Castilla la común, 6

 


 En una carretera secundaria del norte, todas las señales que tienen el escudo de Castilla y León están tachadas. Han tachado los castillos y han escrito por encima: Puta Castilla.
El insulto nos conmueve. Por lo menos aquí aparte de putos somos castellanos, que es lo que queremos ser. En cuanto a la consideración de Castilla como una mujer de mala vida, recordemos el ingenioso juego de palabras con que el madrileño Lope de Vega declaraba a su amada el deseo que sentía de “afratelarse” o  intimar con ella, nombrándola cariñosamente Juanilla en vez de Juana:

Créeme, Juana, y llámate Juanilla:
mira que la mejor parte de España
pudiendo Casta, se llamó Castilla.

Es cierto que “castilla” o “poco casta” no equivale a puta, pero ahí queda la cosa, así como la alta estima en que Lope de Vega tenía a su país.


Desde la cumbre se divisan, al norte, los verdes valles cantábricos, país de prados y hayedos que desciende abruptamente hacia el mar; y al sur, extensos páramos que preservando la altura y asperezas propias de la montaña se suavizan hacia tierra de campos. Se diría que son dos países: la España verde y la España seca; dos mundos: el atlántico y el mediterráneo; dos fantasías étnicas: la celta y la morisca. ¿Chocarán como las placas tectónicas? Las montañas que reparten el agua de su nieve derretida, que cautivan las nubes y avivan los vientos, ¿vallas fronterizas? Por más que sean útiles para establecer líneas divisorias sobre los mapas, nunca separarán a los pueblos.


El nacionalista Xan le echaba en cara al nacionalista Juan que celebrase, lleno de orgullo patriótico, la Fiesta Nacional de España.
—¿No te da vergüenza festejar el Día de la Raza, fecha en la que se conmemora el genocidio de los pueblos originarios de América?
Al nacionalista Juan, evidentemente, no le daba ninguna vergüenza.
El 12 de octubre de 1492 desembarcó en Guanahaní una expedición castellana que buscaba la ruta del oeste hacia las Indias. El continente que ahora se llama América estaba en medio. El beatífico “encuentro entre dos mundos” supuso en realidad el sometimiento y exterminio de numerosas poblaciones indígenas. Con posterioridad, las políticas racistas de las repúblicas americanas perpetuaron los crímenes del colonialismo,  y así, durante quinientos años, no ha habido nada que celebrar ningún 12 de octubre. Ni en España ni en América.
El nacionalista Xan odiaba el colonialismo español, al que consideraba responsable de todos las desgracias de su pueblo. Por eso, cada 25 de julio, día en el que se conmemora a Santiago Matamoros, patrón de España, se manifestaba entre una turbamulta de banderas nacionales al grito de ¡Patria y Libertad!
Tampoco a él le daba ninguna vergüenza la fecha y se dejaba llevar por el orgullo patriótico.

 

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