Inglés





Para practicar el inglés leía a veces poemas de Raymond Carver en versión original; en inglés, of course, pues eran frases sencillas, sin apenas complicaciones gramaticales. Como cuando dice: We do not have any place in mind to go, / we are just driving; o también: My mother calls to me to wish me a Merry Christmas. / And to tell me if this snow keeps on / she intends to kill herself... y se entendía todo tan bien que no era preciso mirar la traducción en la página de al lado. 

De este modo mejoró mucho su inglés. Sobre todo en lo referente al vocabulario y las estructuras sintácticas. No es que los versos sustituyeran a las áridas tablas de la conjugación, pero era la voz de un chico que pescaba esturiones blancos en el río Columbia con su padre. Y eso emociona a cualquiera. Cualquier lengua en la que los padres hablan con sus hijos; en la que, pongamos por caso, un paciente recibe el diagnóstico de un tumor maligno, está en su derecho de emocionarnos. 


Sí, como el inglés de los tipos que sueñan con Cadillacs y poesía.



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