Se quejan algunos padres de que sus
hijos no aprenden inglés en la escuela, y
ello a pesar de que lo
estudian desde el primer curso de Primaria al último de Secundaria.
¿Solo no aprenden inglés?, les
pregunto yo.
No, no aprenden inglés ni
castellano ni biología ni matemáticas...
Si la ignorancia del inglés resulta
más escandalosa es por su condición de materia instrumental
imprescindible para triunfar en la vida. No olvidemos que sin un
certificado de inglés no se va a ningún lado; y
que por
eso el blasón de orgullo de
todos los colegios de España, desde las
aldeas más apartadas a las ciudades más populosas, desde Madrid a
Barcelona, es el título de centro plurilingüe,
entendiendo por tal, el de las escuelas que vertebran una parte fundamental de sus
enseñanzas en inglés.
No se trata, a nuestro juicio, de un
problema de metodología: precisamente la didáctica del inglés como
lengua extranjera destaca por
la excelencia de sus materiales y su carácter innovador.
Tampoco de profesores, pues
en inglés, como en cualquier
otra asignatura, los hay
buenos, malos y mediocres; y
estos últimos somos quizá la mayoría.
Nosotros creemos
que se trata de un problema político. Nadie va a aprender inglés en
aulas masificadas, conflictivas, sometidas a continuos cambios de
programación, donde los reventadores (alumnos y padres que revientan el derecho a la enseñanza de los demás) campan a sus
anchas con la connivencia de las autoridades educativas, muy eficaces, eso sí, a la hora de gestionar recortes, redactar prolijos protocolos, burocratizar el sistema educativo y conducirlo, en fin, al colapso.
No obstante, hay libertad de elegir y hay alternativas:
se puede aprender inglés en
un campamento de verano al módico precio de 1.500 euros por una estancia de un par
de semanas en las playas de Malta o en la campiña inglesa. Así que el que no sabe inglés es porque no quiere.
Comentarios
Publicar un comentario