Dos viajeros


Fuente: Mohammed Moussa (Wikipedia)


El viajero castellano Pero Tafur llegó al Sinaí desde de El Cairo en los años treinta del siglo XV. Sobre los peligros del camino escribió: E partimos del Cairo e, yendo por aquellas arenas muertas del Egipto con muy grande trabajo e grande peligro, la calor tan grande que dudaba ombre de poderlo sufrir. En estas arenas dizen que se faze la momia, que es carne de ombres que mueren allí e con la gran sequedad no podrecen... Aquí no ay camino ninguno, porque el viento lo desfaze... E desde Babilonia fasta el monte de Sinaí no ay poblado e conviene llevar los camellos todas las cosas necesarias... En este camino turamos quince días fasta llegar al monte de Sinaí... 
 
Leyendo los viajes de Pero Tafur me viene a la memoria que yo también estuve en la Montaña Sagrada. Entre los recuerdos que apunté en un cuaderno están: una playa de Nuweiba, en la costa del Mar Rojo, frente a las montañas de Arabia; unas piedras con inscripciones grabadas en alfabetos antiquísimos; las caravanas de camellos; el patio de un albergue, donde no se podía dormir por culpa de los gatos y el frío; el monasterio y la zarza ardiente.


Entonces no había leído a Pero Tafur y el viaje me pareció una aventura en el fin del mundo, una ruta de iniciación, la mística de la teofanía, algo que contabas por ahí y te hacía distinto de los demás. Había contemplado el amanecer desde la cumbre del Sinaí...... Ah, ¿y qué te creías, pequeño trotamundos embaucador?






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