Nuevas restricciones

 

 

 Qué serios, qué graves, qué dignos, qué circunspectos, qué cariacontecidos, qué adustos, qué conminatorios se ponen los gobernantes para informarnos de las nuevas restricciones del Comité Clínico. Qué cargados de razones epidemiológicas. Qué padres nuestros que están en los cielos. Cuán bien asesorados por toda clase de expertos. Con qué plausible criterio pedagógico esgrimen el palo del confinamiento y la zanahoria de la vacuna. Aunque abrumados por la responsabilidad que les ha caído encima, qué íntegros comparecen ante las cámaras mientras todo se desmorona. Por suerte, la situación es crítica pero no tanto. No tanto como para que nos anuncien impuestos de emergencia a la banca para financiar la sanidad pública; impuestos de emergencia a las grandes empresas energéticas y tecnológicas para contratar personal sanitario; impuestos de emergencia a las grandes fortunas para invertir en las residencias de ancianos. Si así lo hicieran, además de exigirnos a todos civismo, coraje y unión en la lucha contra la pandemia, eso sí que sería el fin del mundo conocido.

 

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