Castilla la común, 41

 


 Cuando se hundió el Prestige, todos lloramos en Galicia por los cormoranes envenenados, las playas sucias de chapapote y las manchas de petróleo a la deriva: el país ido a la mierda. Nos quedamos sin resuello de gritar Nunca máis! en las manifestaciones. Las pescantinas de Galicia y las pescaderas de Castilla se quedaron, además, sin pescado.

 

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