Castilla la común, 15

 


 A la vieja Castilla ya no hay quien la conozca. En el pueblo de Navalaespiga varios hombres se emparejaron con mujeres del puticlub de la carretera general. Las mujeres, morenas latinoamericanas de belleza y acento exuberantes. Los hombres, trabajadores del campo o de la construcción, entre los treinta y cincuenta años, que habían visto cómo sus hermanas y las amigas de sus hermanas  estudiaban o se colocaban fuera del pueblo, lo más lejos posible de un futuro de esclavitud doméstica. Ellos, los hombres, se quedaron al cuidado del campo y los animales en un pueblo casi vacío de mujeres. Se hicieron, entonces, clientes asiduos del puticlub. Pagaban por sexo y a menudo se emborrachaban y hablaban con las mujeres cuyas caricias habían pagado.
Ahora ellas, las conquistadoras americanas, acuden a misa los domingos y frecuentan el bar con los hombres. Pasean por el camino de las eras. Paren hijos mulatos. Se han hecho del pueblo.


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