Erupción

 


Pronosticaron los científicos las nevadas de Filomena y la erupción del volcán Cumbre Vieja con notable acierto. Avisados estábamos, asimismo, de las tropelías de un clima desquiciado, el agotamiento de los combustibles fósiles, pandemias y convulsiones económicas… y las peores predicciones se están cumpliendo. ¿Cómo es posible, pues, que ningún experto alertara de la inminente extinción del “español”, uno de los idiomas más hablados del mundo, en España, su solar originario? 


Aventuramos una respuesta: si hay un gobierno de izquierdas que se mantiene estable a pesar de los pesares y es capaz de alcanzar consensos para sacar adelante los presupuestos del Estado; si hay discrepancia pero diálogo, confrontación pero acuerdos; si hay algo, en suma, que hace bien la izquierda, no podía faltar una “guerra de lenguas” atizada por la derecha. 


Pocas novedades tácticas ofrece esta enésima ofensiva de la derecha antiespañola que lideran los dirigentes de PP-Vox-Cs: como de costumbre, apelan al respeto de las sentencias judiciales y la libertad de elección, acusan al gobierno catalán de practicar el apartheid y lo camparan con el régimen nazi, que asesinó a millones de personas. No obstante, los nacionalistas radicales y excluyentes del  PP-Vox-Cs se han superado esta vez con creces, personalizando en una familia de Canet del Mar el supuesto conflicto: si las víctimas son niños inocentes con un historial de sufrimiento, la injusticia nos conmueve a todos.


Por desgracia, la respuesta de los españoles de bien ha sido tibia o nula. Hubo una manifestación en Barcelona a favor de un modelo escolar que rehúsa segregar a los niños por su idioma. La apoyaban sindicatos estatales de la enseñanza. Pero esto no es suficiente. Ojalá hubiera habido también una manifestación en Madrid, convocada por estos mismos sindicatos, de protesta contra los ataques a la escuela catalana y la diversidad lingüística de España. Movilización multitudinaria a la que  acudiesen españoles de todas las comunidades: castellanos, aragoneses, andaluces, gallegos, vascos y demás pueblos marchando juntos en defensa de la cultura catalana, constituyente esencial de nuestro ser españoles, enarbolando las banderas del respeto mutuo y la convivencia cordial. ¿Qué lecciones de españolidad pueden darnos quienes consideran más España la monarquía y sus crímenes que la lengua catalana y su literatura? 


Las españolas y los españoles de bien, partidarios de la igualdad, la fraternidad y la libertad de los pueblos de España, no somos una opción equidistante entre separadores y separatistas. Queremos una España en la que los niños en Cataluña estudien en catalán y puedan ser españoles hablando en catalán; es decir, queremos lo que no quieren el frente nacional de PP-Vox-Cs, por un lado; y los nacionalistas alternativos, por otro. Y queremos una España, sí, en la que se proteja la lengua castellana, pues ya sabemos cómo la tratan los bárbaros que decretan la escolarización de los niños castellanohablantes en inglés, convierten esta lengua extranjera en un formidable instrumento de segregación social, niegan los honores a una escritora de la talla de Almudena Grandes y nombran defensor del idioma a un advenedizo como Toni Cantó. Si la Real Academia calla y otorga, que asuma el pueblo la tarea de fijar, limpiar y dar esplendor a la lengua castellana.
 

 

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