Todo un personaje

 


 Soy todo un personaje. Mi personaje es un tipo que anda por un camino polvoriento, de arena blanquecina, que relumbra al sol: la explosión de luz casi lo ciega. El sendero zigzaguea por lomas en las que solo crecen matorrales y hierbajos secos. En las cumbres hay peñas en las que se posan los buitres y depositan sus excrementos.


Mi personaje se protege del sol con un sombrero de paja. Lleva una mochila a la espalda y un palo de madera a modo de bastón. Todo a su alrededor es solitario. Algunos rebaños de vacas pastan desperdigados en las laderas. Un corzo se queda mirándolo desde la orilla de un arroyo. Ningún pueblo a la vista ni carreteras.


Hace tanto calor que mi personaje está al borde del desmayo. Al llegar a un monte de pinos, se sienta a la sombra de un árbol, saca la navaja y parte un trozo de queso y de pan. También come una manzana. Acabado el almuerzo, se tumba en la hierba, con la mochila de almohada, y se echa una siesta. 


Es un caminante y todos los caminantes. Lleva andando años, siglos, milenios... Es el muchacho de los cuentos antiguos que un buen día salió de su casa a ver el mundo y atravesó por primera vez el bosque tenebroso; el que se embarcó en las naves de los descubridores; el que se unió a las expediciones de los mercaderes, a las caravanas de los nómadas. Amó a una gitana a la que siguió de feria en feria por todos los pueblos. Fue bandolero, peregrino, vagabundo y explorador.


Sin embargo, cuando llega a casa, mi personaje se ducha y ve la televisión. Las noticias son malas, como siempre, pero a él le da igual porque se queda dormido. Cena caliente, pone una serie y vuelve a aletargarse en el sofá. Casi no le quedan fuerzas para llegar hasta la cama. Por la noche sueña que va por un camino, después de una tormenta. El sendero está invadido por los sapos, hierve de criaturas viscosas. "Así no hay quien vaya a ninguna parte", se lamenta en medio de la pesadilla.  Es como andar sobre una alfombra de vísceras.

 

Comentarios