tiernas y sabrosas de la presa. Luego, acabado el
festín, levanta el vuelo y se va.
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