La Oficina del Español

 


 

 El verso libre del Partido Popular, antítesis de lo público, prosopopeya de la libertad y sinécdoque de España, la hiperbólica Isabel Díaz Ayuso, le ha montado un chiringuito del Español al actor y político neoliberal Toni Cantó, con el que Madrid pretende convertirse en capital europea de dicha lengua, por delante de París, Londres, Berlín y otras prestigiosas ciudades que compiten en españolidad con la Villa y Corte; gracias, fundamentalmente, al abultado número de trabajadores que, expulsados de su patria por el despiadado capitalismo rojigualda, mantienen la añorada lengua de Galdós en el destierro.  El pizpireto gestor, filólogo y tránsfuga percibirá, según el ABC, unos 75.000 euros al año por sus servicios al Español; o, a juicio del señor alcalde de Valladolid, “por rascarse los huevos a dos manos”. Como revelan estas declaraciones del regidor vallisoletano, la creación del ente público madrileño para la defensa del Idioma Nacional ha sido acogida con biliosa inquina y chacota soez por la izquierda comunista-bolivariana; la cual, con tal de mantenerse en el poder es capaz de imponer la enseñanza obligatoria del catalán en las escuelas de Navalcarnero, cuyos inocentes niños no tienen la culpa de que el gobierno de España esté vendido a los separatistas. Sin embargo, por mucho que rabie la izquierda, seiscientos millones de hispanohablantes, desde Patagonia a California, saben que pueden dormir tranquilos a partir de ahora: nuestra lengua común, amenazada por los golpistas catalanes, no sufrirá más humillaciones. A la Osa Mayor de Madrid le ha nacido una estrella, un paladín del román paladino que reúne en su persona la sabiduría gramatical de un Andrés Bello, un Rufino Cuervo y un Menéndez Pidal con el desparpajo y la apostura de un galán de telenovela.


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