No digas que no te avisé





Ante la señal que avisa a los conductores del peligro de avalanchas o caída de piedras, ¿qué hacer? ¿Pisar el acelerador para pasar cuanto antes el tramo peligroso con el consiguiente riesgo de salirnos de la calzada? O, por el contrario, ¿reduciremos la velocidad con la esperanza de ver venir la roca y esquivarla de un volantazo? ¿Se nos pide que estemos atentos a las peñas del desfiladero o que mantengamos la vista al frente para no estamparnos con un coche que circule en sentido contrario o un rebaño de cabras?

Si el peligro es inevitable, la advertencia parece tener una intención exculpatoria más que previsora. Vendría a significar algo así como En caso de derrumbe, ¡ah, no digas que no te avisé! Informado el conductor de la amenaza a que se expone, puede elegir libremente entre darse la vuelta o aventurarse por su cuenta y riesgo en la zona de desprendimientos. ¡Bendita libertad de elegir y bendito Estado liberal que deja rodar libremente las piedras y matarse libremente a los ciudadanos reduciendo su presencia a una sola señal de tráfico que le exime de responsabilidades frente a posibles denuncias de las compañías de seguros privadas!




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