Paisaje evocado



Me ha venido a la memoria un paisaje de colinas resecas y laderas aterrazadas donde se cultivan almendros y olivos.


Los troncos de los olivos tienen la faz de los viejos labradores que se sientan en las lindes de los campos a contemplar la puesta del sol y aguantan sin inmutarse el revoloteo de las moscas.


Al parecer, son unas colinas que vi cerca de Abudish, en Palestina, el año 93. Aunque también puede tratarse de unas colinas que vi en el Matarranya, en la raya de Aragón y Cataluña, cuando era un padre de familia que practicaba el turismo rural y el excursionismo.


He hurgado en las alforjas de viajero y he vuelto a ver las colinas de los olivos. Sin embargo, no recuerdo la localización precisa del paisaje: me figuro que se hallaría al final de un camino polvoriento o una vereda de cabras o un atajo hacia ninguna parte. Sé que es un lugar adonde no regresan los caminantes y que solo existe en los mapas de inexistentes islas del tesoro.


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