Fodechinchos

 


 Vengo observando en los últimos años, entre mis colegas del bloque nacionalista, un regocijo indisimulado por las continuas necedades y salidas de tono con que acostumbra escandalizarnos la presidenta de Madrid. Ante tamañas barbaridades, se crecen en su dignidad de burgueses progresistas y, como todas las cuestiones políticas las trasladan al plano del enfrentamiento entre identidades nacionales, el gobierno reaccionario de Madrid les viene de perlas para evidenciar sus estereotipos xenófobos del pueblo madrileño.


Arguyen que Ayuso arrasa en Madrid porque es muy querida por los madrileños y aunque la líder conservadora pertenece al mismo partido que gobierna en Galicia desde el restablecimiento de la democracia, salvo el lapso del bipartito, salen en defensa de sus fachas locales oponiendo el supuesto “sentidiño” de estos a la majadería de aquella. Justifican piadosamente el triunfo de las derechas en "Galiza" por las malas artes del caciquismo, mientras que la misma mayoría electoral en Madrid la atribuyen a la voluntad de un pueblo odioso.


Alegan que la extrema derecha viene de fuera —como los virus, la contaminación, el expolio energético— blanqueando mediante tan efectivo expediente a la extrema derecha, que siempre está dentro; y en su país de las maravillas se creen inmunes a una peste que inficiona a todo el mundo.


Están en su derecho de alegrarse del mal ajeno. Nosotros, sin embargo, no podemos corresponderlos con el mismo desprecio, porque para nosotros no hay pueblos malos, sino ideologías malas, que surgen de las cloacas del capitalismo, y suponen un riesgo para la democracia y la humanidad.

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