Diario de aula, 14





A ciertos alumnos que hacían la convivencia imposible en las aulas, en vez  de amenazarles con un futuro negro de paro, fracaso y marginación, la profesora Nora Castro les animaba a perseverar en su actitud:

─Dichosos los que impiden el diálogo cordial, revientan el trabajo en grupo y pisotean los derechos de los compañeros porque ellos llegarán a ser los directores generales y los capitalistas del futuro.


No obstante, aun a riesgo de que la denunciaran los padres de aquellos jóvenes sobradamente preparados, siempre se dirigía en sus clases a los más torpes y a los más tímidos, a quienes calificaba con especial benevolencia en los exámenes, fiel al principio de exigirle a cada uno según sus capacidades y retribuirle según sus necesidades.



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