Viajes por el mapamundi: Mykines


 
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14170


Samal Joensen-Mikines pintó mujeres fantasmagóricas que contemplan el mar desde los acantilados, en trazos tan angustiosos que evocan al maestro del  expresionismo nórdico, Edvard Munch. Estas mujeres vislumbran la muerte al borde del abismo: quizá perdieron a un hombre en un naufragio; quizá fue la enfermedad quien se llevó a los suyos, como la tuberculosis mató al padre y tres hermanos del propio Samal. La vivencia del dolor y el apego por los verdes prados de su isla no impidieron, sin embargo, que Samal Joensen-Mikines se afiliara en 1940 al partido nazi DNSAP. 

Nada en el remoto el archipiélago de las Feroe es ajeno a las nieblas y borrascas del mar del Norte. Sucede con el incierto origen del nombre Mykenes. Unos lo derivan de muc nes, que significa “promontorio de estiércol”; otros, de la raíz celta muick-innes, “isla de los cerdos”. Ciertamente, ninguna de las dos etimologías es como para echar las campanas al vuelo. Sirva de consolación que los cerdos a los que alude la segunda son una especie de mamíferos marinos y no los vulgares puercos de nuestras piaras.


Con apenas una docena de habitantes, sin automóviles ni carreteras, Mykines se comunica con la vecina isla de Vágar por trasbordador o helicóptero cuando las condiciones atmosféricas lo permiten. Un faro, situado en la punta de Mykineshólmur, avisa a los navegantes de los peligros de esta costa pródiga en naufragios. Por lo demás, la isla tiene una superficie de 10 kilómetros cuadrados, que se reparten entre valles glaciares, páramos ventosos, farallones basálticos, cantiles inaccesibles y el monte Knúkur, de 560 metros de altura.


La isla atrae a ornitólogos interesados en la observación de los frailecillos y alcatraces. Los amantes de la naturaleza embarcan en Sorvágur a las 10 de la mañana. La travesía hasta Mykines es de unas 9,7 millas náuticas. Arribados a puerto, los viajeros disponen de al menos dos cafeterías y un hostal donde alojarse. No obstante, el barco de regreso zarpa a las 17.30 y tras una jornada de vistas espectaculares, tempestad y frío, casi nadie se queda en Mykines.




Comentarios