Castilla la común, 32

 


Las regiones vaciadas deberían preguntarse por qué nadie quiere vivir allí. Una queja unánime es que hace calor en verano y frío en invierno, lo cual echa para atrás a mucha gente que no soporta las temperaturas extremas (excepto si es un sol de justicia que se sobrelleva dignamente tumbado a la bartola en la playa). 

La cercanía de un bar donde tomar un café o una cerveza es un criterio objetivo que nos permite ponderar la calidad de vida; preferiblemente en el bar tiene que haber terraza y los camareros han de ser amables. ¿Y qué más se puede pedir? Urge, por supuesto, que se acote un terreno llano donde pueda aterrizar un helicóptero. Los helicópteros son fundamentales para evacuar a los enfermos graves, por ejemplo, personas que sufren de repente un infarto o un derrame cerebral y tienen los minutos contados antes de morirse. En un radio no superior a diez kilómetros se precisa también un buen supermercado. O mejor, un hipermercado: un establecimiento con expositores repletos de yogures desnatados, comida de gatos ecológica, bastoncillos para los oídos y sobres de salmón ahumado de Noruega. Sería discriminatorio, en efecto, que solo los habitantes de las ciudades tuvieran acceso a una oferta variada de productos de primera necesidad. Por otra parte, compete al Estado la dotación de escuelas que presten una enseñanza de calidad a las niñas y niños, aunque sea en aldeas donde solo queda una niña y un niño, que viven a 1.350 metros de altitud en un valle nevado durante la mitad del año. Si hay una escuela, habrá una maestra rural, quien reclama la compañía de una médica, una farmacéutica, una veterinaria y una sargenta de la Guardia Civil: fuerzas vivas que acaso se reúnan los sábados por la noche, cenen juntas y alegren los fines de semana con sus risas.


En las regiones vaciadas hay montes poblados de lobos y esto es un grave problema. Los aullidos de los lobos asustan a los niños por la noche. A los taxidermistas, en cambio, les quita el sueño que el gobierno prohíba la caza de los lobos y se queden sin cabezas para disecar. Por fortuna, la llegada al poder de los chacales augura una pronta solución del problema de los lobos. La victoria del partido de los chacales en las elecciones democráticas tiene objetivamente un efecto disuasorio sobre otras especies de alimañas, porque ser una región vaciada no significa ser una región abierta al primero que llegue y quiera quedarse, Dios sabe con qué intenciones.  Ante el avance de los chacales, algunos ciudadanos honrados se plantean el exilio de las regiones vaciadas, lo que sin duda agravará el problema demográfico. Otros se organizan en partidos que reivindican la existencia de sus territorios, los trenes de alta velocidad y los castros celtas. No obstante, la población de cerdos aumenta en inmensas granjas industriales.



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