Por
más que el autodenominado Estado Islámico golpee y los
autodenominados guardianes de la civilización occidental proclamen
la guerra de los mundos, perseveremos en las buenas costumbres de nuestro pueblo
llenando las plazas y terrazas de los bares, charlatanes, bulliciosos
y enmendadores de todo lo humano y lo divino; de modo que si la
Muerte viene a llevarnos por delante en un camión de 20 toneladas,
nos pille con la cerveza y la tapa de jamón puestas... quizá echando pestes del gobierno, quizá blasfemando
(ya lo dijo
Mairena: desconfiad de un pueblo donde no se blasfema).
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