País de lobos




El tren del Noroeste cruza una comarca desierta. Los montes de brezo, los robledales y pinares nos acompañan durante decenas de kilómetros sin que apenas se vea un pueblo; todo lo más, estaciones abandonadas. La lluvia acrecienta la sensación de soledad que las asperezas de la sierra de la Culebra dejan en el ánimo de los pasajeros. Hay caminos, pero no sabemos a dónde van: quizá a las tierras baldías que se vislumbran en el horizonte. 

Según los biólogos, esta comarca de Castilla y León alberga la mayor población de lobos de Europa occidental. No es de extrañar que algunos viajeros tiemblen imaginando que el tren se para por una avería y manadas de bestias hambrientas lo rodean con sus aullidos atroces y fauces ensangrentadas. Por fortuna, instalados cómodamente en los vagones de un tren Alvia, atravesamos el páramo a toda velocidad. Destino: una ciudad que alberga quince millones de ratas y cincuenta millones de cucarachas.

 

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