Y se murió de perfil

 


 Había un profesor de Literatura que cuando llegaba al tema de Federico García Lorca y le tocaba hablar de su muerte decía: “Lorca murió en la Guerra Civil”. Los estudiantes apuntaban en sus libretas: “Lorca murió en la Guerra Civil”, pero no sabían si había muerto de un disparo en las trincheras, reventado por una bomba de la aviación o consumido por el hambre.


Había otra profesora, en cambio, que se preciaba de rigurosamente objetiva en la explicación de la Historia y precisaba: “Lorca fue asesinado en la Guerra Civil”. Los alumnos copiaban el enunciado al pie de la letra, pero no entendían quién lo había asesinado y por qué.  Como lo único que les importaba era aprobar el examen, nadie levantaba la mano para preguntarlo, y la profesora pasaba a la lección siguiente.


Había, en fin, un tercer profesor que cuando llegaba al tema de Lorca decía: “A Lorca lo fusilaron los fascistas en 1936 por rojo y por homosexual”. Las causas del asesinato del poeta quedaban así claras y, de paso, los escolares aprendían a identificar el núcleo del predicado (fusilaron), el sujeto (los fascistas), el complemento directo (Lorca) y los complementos circunstanciales (en 1936, por rojo y por homosexual). Si no fuera una barbaridad el comentario, añadiríamos que de este modo se mataban dos pájaros de un tiro: la literatura y la gramática. No obstante, algunos padres denunciaron al profesor de Castellano por adoctrinar a los niños e incitarlos al odio, y consiguieron que la muerte de Lorca se eliminara del programa. Los estudiantes que solo querían aprobar el examen estaban de enhorabuena.



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