Octubre del 17: tiene que llover a cántaros. Desgraciadamente, no se
prevén lluvias en los próximos días ni una bajada de temperaturas
que justifique la campaña de otoño en los grandes almacenes.
Cuando
no haya otoños, los melancólicos se quedarán sin coartada. Los
paraguas serán tan antiguos como las lucernas que los
arqueólogos desentierran en las ruinas de Oriente. La palabra
niebla, procedente del latín nebula, se esfumará del
diccionario y quizá de las obras completas de Unamuno. Para ver la
caída de las hojas, habrá que emigrar a la Selva Negra o leer a los
poetas de los lagos.
No
solo hemos perdido el otoño en octubre del 17. Algunos nos hemos
quedado sin país donde pasear y charlar con la gente en las tabernas.
Ojalá llueva a cántaros y sople un viento recio que limpie la
atmósfera de los humos de hogueras tribales... y se lleve a reyes,
caciques y charlatanes que urden la discordia.
Comentarios
Publicar un comentario