Momento histórico





Como ya no existen la corrupción ni la crisis económica, y los mafiosos de antes son los patriotas de ahora, últimamente he bajado la guardia y me he dedicado a leer en voz alta el Libro de Job, puesto en tercetos castellanos por Luis de León en el siglo XVI. He alternado esta lectura con otras delicatesen intelectuales, como una novela de Galdós ambientada en tiempos de la Gloriosa, un ensayo de Unamuno sobre la tradición eterna y versos en toscano de la Divina Comedia, cuyo significado me costaba horrores desentrañar.


Además, a la tres en punto de cada tarde, en pleno proceso de independencia de Cataluña, reconozco haberme echado varias siestas de campeonato, contribuyendo al bullicio nacional con una furibunda gritería de ronquidos, y a la mala imagen de país con un lamentable espectáculo de impudor y holgazanería. Todo ello mientras la televisión pública celebraba las deslocalizaciones de empresas, y daba cancha a energúmenos que se desgañitan vociferando vivas a la Nación y ondeando banderas rojiamarillas.


Me he desentendido, en fin, de la Historia, optando por la vía del escapismo y la pasividad. Ando diciendo por ahí que no me representan las banderas de los patriotas de turno. Parezco un equidistante o cualquier otra especie de bicho raro. Me río viendo El intermedio. No tengo perdón.



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