Noticias del frente del Este, 5

 


 La guerra había vuelto a Europa y con ella, el miedo a un bombardeo ruso.

 
En las afueras de nuestro pueblo hay una planta regasificadora. Está en una llanura pantanosa en la que abundan los reptiles. Es un sitio de cierta relevancia natural, que los fines de semana se anima con la presencia de ciclistas y paseantes a los que no parecen molestar las aparatosas infraestructuras energéticas. Si un misil de alta precisión acertara en el blanco, se produciría una explosión gigantesca que haría saltar por los aires los tejados y cristales de todas las casas situadas en un radio de varios kilómetros a la redonda. Una planta regasificadora es un objetivo militar legítimo, supongo. No quiero ni imaginarme lo que sería quedarse sin agua caliente, calefacción o cocina, aparte de los montones de cadáveres carbonizados que los equipos de rescate desenterrarían entre los escombros.


Por eso en nuestro pueblo se ha declarado una epidemia de odio a los rusos, a quienes se hace responsables de todas las desgracias que nos suceden o nos puedan suceder, incluido el hipotético bombardeo de la planta regasificadora. En la Ventanilla Única se facilita el alistamiento a quienes quieran unirse al Batallón Azov. En el bar hay una porra en la que se apuesta si la columna de blindados rusos que avanza hacia Kiev tomará la capital de Ucrania o será detenida y aniquilada por la resistencia. La Radio Municipal emite canciones populares ucranianas. Una oyente quiso dedicarle Kalinka a sus compañeros de taller; el locutor vaciló, hizo las consultas pertinentes y, tras enterarse de que era una canción rusa, se negó a ponerla en nombre de la paz y la libertad. 


Antes, cuando estábamos confinados por la pandemia, todos queríamos salir de casa. Sentarse en la terraza de un bar, pasear por el campo, eran los únicos lujos a los que aspirábamos. En la nueva normalidad que nos ha traído la guerra, nadie va a la llanura pantanosa, cerca de los tanques de gas, a pasear o montar en bicicleta. Si un misil ruso vuela la planta regasificadora, no hay vacuna que nos proteja de una muerte horrorosa. Los niños morirán igual que los viejos. Es lo malo de vivir al lado de un objetivo militar estratégico.

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