Castilla la común, 26

 


 Hay noticias de que los bárbaros han conquistado una ciudad del sur. Está situada en una comarca agrícola, que cuenta con multitud de población extranjera. Los extranjeros llegaron a nuestra tierra para trabajar en los invernaderos  y no se han integrado. Aunque las autoridades garantizan sanidad y escuela públicas a todos los ciudadanos, sin distinción de origen, las diferentes comunidades nacionales no se mezclan. Los bárbaros nos acusan de ingenuos y proclaman que los verdaderos invasores son esas hordas de parias, ladrones y violadores, que quieren acabar con nuestra civilización. Lo positivo es que ellos, los bárbaros, no necesitaron recurrir a la violencia para alcanzar el poder. Ni siquiera parecían bárbaros. Uno se imagina a un bárbaro como un individuo de catadura fiera, e idioma y costumbres soeces. Estos, en cambio, se hacen querer por su campechanía. La vanguardia de los bárbaros se infiltró en la plaza mayor y se mezcló en los bares con los jugadores de mus. De este modo pacífico, cordial, consiguieron que los más humildes se identificaran con su causa. La gente perdió el miedo a los bárbaros y les abrieron la puerta de la ciudad con la esperanza de que trajeran orden a las calles asoladas por el crimen.


Cuando los bárbaros ocuparon vastas regiones del sur, los sabios del norte no se inquietaron. Juzgaban que los habitantes del sur, perezosos e irresponsables, tenían lo que se merecían por su naturaleza indigna. En el norte el sentido común, el carácter laborioso y el afán de libertad eran incompatibles con la torpeza de los bárbaros. Los bárbaros son una mala hierba que crece en las ciudades corruptas y en los climas sofocantes.

 
Hay noticias de que los bárbaros están al otro lado de las montañas pero los sabios no se inquietan. Al otro lado de las montañas vive un pueblo fiero que se ha hecho acreedor de la tiranía. El verdor y la dulzura del norte nos protegen de los bárbaros. A no ser, maldita sea, que los sabios se equivoquen y los bárbaros no vengan de fuera, que los bárbaros estén ya aquí.

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